Veintidós.

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- No importa. Felicidades, querías ser un insensible, lo fuiste. Tu padre no estaría orgulloso de ti. Tú eres cómo él, o eso creí hasta esta noche. Vete Sebastian, no sé en qué te has convertido.

- Mamá... Lo siento...

- ¡Que te vayas! - me lanzó una almohada. Había jodido todo épicamente. Eres una mierda Sebastian, una mierda, mierda, mierda...

Cerré la puerta y me fui. Lloré. No solía llorar, pero lloré. Mucho. Demasiado.

Fui un idiota. Un estúpido. Toqué el tema que destroza a mamá, y sin sentido alguno.

Hablé mal de Val, la llamé perra. Oh, Dios. Soy un idiota. ¿Qué podía hacer?

- Val. - dije mientras lloraba en la ventana. - Lo siento, no eres una perra. Lo siento. Soy el peor chico del mundo. No sé qué pasó. Yo te amaba, lo hago. Por favor... - empecé a llorar más fuerte. - vuelve...

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A la mañana siguiente decidí hacer desayuno para mamá, como forma de disculpa, pero ella no salió de su habitación, decidí ir a llamarla.

- Mamá, ya iré al colegio, te hice desayuno, ven.

- Deshazte de él.

- No. Mamá. Por favor. Lo siento tanto, fui un idiota, eres la mejor mamá del universo. - Silencio. - Necesito contarte lo que me he estado guardando.

No dijo nada, así que me fui, y salí de mi casa para ir al colegio. Me subí a la bicicleta, y empecé a pedalear lentamente, no quería llegar muy rápido, sentía que el tiempo se congelaba y que la vida era una mentira, así podía ser feliz.

De repente, me vino un recuerdo a la cabeza, sentí que alguien se agarraba de mis hombros, cerré los ojos e imaginé a Val. Recordé como la llevaba en mi bici, pero, al abrir los ojos me di cuenta de que no era real, que la vida no era una mentira, que el tiempo corría, las horas pasaban, ella ya no existía.

Empecé a pedalear muy rápido. Llegando a una esquina, casi me atropella un auto, ya que no estaba respetando los semáforos, sólo quería escapar de mi vida, del tiempo, de quien era yo.

- ¿Qué diablos te pasa, niño? - gritó el hombre desde la ventana de su auto.

- Lo siento. - Seguí pedaleando.

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Pasé Ciencias solo, me iba muy mal, eso no cambió. Pasé Música, todos cantaron una canción pero yo me quedé en una esquina, en silencio.

Al toque del timbre que indicaba salida, fui a mi casillero.

- Hola Sebastian. - me di la vuelta. Era Samantha.

- Hola Samantha.

- Quería pedirte las gracias por contarme la verdad de Laura, Matteo también me lo contó.

- Ah.

- Y quería decirte que lamento lo de Valeria.

- Ok.

- Lo siento, no sé qué me pasó, quería ser como Laura, deseada, astuta, perfecta.

- Samantha, sólo se quién eres, las personas que te quieran por cómo eres en realmente, te van a ser sinceras y será un cariño verdadero, aparentar ser alguien que no eres sólo te hará hacer estupideces. Lo sé. Créeme, ahora lo sé muy bien. Se fiel a ti misma, vas a encontrar a alguien que te quiera por cómo eres en verdad.

- Gracias Sebas. - Me dio un abrazo. - Valeria Carter tuvo muchísima suerte en tener un amigo como tú. - soltó el abrazo y extendió su mano derecha frente a mí. - ¿Sin rencores?

- Sin rencores. - Sonrió y se fue.

Me sentía un poco feliz. Solo una pizca, Samantha no era mala, sólo estaba confundida, al menos algo bueno sucedió con ella.

Al menos algo bueno podía pasar cuando todo estaba mal.

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Hola a todos, lamento hacer a Seb así, sé que quizás se molesten por cómo se comportó, pero todos tenemos nuestros momentos de estupidéz, nadie es perfecto. Eso es lo que quería demostrarles con este capítulo. Una lección de vida, no se sientan mal si hacen algo estúpido, es normal, somos seres humanos y no somos perfectos.

Los quiero!.

Voten, comenten, hagan preguntas :)

- Alexia.

Notas a mi Muerte.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant