CAPÍTULO II

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                                 ♣

   Camino hecha una furia, intentando parecer calmada y no perder la compostura solo por ver a su chico hablando con esa Arpía Blanquecina. Se detuvo al lado de Bradley y lo tomó del brazo mientras miraba de mala forma a la chica que yacía feliz tan cerca de él. Sin dar tiempo a que el pudiese siquiera decir algo al respecto, lo condujo presionando con fuerza su brazo hasta sacarlo al patio trasero de aquel lugar.

    -¿A que estas jugando Brad? -Gritó. -¿Que demonios haces con ella? -Su voz amenazaba con romperse.

    -Oye, preciosa calmate. -Se dirigió despacio a Makena y la abrazo. -Es solo una amiga.

   Pero Makena no estaba calmada. Se soltó de su agarre y se sentó junto a un árbol tapándose el rostro. Pidiendo al cielo no llorar en ese momento, no llorar ahí. Bradley se sentó junto a ella y la tomo de las manos, estaba temblando a causa del frío y claro de la impotencia que sentía.

    -No quiero mas discusiones contigo Kena. -Le dijo con un tono de voz triste. -Quiero que estemos bien. Se supone que luego de pasar tantos días sin vernos, debíamos estar aquí juntos. Disfrutando los dos. -El acariciaba su cabello con dulzura hasta que ella rendida por lo que sentía se recostó en su hombro.

    -Entonces... Quedate conmigo. -Se lanzo al vacío sin permitir que su cerebro pensara un poco. -Vamos a pasar esta noche juntos. Nosotros dos ¿si? .-Coloco sus manos en torno al rostro de él y lo beso. Haciendo que Bradley sonriera como si sintiera lo que ella sentía.

  ....

   Él se había quedado allí con ella explicándole todo. Y que su antigua relación había muerto. Que no debía preocuparse. Y Kena... Kena le había creído.

     -Voy por unos tragos. - dijo Bradley y regresó dentro.

   Makena se quedo afuera esperándolo. Pero ya habían pasado mas de 20 minutos y Bradley no regresaba, quiso levantarse e ir a buscarlo pero no quería presionarlo tanto, quería darle la oportunidad de que hiciera las cosas bien. Ella era capaz de darle esa oportunidad una vez mas. Porque lo quería y eso hacen las personas cuando quieren algo o alguien, son capaces de dar otra oportunidad para que te reparen y te dejen como nuevo o para que te destruyan y ya no haya manera de juntar los pedazos.

   10 minutos mas..

   Otros 20 minutos...

    Una jodida hora y media y Bradley aún no regresaba.

    Se puso de pie y regreso al salón donde ahora las cosas habían subido de nivel, el ambiente emanaba un horrible olor a cigarrillos con mucho alcohol y sudor. El constante cambio de las luces de colores intermitentes dificultaba la visión de la chica pero con un poco de esfuerzo logró localizar a su Amado Bradley empalagado de nuevo con Mallory. ¡Era el colmo! La había dejado afuera en el frío como una tonta mientras el regresaba con su Oxigenada Rubia. Quiso ir y darle de bofetadas con los incómodos zapatos altos que aun traía puesto, pero no. No haría él ridículo de nuevo. EL DEBÍA BUSCARLA. así que pasó junto a ellos y se aseguró de que Bradley Evans la viera pasar Furiosa. Y claro. Él la vio. Fijo la mirada en la joven que ahora caminaba destilando furia por donde pasaba.

     Makena buscó a sus amigas entre la multitud pero solo pudo hallar a Keisy felizmente con su novio a punto de irse. Corrió con algo de dificultad hasta ellos y los detuvo solo para obtener un: "Me Iré con jackson a su casa, su familia tiene una fiesta de graduación para el" por parte de su amiga. Makena se sintió como un molesto "Sobrante"

    -Pero puedes venir con nosotros. -Sonrió. -Puedes llevar a Bradley si quieres, él y jackson son buenos amigos.

   Era obvio que Keisy no había captado aún lo que sucedía. De lo contrario no hubiese dado tal respuesta. Seguro ya le estuviese gritando un par de barbaridades a la Rubia y a Bradley aun le estaría diciendo las calamidades que caerían sobre el por hacerle semejante cosa a la pobre Kena.

    Pobre Kena... Eso era lo que se repetía en su mente.

