Capítulo 29

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OST Y PELI: "A BEAUTIFUL MIND"

Con una pequeña mochila, André dejó las clases y a sus amigos para bajar a Walddorf, con su impecable uniforme y sus brillantes zapatos, que pisaron el asfalto con supuesta seguridad, pero la verdad es que temía un poco, no era una persona que min...

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Con una pequeña mochila, André dejó las clases y a sus amigos para bajar a Walddorf, con su impecable uniforme y sus brillantes zapatos, que pisaron el asfalto con supuesta seguridad, pero la verdad es que temía un poco, no era una persona que mintiera, y ese día ya lo había hecho dos veces.  

A pesar de ir en bajada, los pies fueron a una velocidad apresurada por otros motivos, aquellos que hacían del descenso un deber. En la distancia, oyó el ruido de un motor suave. Al divisar la garita, tuvo que exigirle a su pequeño cuerpo que corriera tan rápido como pudiese, pues el ómnibus estaba a punto de partir, y ya había girado dispuesto a iniciar el viaje.

—Hasta el centro, por favor —pidió sin aire, una vez arriba, y colocó su tarjeta magnética en el aparato para marcar el boleto. Distraído, tomó asiento en cualquier lugar, del lado de la ventanilla, y contempló el paisaje que se deslizaba ante sus ojos con los pensamientos absolutamente perdidos.

No podía dejar de cavilar sobre aquella fotografía, en la alteración tan sutil  de "el director" al verlo revisar sus cosas, en apariencia tranquila pero envenenada de furia; y en la suya propia, él no era así. Desde que Alena llegó a sus vidas, todos habían cambiado bastante y se habían saltado algunos códigos del grupo sin que casi se dieran cuenta. De cierta forma, eso le hizo sonreír.

En la parada del centro, André bajó ajustándose su abrigo escolar y levantó las solapas para que la ventisca no le diera de lleno en la cara. Extrajo de su bolsillo un papelito y miró con detenimiento la dirección de Giovanna Esaguy. No era tan lejos, y el tiempo apremiaba, se dispuso a dirigirse hasta allí. Si no fuese por las circunstancias tan estremecedoras que su amigo Leopold estaba sufriendo, incluso podría haber dado un rodeo por la iglesia que se alzaba a tan solo unos metros, para espiar disimuladamente... quizá estaba él. La miró con nostalgia, recortada bajo ese cielo pálido color ceniza, y se reprochó a sí mismo. Comenzó a caminar en dirección a lo de la joven pelirroja.

Asombrado, los ojos azules de André se chocaron después de un tiempo, con una humilde vivienda que era lo que menos esperaba encontrarse por allí. Corroboró una vez más el número que había en la pared con el suyo. Y pisó el crujiente suelo de conchilla para apretar el timbre con delicadeza. Luego se alejó a la espera de que alguien lo recibiera.

Para su sorpresa, tras un estrépito ruido de alguien que bajaba escaleras, le abrió la puerta Alexander. No le dio tiempo a reaccionar sino de manera asustada. Se abrazó a su cuerpo y le estampó los labios calientes en el cuello frío. Apenas sintió su calor, André creyó desvanecer de alegría y emoción. Alexander Bizancio le había dado una bienvenida de novelas. Enseguida desvió los ojos en todas las direcciones, pues temía que alguien les viera y les juzgara. Aún tenso, el estudiante se echó hacia atrás y le contempló el rostro iluminado por una sonrisa. Se preguntó qué hacía en Walddorf, tal vez, se esperanzó, había dejado el colegio en el que se estaba formando.

© La Cima de las Tormentas [COMPLETA✔ ]Where stories live. Discover now