Yoongi se había acostumbrado tanto al desayuno, al beso de buenos días, a la rica cena, incluso a las notas llenas de cursilerías en su portafolios. Se había acostumbrado tanto que ahora lo extrañaba, extrañaba toda esa "mierda".
¿Qué podía decirle a ella para que volviera a ser atenta con él?
Se sentía querido, se sentía importante, sentía que alguien por fin se preocupaba por él. Había sido una basura con ella, tenía que reconocerlo.
-Alyssa, necesitamos hablar.
-Estoy aquí.
Jamás se había percatado de los lindos ojos color avellana que tenía aquella chica, de su cabello pelirrojo natural brillante y su tez blanca sin ninguna imperfección. Se sentía tan mal, tan idiota. Tomó su mano y la guió hasta la gran cama que adornaba su habitación.
La besó. Después de mucho tiempo compartiendo vidas, la había besado y vaya que besaba bien. Sus labios encajaban a la perfección, eran suaves y dulces como la miel. Maldita sea, podría correrse en sus pantalones con tan sólo un beso.
Sus manos bajaron hasta su blusa y las de ella hasta la cremallera de su pantalón. Tomó varios minutos para que los dos quedaran completamente desnudos.
Ese día la poseyó, ese día fue suya y no sólo por un maldito contrato, si no también de cuerpo y alma.