-Nos puedes dejar solos, mamá-pedí a Anne, que sin más explicación se levanto de su asiento.

-¡Claro! Sé que tienen mucho de que platicar….- dijo sobriamente, tratando de alejar cuantos mal pensamientos acudían a su cabeza, de todo lo que podía pasar en cuanto ella se fuera- Zayn, en verdad fue un gusto volver a verte, me daría mucha alegría si un día de estos aceptas una invitación a comer, tu regreso amerita una pequeña celebración- ofreció Anne , por cortesía y es que algo le indico que no había sido buena idea.

-El gusto fue mío. Y cuando usted disponga señora, yo estaré puntual aquí.- dijo Zayn levantándose de su asiento de un salto y una radiante sonrisa que me traía tantos recuerdos se esbozo en su rostro.

-¡Esa es la actitud cariño!- celebró mamá-  En cuanto tenga un tiempo te lo haré saber.  ¿Estás de acuerdo?

-Esperaré con gusto  su invitación- confirmó Zayn, mirándome, tratando de percibir algún gesto, o lo que fuera que delatara lo que realmente estaba sintiendo, pero mi rostro era inexpresivo, vacío, sin ninguna emoción visible, o al menos físicamente no lo eran.  

-Me retiro, Harry.- dijo mamá mientras se acercaba a mí. Se colocó a un lado mío, tomó mi mejilla y murmuró en voz baja- Hablen con calma… estoy arriba así que cualquier cosa que se les ofrezca no dudes en llamarme- dejando más que claro que sabía o al menos sospechaba que algo no andaba bien, como debía serlo.

-Gracias- dije sin más, con las ansias contenidas de que nos dejaran solos y es que había tanto por preguntar, tantas inquietudes, tantas cosas que aclarar que ya no podía esperar un minuto más.

Esperé a que Anne subiera las escaleras y cerrara la puerta de su habitación. Hasta que al fin lo hizo; suspiré largamente, tratando de que, en aquella, inhalada de aíre que entraba a mis pulmones, fuera incluida un poco de fuerza para armarme de valor. 

Miré fijamente a Zayn, con todos aquellos sentimientos contenidos en mi interior. Era tal cual le recordaba, nada en él había cambiado. Nada era diferente, el tiempo parecía no haberle cobrado factura, aun de momento claro. Su esculpido cuerpo era tal cual, protuberante, lleno de duros y firmes músculos que oprimían la tela de su camisa sin recato; su piel morena seguí irradiando aquel brillo de cobre que le caracterizaba y que era tan atrayente en él; su cabello negro seguía igual de rebelde como desde hace años; y su rostro, continuaba  con aquella cautivadora belleza, refinada por sus felinos y cambiantes ojos marrones, que te cautivaban al instante con una sola mirada que te dirigiese.

El silencio era infernal, de muerte y para mi sorpresa fue roto por él.

-En verdad no te imaginas cuanta falta me has hecho en este año- murmuró sin despegar su mirada de la mía.

Esperé a que continuara pero no fue así calló, para que cada una de sus palabras hiciera efecto en mí ser, pero el tiro le salio por la culata, no me inmutaron para nada, todo lo contrario actuaron como estimulante para que dijera lo que tenía que decir. 

El Otro Rostro de la Vida ➳ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora