Capítulo 18

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Cruzaron terrenos abiertos a la luz de la luna y el frío cálido de la noche, se introdujeron en verdes y espesos bosquecillos, para salir de nuevo a anchos espacios cubiertos de musgo a cuyo alrededor se alzaban grandes Olmos muy por encima del frondoso techo; atravesaron densas masas de brezos floridos, castaños frondosos y espesos arces, cuyo dulce aroma era casi abrumador. Noa estaba emocionada, pero a la vez nerviosa pues conocería a muchas personas y sentía miedo de no ser lo que ellos esperaban.

- ¿Qué pasa por tu mente? –Preguntó Heatcliff preocupado luego de observarla un rato sin que emitiera una sola palabra. Llevaba callada todo el camino y a menos que estuviese dormida, Noa no era de las que hacían silencio por más de una hora. Bajó unas enormes rocas y le ayudó a bajarlas a ella.

- ¿Qué pasa si... los decepciono? – Dijo mirando por donde pisaba.

- No. Ni lo pienses. –Dijo algo molesto- Eres más de lo que ellos esperan Noa. Están tan nerviosos como tú. No pienses, solo actúa. –"Sí, mira quien habla", pensó para sí mismo.- Ven. -Dijo luego de un rato de no recibir respuesta- Quiero mostrarte algo. Toma mi brazo, por aquí, vamos.

Así fue como Noa se encontraba en medio de la noche caminando por el bosque con un chico de cabello grisáceo, hacia un sitio que desconocía. No llegaron muy lejos cuando se toparon con un lugar donde el suelo se tornó áspero y rocoso. Subieron por una colina de piedras y llegaron a un acantilado. A sus pies, un pequeño valle con un gran río que corría rápido y furioso su camino. A los lados no había nada más que un puente a lo lejos, por el que supuso que cruzarían después. Comenzó a preocuparse al ver que no se movían de la orilla y miró detenidamente el rostro de Heatcliff bajo la luz de la luna llena. Jamás le había parecido tan... mágico. Era obvio que un chico así no sería humano. Intensificó su mirada, buscando una respuesta a su pregunta silenciosa.

- Deja de observarme como si fuera un feo troll. –Dijo sin apartar la vista del fondo del acantilado. "No eres un feo troll, eso es seguro", pensó Noa.- Sólo... espera y mira el río.

- ¿Es aquí cuando me dices que trabajas para la reina y que me vas a lanzar al fondo aunque te caiga bien? Porque parece una larga caída desde aquí...–Dijo Noa mirando el fondo y sintiendo escalofríos.

- ¿Qué? ¡No! Vaya imaginación la tuya... solo... observa el río, ¿Quieres? –Dijo con una sonrisa irónica mientras se sentaba cerca de la orilla. Noa, impaciente, se sentó junto a él y esperó. Al instante, crujidos comenzaron a oírse a lo lejos. Provenían de aquel río a sus pies. Resonaban por todo el valle como un coro de aves al amanecer. El río se estaba convirtiendo en hielo, se estaba congelando rápidamente, era magnífico. Noa jamás había visto tal cosa. 

La chica de la capa escarlataWhere stories live. Discover now