Capítulo 10

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¿Acaso el fuego y el hielo pueden convivir armónicamente dentro de un mismo cuerpo? ¿Pueden transformar nubes etéreas en pesadas piedras? La sorpresa inicial, tan pronto como fue asimilada, se endureció mientras caía por un abismo negro y oscuro, ...

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¿Acaso el fuego y el hielo pueden convivir armónicamente dentro de un mismo cuerpo? ¿Pueden transformar nubes etéreas en pesadas piedras? La sorpresa inicial, tan pronto como fue asimilada, se endureció mientras caía por un abismo negro y oscuro, directo a las llamas de un fuego que ardía desde tiempos remotos. Y era aquel fuego ciego el que se abrió paso estirándose hacia lo alto, como largos tentáculos, intentando aferrar aquello que se estaba escapando. Aquellos ojos dulces y tiernos, aquellas facciones tan pálidas, de pronto cobraron una intensidad implacable que jamás en su vida el o la joven hubiera imaginado. De ellos brotó la ira.

Los dedos se aferraron a sus brazos como si Alexander intentara escapar, y presionaron de forma aguda, marcando la piel con aquella inusitada fuerza que incluso el propio André ignoraba que poseía.

Mostró sus dientes apretados, y el gesto de alguien que había perdido la cordura por completo, y Alex se asustó. De verdad estaba aterrado, y le observaba con verdadero espanto.

—¡Es mentira! —gritó André, sacudiéndole varias veces, para que revelara la verdad.

El joven, se retorció de dolor, arrugó los gestos sin atreverse a mirarlo.

—¡Dime, dime que no es verdad!

Como Alexander no respondió, ni tampoco le miró, André, ciego, soltó al muchacho y rápidamente, tan rápido que no pudo detenerlo con nada, desgarró con increíble fuerza el cuello de su camiseta en dos, haciendo un rasguido que abrió la tela de algodón, y no pudo creerlo.

Atónito, contempló suaves brotes pequeños que formaban los delicados senos. Tras un shock nervioso, llevó sus manos a las sienes, apretándoselas. Y su rostro se deformó en gestos temibles y aterrados. 

Fue un segundo, y André, descompuesto de rabia y dolor, desapareció por la puerta corriendo hacia los pasillos, descalzo, apenas cubierto. Dejó tras de sí una estela de escabroso silencio, que parecía latir en las profundidades del cerebro de la muchacha.

Alena no perdió tiempo y saltó de la cama, se cubrió con la bata olvidando que sentía ardor, y salió tras él, atándosela por el camino, para ocultar su desnudez. Más la obscuridad del corredor la envolvió en sus penumbras, y André se había perdido de vista...

Se detuvo en medio de la nada, tomando aire de forma desesperada.

Cubrió su boca, apretándola para no hacer un sonido, y lloró con impotencia, rabiosa. Le había confesado lo peor. Su verdad. Su secreto. El corazón parecía que retumbaba dentro del pasillo, completamente desesperado.

André la delataría con el Director. Aunque la mayor autoridad era la única persona allí dentro que de verdad debería entenderla. Temió por su destino. A esa autoridad poco le importaría el género de su alumno, lo que sería fácil de solucionar, ya que con cualquier excusa, podrían dejarla afuera del colegio. Era una desvirtuada, y sobre todo, un alumno que no tenía recursos. Y ni pensar en el castigo físico que azotaría su piel si no le sacaban del colegio, pero tendría un merecido que solamente podía considerar eludirlo con... la muerte.

© La Cima de las Tormentas [COMPLETA✔ ]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang