CAPITULO 14

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Tiempo actual.

-No puede ser posible que aún no sepan nada de ella, han pasado 48 horas, no se la pudo tragar la tierra. –golpeó el escritorio frente a ella con sus puños. –encuentren a ese bastardo, él se la llevo. –les dijo a los dos hombre que había contratado para buscar a Aitana, que desde hace dos días había desaparecido; no asistió a trabajar, no contestaba sus llamadas. Se encontraba visiblemente devastada, no sabía qué hacer, no sabía a quién acudir. Necesitaba saber de su amada, necesitaba volver a sentirla en sus brazos, poder besar sus labios de nuevo; y es que nacía en ella una impotencia tan grande que no la dejaba pensar con claridad. Se culpaba de no haberse quedado con ella esa noche. Pero lo hecho, hecho estaba y lo importante ahora, era tener noticias de Aitana.

KATHERINE

La puerta de mi oficina se abrió y entró Natalie; la mejor amiga de Aitana se mantenía en constante contacto conmigo para obtener noticias respecto a esta última.

-Katherine, por favor dime que ya sabes algo de ella. –suplicó y su rostro demacrado por falta de sueño mostrándome indicios de haber estado llorando, hacían mi culpabilidad más grande. Bajé la mirada y moví mi cabeza levemente de un lado a otro respondiendo negativamente.

-ohh querida, estoy segura que pronto la tendremos con nosotras, no pienses lo peor. –me decía mientras se acercaba a mí y pasó uno de sus brazos por encima de mis hombros, consolándome; mientras que lagrimas rodaban por mis mejillas inevitablemente.

-Te juro que he hecho de todo, Natalie. La policía ya trabaja en ello, tengo a gente bajo mi cargo buscándola hasta por debajo de las piedras. Discúlpame por no darte noticias de ella. –sollozaba.

-Hey, tienes que entender que esto no es tu culpa, Katherine. No podías saber lo que ese cabron tenía planeado. Lo importante ahora es ser fuertes y no derrumbarnos mientras más pasa el tiempo.

-Tienes razón... - me recompuse limpiando mis lágrimas – ese bastardo no sabe con quién se metió. Juro que le haré pagar.

XXX

AITANA

Según Christian, llevaba privada de mi libertad casi tres días y yo sentía que ya había pasado un mes. Lo único que hacía era dormir pues no me alimentaba correctamente ni ingería muchos líquidos lo cual me debilitaba a cada segundo. Ya no permanecía atada, pues él ya no me consideraba una amenaza por el estado en el que me encontraba.

Él hablaba conmigo pero yo no le dirigía la palabra si no era para pedirle necesidades básicas. Me decía que su plan era esperar al menos una semana en el lugar en el que nos encontrábamos pues esperaba que le entregaran documentos falsos con nuestros nombres para poder salir del país. Yo le suplicaba constantemente que me dejara en libertad pero simplemente me ignoraba.

Tenía que salir de ese lugar cuanto antes, no podía quedarme de brazos cruzados pues no sabía en qué momento él me llevaría a otro lugar y esta vez para Katherine sería más difícil encontrarme porque tenía la certeza de ella me buscaba y no pararía hasta tenerme de vuelta.

-Aitana, mi amor. Despierta, tienes que comer, te traje el desayuno. – me siguió hablando, movió un poco mi cuerpo pero no reaccioné del todo. Mi plan era parecer que agonizaba, hacerle creer que me sentía terriblemente mal y para eso tuve que humedecer mi cuello y rostro con un poco de agua que me quedaba en una botella para simular fiebre pero la verdad es que si tenía la temperatura elevada, así que eso me ayudó bastante.

-Aitana, que tienes cariño? – abrí un poco los ojos y con voz débil y ronca le dije que me llevara a un hospital porque me sentía mal.

-NO. No puedo hacer eso. No vas a salir de aquí si no es para viajar muy lejos e iniciar una nueva vida, juntos.

- Christian, por favor necesito ir al hospital, debo tener alguna infección en el estómago por toda esa basura que me das.

-Ya te dije que no. Dime que hacer, que necesitas? - vi su cara de preocupación pues comencé a temblar.

-No soy un maldito doctor, Christian. Acaso quieres que muera? Juro que no diré nada a nadie, vamos juntos, regresamos juntos. Te lo prometo. Me siento mal, tengo fiebre, estoy temblando. Por favor, Christian. – él lo pensó un momento y yo rogaba porque aceptara.

-MIERDA! Está bien, vamos. –me cargò hasta el coche, lo abrió y me metió acostada en la parte de atrás. No había visto la luz del sol durante todo el tiempo que estuve ahí encerrada, ni siquiera tenía idea de que estuviéramos en un bosque.

–Carajo, olvide las llaves del coche. Espera; no te pueden ver así, estás muy sucia. Preguntarán cosas y no me creerán nada. – caminó hacia la casa para adentrarse de nuevo. Esta era mi oportunidad, tenía que huir. Salí del coche y corrí, en cualquier dirección pero lejos de él. Escuché como grito mi nombre, pero no hice caso. De un momento a otro mis piernas dejaron de funcionar y caí al piso pues tenía días que no ejercía movimiento ya que siempre me encontraba acostada en el piso con los pies amarrados. Me levanté como pude y seguí corriendo, no podía volver a ese lugar, él no podía capturarme de nuevo. Escuché disparos pero aun así no paré. De pronto choqué contra algo o alguien y comencé a gritar que me soltara, que debía escapar. No podía ver claramente pues mis ojos estaban inundados en lágrimas.

-Aitana! Mi amor. Oh por dios! Aquí estas. Te encontramos. –reconocí esa voz al instante. Me sentí a salvo y de un momento a otro quedé inconsciente.

MI JEFAWhere stories live. Discover now