    -No te preocupes. Estaré bien aquí. -Se despidió de su amiga y sin más que hacer se dispuso a buscar a Bradley para que la llevara a su casa. Ya no quería estar en esa Estúpida fiesta, con esa Estúpida gente y con Él claro.

   Buscó y buscó pero no pudo hallarlo dentro del salón. Fue cuando salió a la entrada principal que pudo verlo ya un poco lejos caminando con una de sus manos sobre las caderas de Mallory y luego subirse los dos riendo a su auto. Caminó lo más rápido que pudo hacia ellos, quería llegar antes que se marcharan. Quería decirle: "Bradley no me dejes aquí... No tengo como irme a casa"  pero no logró llegar a tiempo incluso caminando descalza.

   Se quedó parada sobre el suelo húmedo de la carretera mirando como el mercedes rojo desaparecía sobre el asfalto. 

    Humillada, descalza y sola Kena tuvo que emprender el viaje a su casa. No iba a regresar a aquella fiesta. Su orgullo no se lo permitiría. ¿Cuantas personas se habían dado cuenta de eso? ¿Era justo que algo así le pasará? ¿Que cuando las cosas debían estar bien, siempre llegaba alguien mejor que ella? Y se llevaba todo.

   ¿Que importaba eso ahora?

  Caminaba lo más rápido que el frío le permitía, no quería estar descalza pero tampoco quería ponerse aquellos preciosos pero incómodos tacones, no lo resistiría. Era mas útil tenerlos en las manos y usarlo como arma.

   Trataba de pensar en cualquier cosa para ahogar lo que estaba sintiendo. Quería llorar. Quería gritarle desde ahí a Dios (Si en verdad había uno) que ella no merecía tal cosa. Las lágrimas se agrupaban de a poco en sus ojos y el pecho le ardía de tal forma que el dolor podía sentirse físicamente también.

     
...

    Unas luces brillantes se deslizaban despacio detrás de ella. Era un auto pero a la joven descalza de rostro manchado por el Rímel y el delineador corrido a causa de las lágrimas no le importó y siguió con su paso lento y pausado. Unos instantes atrás abstraída en su propia mente no se había fijado en el suelo y había pisado una botella rota.

     El auto se detuvo a su lado y el conductor bajo los vidrios de la ventana del copiloto.

   -¿Makena? - Preguntó una voz familiar.

    Era Collins...

  Se bajo de prisa del auto y corrió hasta ella.

    -¿Que sucedió? -Preguntó aun más preocupado cuando la tuvo tan cerca.

   La joven solo dejo caer los zapatos al suelo y se sujeto a su cuello con fuerza mientras estallaba en sonoros sollozos y lamentos que rompían el silencio de la madrugada. Él solo la aprisionaba contra su pecho y deslizaba sus dedos entre su cabello.

   La ayudo a subir al auto y le pidió mas de una vez que le explicara lo Sucedido, hasta que ella pudo dejar de llorar y contarle lo que había pasado.

   Iban de paso por el vecindario donde vivía Mallory. Fuera de su casa como si el destino de Makena solo dictaba que las cosas debían empeorar estaba estacionado el auto de Bradley y.... Bradley con Mallory.

   Makena subió el vidrio de la ventana al notar que Bradley la había visto. Pero eso no era todo. Supo que esa noche no había sido peor porque lo peor estaba por venir.

     -No te bajes del auto. -Dijo Shanee.

   Y en un abrir y cerrar de ojos Collins estaba llegando vuelto una furia donde se encontraba Bradley.

    -¿Quien demonios te creés? Grandísimo imbécil. -Grito Collins haciendo a un lado a la rubia que parecía palidecer aun mas.

     -Collins... -Musitó la rubia mirando casi fascinada a Shanee.

     -No quiero que te acerques a Kena de nuevo. ¡Me oyes! - Gritó esta vez aún mas fuerte y dando un empujón a Bradley que fue a dar de espalda al césped.

   Bradley se levanto de prisa y se abalanzó sobre Shanee pero Makena se interpuso en el medio de ambos a toda prisa y evitó todo contacto que este par pudiera tener.

    Con los ojos hinchados y cojeando un poco, porque el dolor físico había regresado, Makena tomó de la mano a Collins evitando mirar siquiera a Bradley, y lo condujo al auto de nuevo.

Cuando Seamos FelicesWhere stories live. Discover now