CAPÍTULO IV

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                                 ♣

     Habían transcurrido apenas 2 días desde que Collins dejo a Makena en su casa. Él estaba atareado con el trabajo y no del nocturno. Resulta que Shanee Collins era bien conocido no solo por ser atractivo y sexy. También pertenecía a una prestigiosa empresa a la que ingreso al poco tiempo de graduarse de la universidad. Allí trabajaba como asesor y dirigía todo un departamento que le correspondía como gerente. Para tener solo casi 25 años las puertas de todo un mundo se le habían abierto velozmente y es que claro el Padrino de Shanee, Richard Mullder era nada mas que el dueño de dicha compañía. Sin embargo Collins se había ganado ciertas cosas con su dedicación eso era más que claro y aunque el departamento que dirigía era pequeño. Collins se sentía a gusto trabajando allí. A parte las trabajadoras de su piso eran bastante atractivas y se dejaban caer tan fácil con una simple mirada. Si, Shanee era todo un galán. Pero también era bastante selectivo con las mujeres que arrastraba a su cama.

     ...

    Collins se encontraba en el quinto piso de aquel edificio observando el atardecer. Pensando en... Makena. 

¿ Era imposible tener la mente totalmente en blanco ? Y ¿Dejar de pensar en ella?

     Makena, estaba bien.

    Un golpe seco lo despertó de sus pensamientos. Alguien tocaba a su puerta.

    -Buenas tardes señor. -Dijo una bonita mujer de Unos 28 o 30 años. -Aquí tengo listo el informe que me pidió. -Colocó las carpetas sobre el escritorio y dejo caer sus hermosos ojos cafés en el rostro de Collins. A ella también le gustaba. - Quería saber si había posibilidad de retirarme un poco antes. -Se bajo un poco la blusa simulando que la acomodaba y mostrando así un poco más los pechos. -Mi auto se averió. -Anuncio la mujer apoyándose en el escritorio y mordiendo con algo de fuerza su labio inferior.

    -En ese caso, termina tus horas completas y yo te llevo hasta tu casa. -Respondió Collins apoyándose en el escritorio y poniendo su rostro excesivamente cerca del de ella.

    Podía besarla si lo hubiera deseado, pero en realidad Pamela no era su tipo, era hermosa y tenia un cuerpo tan jodidamente bueno. Pero no. Simplemente No. Collins quería de ella, lo que ella estuviera dispuesta a darle. Solo eso. Desde hace mucho Collins no se había interesado en ninguna mujer tanto como para ir de forma oficial con ella a alguna cita. No, eso no pasaba con Shanee. Para él, solo bastaba estar en medio de las piernas de las tantas mujeres que deseaban acostarse con él e incluso lograr enamorarlo. Pero eso no ocurría. Shanee Collins no sentía amor por las mujeres, solo sentía deseos y placer.

   ...

   Transcurridas las horas Pamela se encontraba con Collins en el estacionamiento. Recostada de su auto mientras Collins besaba con fiereza su cuello y descendía hasta sus senos. Ella estaba encantada. Y es que había esperado tanto por eso. Desde hace un buen tiempo que se le insinuaba a Collins pero este no parecía darle mucha importancia.

   El beso se profundizó en caricias y... Pamela abriendo su blusa con desesperación. Collins abrió la puerta trasera del auto y la mujer se sentó dentro manteniendo las piernas afuera. Se recostó sólo un poco y desabrocho con furia El cinturón del pantalón azul marino de Collins. Y luego jalando Al joven muchacho por el cuello hacia ella.

    Shanee no estaba demasiado entusiasmado, es decir iba a acostarse con ella porque necesitaba "relajarse" un poco y a decir verdad la mujer no estaba nada mal. No podía simplemente despreciar esa oportunidad. Se recostó sobre ella y mirando como la mujer parecía estar mas que extasiada con todo aquello no dudó mucho y subió su falda lo más que pudo... Pamela abrió las piernas ansiosa y esperando que Shanee Collins por fin entrara en ella. Iba a ocurrir muy pronto. Él la empujo con fuerza, hacía atrás obligándola a recostarse del todo para el hacer un buen trabajo... Iba justo a donde debía.. Entonces...

     -¡Auch! -Se quejó la mujer con un gritito de dolor.

    Collins levanto la cabeza y comenzó a fruncir el ceño. Él no había hecho nada... Aún.

    Pamela se incorporó con fastidio y llevo una de sus manos tras su espalda.

    -¿Qué es esto Collins? -Espetó la mujer mostrándole un bonito zapato dorado brillante de tacón de aguja.

     -No son míos. Lo juro. -Fue lo único que alcanzo a decir, aún confundido mirando el zapato.

     -¡Por supuesto que no son tuyos! -Se bajo la falda y comenzó a colocarse la blusa. Se movió un poco buscando la blusa. Y otro ¡Auch! Se escapo de sus rojos labios. Pero está vez más molesta que confundida.

     Pamela tomó sus cosas y se marcho dejando a Shanee Collins aún mirando los zapatos.

     Makena Makena Makena...

  Ese era el nombre que se repetía en su cabeza una y otra vez. ¿Y como no? Esos, eran  Sus zapatos. ¡Dios! ¿Acaso era posible lo que acababa de ocurrir? Makena Foxworth. Tonta Cría distraída y olvidadiza. Esa niña iba a volverlo loco. ¿En que momento llegaron esos zapatos ahí? Ella estuvo todo el tiempo en el asiento delantero mojando todo con sus lágrimas. ¡No se había movido de ahí!

    Dejó escapar un pequeño suspiro cargado  de frustración y encendió un cigarrillo. Unos Minutos después se subió a su auto sólo y emprendió su camino a casa.

  

Cuando Seamos FelicesWhere stories live. Discover now