23 Qué coñazo de tío

370 58 42
                                    

En cuanto llegamos a la finca de Tom, estoy cansada de fingir que todo va bien. Tengo que hablar con Jhon ahora mismo y que me cuente cuál es ese puto problema por el que le han llamado al móvil.

Me despido de Tom, le digo que estoy cansada y que necesito darme una ducha antes de bajar a cenar. Miro a Jhon con seriedad, y sin que le diga ni una sola palabra, enfila en silencio las escaleras tras de mí. Apenas soy consciente de que no estoy sola, y de que Derek y Thomas me esperan para que cuente todo lo ocurrido en la reunión, cuando abro la puerta de la habitación que comparto con Derek.

Veo a los dos ahí, sentados sobre mi cama, como si fuesen dos padres preocupados a la espera de la llegada y las excusas de su hija rebelde. Me hierve la sangre de solo pensar que ambos esperan que entre, cuente y comparta todo lo sucedido. Quizá sea una reacción exagerada, pero me irrita que alguien quiera meterse en mis asuntos aunque sea de buena fé.

- Cuéntame todo - ordena Derek. Su orden me irrita aún más.

- Déjame a solas con Jhon - le ordeno yo.

- Norah - insiste.

Y dale con la tontuna del crío éste.

Lo miro con cara de pocos amigos. No me gusta una mierda que me dé órdenes, y mucho menos, que crea que yo tengo que obedecer. Por el amor de Dios. ¡Hemos echado dos polvos! ¡Nada más! Eso no nos convierte en pareja, y aunque lo fuéramos, no es mi dueño.

No sé si es por ese "tenemos problemas" de Jhon, la autoridad que cree tener Derek sobre mí o, simplemente y lo más probable, que me da mucho por el culo sentirme bajo el control de alguien . Soy Norah Fox, y yo no sigo órdenes. Yo, soy la puta ley.

Me acerco a Derek a paso lento, pero firme. Soy plenamente consciente de que él, todo él, y todo lo que su cuerpo me transmite, es capaz de hacerme flaquear. Así que lucho en mi fuero interno porque mis hormonas no me traicionen ante la mirada atrapante y envolvente de ese hombre. Ese hombre... Que con su mera presencia, consigue despertar hasta el más profundo y lujurioso de mis deseos, y a su vez, hace que me sienta frágil y pequeña. Me recuerdo a mí misma que con él, tengo que ser más sería de lo normal. Más arisca, fiera, autoría... Más... Mas Norah Fox.

- Lárgate de mi habitación - ordeno. A Derek se le desencaja la cara. Sé que no entiende lo que pasa por mi mente y que pretende protestar, pero le corto en cuanto abre la boca. No entiende que a mí, ¡no me manda ni Dios!- Mira, Derek, si estás aquí es porque yo quiero. Si sigues vivo, es porque yo quiero. ¿Entiendes?- ni siquiera le dejo responder. Me acerco a él hasta que ambos quedamos cara a cara.- Lárgate, y no te metas en asuntos de adultos. No des órdenes intentando creer que tienes un poder sobre mí, que no tienes.

Derek me mira, yo le miro, siento que Jhon y Thomas nos miran... Y por suerte para Derek, el duelo de miradas apenas dura un segundo. Derek cede, a regañadientes, lo sé, pero no le queda de otra que ceder. Yo no tuerzo el brazo más. Nunca más. Pasa por mi lado, chocando su brazo con mi hombro como muestra infantil de su enfado, y cierra la puerta de un portazo, provocando que Thomas tenga que volver a abrir la puerta para salir tras él.

Qué coñazo de tío. Me quejo mentalmente.

Y por un segundo, no sé qué Derek es capaz de desquiciarme más. Cuando se hacía el tonto, era demasiado tonto. Y ahora que me ha confesado que es inspector... ¡Joder! Es un tonto que cree tener poder.

Sacudo la cabeza en un vago intento por olvidarme de él. He conseguido que salga de la habitación y que me deje a solas con Jhon, así que, a lo que vamos. Cierro los ojos un segundo, respiro profundamente, y vuelvo a abrirlos, sintiéndome un pelín más tranquila.

Norah Fox Donde viven las historias. Descúbrelo ahora