Dieciocho.

29.7K 2.3K 313
                                    

Llegué a casa con mamá, destrozado, mareado, débil y hasta ronco, por haber gritado demasiado.

- Sebas, ve a dormir. Lo necesitas. - dijo mamá medio levantándome para subir a mi habitación. Cualquier persona diría que seguro parecía demasiado borracho, pero en realidad sólo estaba mareado.

- No lo necesito.

- Sí lo necesitas. - entramos a mi habitación y me sentó en la cama. - Descansa Sebas... Te quiero. - No respondí, simplemente me eché en la cama y le di la espalda, ella se fue. Sin darme cuenta, caí dormido.

~~~~~~~~~~

Desperté, seguía oscuro. Me levanté para buscar a mamá, saqué la cabeza por la puerta de mi habitación.

- ¿Mamá? - silencio. Salí y fui a la habitación de mamá, al abrir la puerta, ella ya estaba ahí.

- Hola Sebas. Vamos a tu cuarto. - al entrar nos sentamos en el borde de la cama. - ¿Cómo dormiste?

- No lo sé. Sigue oscuro. Tuve una pesadilla con Val, se había suicidado. - observé su expresión, preocupada, triste. Noté algo de  lo que no me había dado cuenta, sus ojos estaban rojos, había estado llorando.

- Sebitas... - aclaró la garganta. - No fue un sueño. Lo siento... Ayer lo confirmé.

- ¿Cómo que ayer? - Estaba confundido. - Espera. ¿Cuánto tiempo dormí?

- Dos días. Pedí permiso al colegio, tranquilo, descansa todo lo que quieras.

- ¿Qué confirmaste exactamente?

- La chica colgada... - Tragó saliva, y se frotó la nariz. - Era Valeria.

~~~~~~~~~~~~~~

Pasó una semana, en la cual no salí de mi habitación. No fui al colegio. Pero ya me había calmado. Ya no valía la pena gritar.

Val se había quitado la vida, y yo tenía que saber por qué. Saber lo que ocultaba. ¿Cuál fue el problema que hizo que se marchara la noche antes de que lo hiciera?

Todo. ¿Qué significaban esas miradas? ¿Por qué vivía sola? ¿Quién le mandaba dinero? ¿Tenía algún familiar cercano? ¿PORQUÉ LO HIZO?

Mamá entró a la habitación.

- Sebas. Tienes visita. - Seguido de ella, entró Matteo. Con una cara de compasión y tristeza. - los dejo.

- Hola. - dijo él.

- Hola.

- Lo siento.

- Yo también.

- Me hubiese gustado conocerla.

- A mí también.

- ¿A qué te refieres con eso? - me miró confundido.

- A que no sabía ni un carajo de ella. Nunca quiso contarme nada, ni de porqué vivía sola, nada.

- Eso es extraño. - Silencio. - ¿Tienes idea de porqué lo hizo?

- No.

- ¿No te dejó nada? Antes de eso. Esa noche, no sé. ¿Alguna señal, algo raro en ella?

- No.

- Alguna tarjeta, algún regalo. ¿Nada?

- No. - en ese momento, algo se vino a mi cabeza, un recuerdo. Una de sus miradas. - La clase de historia.

- ¿Qué? - preguntó Matteo, mientras yo salté de la cama hacia mi mochila. Tenía que seguir ahí. No había tocado el bolsillo delantero de mi mochila desde ese día. Abrí el bolsillo, y ahí estaba.

- Aquí está. - dije sacando el avioncito de papel.

- ¿Qué cosa? Estoy confundido.

- La última vez que la sentí rara antes de la noche de la cena con mamá fue en la clase se historia. Me lanzó este avioncito de papel y me miró con esa mirada extraña que tenía. Fue extraño.

- Bueno, ¿Qué esperas? Ábrelo.

Abrí el avión desesperadamente. Estaba en lo cierto. Decía algo. Lo leí en voz alta:

Miradas. No vas a comprenderme. No importa. No es el punto.

Orgullo y Prejuicio. Sabes dónde está. Comenzará.

Esto recién empieza.

-¿Qué quiere decir eso? - dijo Matteo. 

- El libro que le di. Sabía que se lo iba a dar. Lo adivinó.

- ¿Dónde está? Según el avión tú sabes dónde está.

- Mmm tengo que pensarlo. No sé. No creo que lo haya dejado en su casa. Sabía que no puedo entrar sólo.

- ¿Dónde podría dejártelo?

Recordé. La había dejado sola en mi habitación esa noche.

- Está aquí.

Fui al escritorio y comencé por los cajones. Uno por uno. Al abrir el último cajón de la fila derecha, encontré el libro. Lo saqué.

- Aquí está. - Abrí la primera página y había un número anotado. Un número de página. Busqué la página. Había una frase resaltada.

Hubiera dado el mundo por tener el valor de decir la verdad, para vivir la verdad.

- Bueno. Si ocultaba algo. - dijo Matteo. Típico de Matteo, decir lo que es obvio.

- ¿Y ahora qué? - Pregunté un poco confundido.

- No lo sé Sherlock.

Abrí el libro como acordeón para ver si había alguna nota. Acerté otra vez.

Otro número. Busqué la página. Esta vez no era una frase, eran muchas letras resaltadas a partir de esa página. Agarré una hoja, empecé a escribir letra por letra.

qriassabrporqeraasi.qierssabrporqlohic.losabrssisiguessto.paciencia.sprahastqvayasaclass.

- ¿Qué es esto? - dije. Matteo agarró la hoja.

- Está abreviado. Mira "Querías saber por qué era así. Quieres saber por qué lo hice. Lo sabrás si sigues esto. Paciencia. Espera hasta que vayas a clases."

- Qué diablos. Por primera vez tus estúpidas abreviaciones me ayudan en algo. - exclamé. - No puedo esperar.

- Lo siento. Pero qué psicópata de su parte, te dejó el enigma de su suicidio. Eso me da miedo.

- A mí también. Pero la amé, la amo. De alguna forma ella me dejó esto porque quería que alguien la conozca y sepa su historia. Yo se lo cumpliré porque ella lo merecía, y porque yo también quiero saber su historia.

- Sebas. Cuentas conmigo, te ayudaré. Lo siento, me alejé de ti por un estúpido malentendido.

- No importa. Ahora estás aquí. Gracias.

Val era un misterio total. Podía con esto. Paciencia. Bien lo dijo, sabía que yo no era paciente para nada. Aún no me creía que ella había muerto.

En esos minutos de descubrimientos, la sentí viva. Porque aunque ella ya no esté, nos dejó su juego.

Vamos a jugar.

Notas a mi Muerte.Where stories live. Discover now