Para: Phoebe Grey S.
De: Christian Grey.
Asunto: Un punto.

Toda una niña obediente. Gracias por avisar, aunque tienes razón, la señora Grey lo ha hecho antes. Indiscutiblemente, extraño a la terca de mi hija.

Disfruta mucho del viaje y vive el momento.
Te quiero.

Christian Grey.
Padre de una bellísima escritora.

Sonrío a la pantalla, a que puede ser lindo cuando quiere. Le respondo con muchos besos y se lo envío. Paso al siguiente.

Para: Phoebe Grey S.
De: Theodore R. Grey.
Asunto: Hermana menor.

¿Por qué les escribes a todos menos a mí? Tengo que enterarme por otros que has llegado y veamos porqué otro ha sido. Un tal alemán que se hace pasar por mi amigo cuando solo quiere robarse a mi hermanita. :'(

Te informo que entraré al quirófano, si no vuelvo, te quería pequeña bruja.

Theodore R. Grey.
Gerente de administración en Grey Enterprisses Holdings.

¡Te arranco las pelotas, Theodore! La sonrisa que ha conseguido al inicio se me borra. Tecleo a la máxima velocidad la respuesta: «¡Estúpido, estúpido!». Tras enviarlo abro el siguiente.

Para: Phoebe Grey S.
De: Paul Zimmerman.
Asunto: Pequeña novia mandona.

Vale, te extraño tanto que irremediablemente me he leído muchas veces tu correo, tienes unos dotes de mandona impresionantes. Pero aún así, mi corazón te quiere.

Theodore ha salido bien, se encuentra en una habitación descansando. Sé que has dicho que dormirías, pero quería informarte. ¿Me puedo quejar contigo de algo?
Respóndeme en cuanto leas esto.

Paul Zimmerman.
El novio de la mandona.

Me echó a reír en cuanto leo que me ha llamado mandona. Lo soy, no tengo porqué negarlo. Suspiro por sus palabras, y me tranquilizo al saber que el idiota de mi hermano ha salido bien. Cierro la aplicación y la cambio por Skype, le añado a mis contactos enviándole un mensaje.

Dos minutos después aparece conectado, me emociono. Tanto, que se ha evaporado el cansancio.

Hola preciosa.

Hola, señor Zimmerman.

Señorita Grey, ¿No iba a descansar?

Tuve unas cosas que hacer, ahora estoy en algo muy importante. ¿Dónde estás?

En la clínica, dame un minuto y te llamo.

Espero sentada a que lo haga, cuento los segundos hasta que aparece su bonita foto con la videollamada. Respondo y aparece él, de fondo tiene una pared de color blanco.

— ¿Y cómo la llevas, Zimmerman?

—Bastante bien para las circunstancias actuales. ¿Y tú? Habías dicho algo sobre dormir, ¿Dónde quedaron esos planes?

—Han pasado al olvido. Braulio ha venido para aclararme unas cosas de este viaje, unos ajustes del itinerario. —Lo veo rodar los ojos. —Ha sido por trabajo.

— ¿A ese no le enseñaron que un hombre no entra al cuarto de una señorita?

—Ajá, Paul. Tú has entrado al mío y nadie dice nada. Es más, he estado en el tuyo.

LA HIJA DE GREY (ONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora