DÍA 17

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Estaba sentada sobre el sillón de mi pequeña casa. Mi hermana adoptiva estaba sentada a mi lado. La mayor estaba emocionada y casi saltando de alegría. La mayoría del tiempo, parecía como si Ally estuviera viviendo una historia de amor a través de mí y de Lauren.

— ¿Así que le vas a decir que la amas? — La mayor volvía a preguntarme.

— Así es.

— Parece que fue ayer cuando llegaste a casa con una quemadura en el pecho. — Ally sonreía con añoranza ante los recuerdos que afloraban en su mente. — Y hoy, después de seis meses de relación, quieren decirle a la que te tiró el café encima que la amas. Dios, debería escribir un libro sobre su historia. Se vendería como pan caliente.

— Nadie querría leer mi aburrida historia de amor, eso tenlo por seguro. — Dije mientras le aventaba un cojín a la cara a mi hermana adoptiva.

— Bien. Sin libro entonces. — Accedió. — Así que ¿cómo se lo dirás?

— No tengo ni la menor idea. — Contesté sincera. La verdad era que me había enamorado de Lauren. No había dudas sobre mis sentimientos, el problema era que yo nunca había sido la más expresiva, y eso siempre había sido un problema. — Para eso te tengo aquí. Tú me ayudarás, hermanita.

— Viniste con la indicada. — Dijo Ally emocionada. Ella era una romántica de nacimiento ya que para ella siempre había sido tan fácil expresar sus sentimientos y pensamientos.

Ally me ayudaría a preparar una cena elegante y romántica, aunque, más bien, aquello era una cena común y corriente solo que con velas, rosas y poca iluminación. Cuando le dije a mi hermana que era muy cliché, Ally se defendió diciendo que, a veces, lo cliché también es bueno. Por esa razón, acepté la cena cliché sin renegar de más. Ally me ayudó a preparar el platillo favorito de Lauren, el cual era pasta carbonara. Compré champaña y una enorme cantidad de rosas y velas.

Cuanto todo estuvo listo, Ally se fue para darnos privacidad y me senté sobre el borde del sillón negro a esperar a la llegada de mi novia. Era gracioso, Allyson estaba más emocionada que yo mientras yo me estaba muriendo del miedo.

La espera no fue mucha porque a las 7:00 PM Lauren estaba tocado la puerta de mi pequeña casa a las afueras de la ciudad. Ella estaba maravillosa. La de ojos verdes usaba un vestido rojo con un escote que te dejaba con ganas de ver más; su cabello caía libre por sus tersos hombros mientras que su cara tenía una ligera capa de maquillaje. Cuando la vi de pie frente a mí, sentí como mi estómago y mi corazón dieron un enorme vuelco. Mi miedo empezó a crecer, ¿y si no sentía lo mismo por mí? ¿Y si solo estaba conmigo para pasar el rato? Era gracioso, en mis entrenamientos y en combate, me había enfrentado a oponentes más fuertes que yo, y aun así, jamás experimenté el miedo que estaba sintiendo frente a Lauren. Era como si frente a ella me volviera tenue y vulnerable.

— Te ves muy bien esta noche. — Mi novia alagó mi forma de vestir; el cual no era más que un ajustado vestido negro que mi hermana me había obligado a comprar la navidad pasada.

— Tú te ves mejor. — Dije después de besar rápidamente sus suaves labios rosa.

— ¿Qué huele tan bien?

— Es la cena. He preparado tu plato favorito. — Le dije a mi novia quien se adentraba en mi casa.

La cena transcurrió con casi completamente tranquilidad salvo por mis nervios; constantemente me sudaban las manos y el tic de mi pierna amenazaba con saltar. Estaba completamente desarmada en mi intento de expresar mis sentimientos.

Perdidas | CamrenWhere stories live. Discover now