1. Luce como problemas

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Jimin se miraba al espejo mordiendo su labio inferior. Su rebelde cabello naranja no cooperaba aquella fría mañana. Esperaba sentirse bien, lograr mezclarse y encontrar la paz que dos años de malos tratos le dejaron. Sin muchos ánimos arregló el cuello de su camisa y tomó su mochila haciendo una nota mental de coserla, pues ya estaba rota de nuevo.

Bajó las escaleras escuchando como la vieja madera rechinaba a cada paso.

— Hoy será un buen día — Se susurraba a sí mismo. Era lo que quería que sucediera y era lo que debía pasar.

Atravesó la puerta principal mirando el viejo orfanato en ruinas. Sabía que en algún momento debía mudarse pero aún no estaba listo. Había sido suficiente con cambiar de ciudad y dejar a Hoseok disfrutar de su beca en la universidad. Eran todos las transformaciones que su cuerpo podría soportar por ahora.

Escogió el camino que le pareció más adecuado para llegar al instituto. Como era de esperarse iba excesivamente temprano a su primer día y extremadamente nervioso.

Mientras tomaba una solitaria curva a la derecha escuchó un ruido.

— Pss — le llamaron. Miró confuso en todas direcciones pero decidió continuar con su camino.

— ¡Hey tú! ¡Chico del cabello naranja! — Paró en seco buscando la fuente de aquella voz.

Observó un arbusto moverse, advirtiendo el chico pálido y de cabello negro que se encontraba detrás. Con curiosidad se acercó un poco.

— ¿Tienes ropa? — le preguntó sin esperar — Tengo un... pequeño problemita aquí y no puedo salir.

El pelinaranja le miró con los ojos como platos. Efectivamente el de piel nivea estaba desnudo detrás de aquel arbusto. ¿Qué carajos le pasa? ¿Está loco?

— Vamos chico no tengo todo el día — insistió — préstame algo de ropa.

Jimin dio un paso hacia atrás para iniciar su retirada cuando unas largas y pálidas manos lo agarraron lanzándolo detrás de las matas.

—¡¿Qué mierdas te pasa?! — gritó desde el suelo al hombre desnudo.

— ¡Necesito ropa! — refutó él.

Sin pensarlo dos veces Jimin asestó un fuerte puñetazo en su rostro, tirándolo al suelo. Nadie se metía con un boxeador entrenado como él. Era pequeño, sí. Se veía delgado si. Pero de indefenso no había ni una sola célula en su ser.

Se levantó limpiando sus pantalones, viendo el aturdido aspecto del pálido. Le dió una última mirada de muerte y salió de los arbustos decidido a continuar su camino.

A medida que se acercaba al instituto su cuerpo sentía los nervios que en algunos momentos se veían opacados por la presencia del pelinegro en su mente. Esos ojos felinos, esos delgados labios pálidos por el frío, ese plano abdomen levemente marcado y ni hablar de lo que seguía después.

Sacudió su cabeza con la intención de alejar aquellas ideas. Su vergüenza sería grande si entrara y cuando todos le mirasen apreciaran una notable erección.

Atravesó las puertas del lugar con una sonrisa. Llevaba tiempo sin estudiar en un lugar bonito y agradable, donde los grafitis no llenaran la entrada y los vidrios rotos le congelaran los huesos.

Con parsimonia buscó su salón. A penas estuvo en frente, ubicó el asiento de atrás pasando desapercibido entre los pocos estudiantes que se encontraban allí. Se acomodó en la silla con lentitud sin eliminar su sonrisa.

Era el comienzo del décimo grado, en tan sólo dos años lograría aplicar a la universidad y librarse de toda la mierda. Dejaría de trabajar en el turno de la noche del supermercado y ya no tendría que presentar su reporte mensual a servicios sociales. Con todo su ser deseaba salir del sistema de adopción de una vez por todas.

Estaba tan distraído que no había notado que todo el salón se encontraba lleno. Al parecer la clase estaba completa y por fin comenzaría la parte que anhelaba: estudiar. Porque ese era Park Jimin el nerd que aprendió a las patadas que la vida no es color rosa y que si quieres sobrevivir no tienes más remedio que sonreír y devolverle el golpe.

— Buenos días — entro saludando seriamente una mujer de tal vez cuarenta años a la que identificó como su directora.

— Él día de hoy comenzaremos con la breve presentación del manual que rige esta institución para no tener malentendidos posteriores. — Tomó una serie de pequeños libritos que envió desde la primera fila.

— Como pueden ver... — se vió interrumpida por una cabellera negra que atravesó estruendosamente la entrada. El corazón de Jimin saltó de su pecho porque podría jurar que ...

— ¿Otra vez usted Min? — le preguntó con molestia — ¿Es que no se cansa de repetir este curso?

— ¡Claro que no!.  Vengo sólo por usted — afirmó giñandole el ojo.

Sus iris se encontraron con la felina mirada reconociendo al instante la situación.

¡Santa mierda! pensó Jimin en el momento en que una malévola sonrisa se asomó en el rostro del pálido.


¡Hola mis amores! Les traigo una nueva entrega de mis locas ideas de medianoche. Espero les guste. Informo que las actualizaciones serán lentas y que aún no se cuántos capítulos tendrá. A penas eso se defina lo pondré en la descripción. Un abrazo y rían sin moderación. (ˆuˆ)

Trouble  «Yoonmin»Onde histórias criam vida. Descubra agora