Cuando te tuve

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Querida Mía:

Sabías que de pequeña deseabas ser igual que todas tus amiguitas de la escuela con aquellos bonitos vestidos y con su bonito cabello, recuerdo que odiabas tu alborotado cabello, el cual siempre teníamos que amarra en una coleta alta, al pasar los años fuiste teniendo diferentes gustos y dejó de importar el ser igual que todos los que te rodeaban, simplemente eras tú, la chica la cual odiaba los vestidos y amaba las ropa cómoda y cero original, la que odiaba ir a fiestas, pues prefería quedarse en casa leyendo uno de los miles de libros que tenía en su habitación, simplemente te diste cuenta que lo que verdaderamente importaba eras tú.

Siempre me gusto ser autentica, mi padre decía que aquellas personas que aparentaban ser alguien que no era por miedo a no ser aceptados, eran unos auténticos cobardes y en cierto punto de nuestras vidas todos pasamos por ese momento hasta que caemos en cuenta de que todo lo que importa es cómo nos sentimos nosotros, eso es lo que verdaderamente importa y es lo que en estos momentos sé que no estás logrando.

Se que no te gusta la enfermería, eres mi hija, te conozco tan bien para decir que aborreces los hospitales, sé qué haces a tu padre feliz y agradezco por eso, pero llegará un día en que llegue el momento en el que dejes de tener miedo de ser quién eres y te atrevas de una vez por todas a serlo.

Se que no hablo mucho de mi padre, pues hace muchos años que no se nada de él, ni de mi familia como sabrás viví en Belice durante mucho tiempo, llegué ahí con un espíritu aventurero increíble, escapando de mi padre, quien me había obligado a estudiar literatura, algo que debo de admitir no me gustaba, tu abuelo era un increíble escritor en Londres, el lugar donde nací y al cual nunca más volví. Supe desde que tenías diez años que serias una excelente escritora, pues lo llevabas en la sangre, pero era tanto mi odio hacia el recuerdo de mi padre que me las ingenié para que dejara de gustarte y así fue durante un tiempo.

Se que estuvo mal, sé que a nadie se le debe de alejar de sus sueños, pero al igual que tu padre te hizo estudiar medicina, el mío lo hizo con la literatura haciéndome odiar mi vida hasta que llegó el punto en que abrí los ojos y sin más escape de casa, de mi país de todo. Ahora sé quién soy, he perdonado a mi padre y sé que mi tiempo llegará muy pronto, no quiero que estés tristes, sé que eres fuerte, eres un pequeño reflejo de todo lo que un día quise ser y en cierta manera lo logré todo cuando te tuve por primera vez en mis brazos.

Eres mi hija, aquella que me enorgullece de formas que ni yo misma entiendo pero que sin duda alguna amo más que a mí misma. Valora, cuida y perdona a tu padre por todos los errores que cometió porque como todo ser humano cometió errores, errores que merecen ser perdonados como los que yo ya he logrado perdonar.

Con amor: Mamá.

Cartas a PapáWhere stories live. Discover now