#14

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Byakuran frunció el ceño inquieto.

Alaude parecía particularmente tenso y Giotto no daba sus luces por ningún lado, ladeó la cabeza extrañado.

Desde el inicio del día el rubio parecía pensativo, como si algo le estuviera molestando y, estaba seguro, no se trataba de Daemon.

Suspiró hastiado y curioso.

—¿Te sucede algo, Cari?

Hibari se encogió de hombros con desgano y le miró con indiferencia.

—No me digas Cari, es un asco —bufó—. Y no sucede nad...

—Alaude, estás más pensativo que cuando te enteraste de que empecé a salir con tu vecino —señaló con obviedad—. Más incluso que cuando Giotto te dijo que te amaba.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Alaude ante aquel recuerdo, había sido un día muy perturbador.

—Bah, tonterías —dijo, sin embargo—. Sólo me preguntaba algunas cosas, cómo mi hermano acabó con tu cuñado, específicamente.

El albino le miró fijamente, disfrutando de una bolsa grande de malvaviscos y con la incertidumbre tatuada en el rostro.

Alaude le ignoró volviendo a pensar.

¿Honestamente? Sí, estaba preocupado. Saber que... Esa mujer estaba en Japón le inquietaba aún cuando Fon le había dejado en claro que no la vería.

Pero... La conocía, era su madre y ella sólo podría haber regresado por una razón. Para joder.

Suspiró cansado y bajó la mirada hacia sus deberes, tendría mucho que hacer esa tarde en casa y los exámenes no hacían más que empezar.

¿Por qué siempre todo se acumulaba? No lo entendía.

—Dijiste que Kyo-chan es tu hermano —murmuró por fin un ensimismado Byakuran—. Dios mío, esto es peor de lo que pensé...

—¿En qué pensabas? —le miró intrigado mientras se apoyaba en la mesa, aburrido—. Es más, ¿siquiera sabes cómo funciona? Sales con Daemon después de todo.

El albino rodó los ojos.

—Gracioso, como sea —le imitó y sonrió con malicia—. Gio-chan ha estado escondiéndose desde que llegó, Ko-kun, el amigo de Cozart parece extrañamente tenso también.

Hasta donde sabía, al tonto de Aoba le gustaba cierta persona y esa cierta persona se volvía estúpido cuando cierta hermana suya estaba cerca.

Gesso era perfecto para atar cabos sueltos.

—Ya, Kyoko está de visita, aparentemente y quiere volver con lo del compromiso —rodó los ojos molesto—. ¿Y qué con eso?

—No lo sé, dime tú —estrechó los ojos con sospecha—. ¿Qué te afecta de esta situación?

—¿A mí? Absolutamente nad...

Giotto atravesó la puerta del salón con torpeza, dándose de bruces y arrastrándose rápidamente para esconderse tras el escritorio del docente quien aún no llegaba.

Poco después, una cabellera del color de las zanahorias apareció ante los sorprendidos estudiantes y recorrió el lugar con una mirada fría.

Kyoko parecía molesta y sus ojos se detuvieron más de lo necesario en un rostro inexpresivo.

Bufó con pedantería.

—Alaude, ¿dónde está mi prometido? —exigió saber, haciendo que todos en el lugar contuvieran el aliento y que Byakuran mirase hacia atrás, a un punto rojo muy confundido—. ¿Dónde está Giotto?

Poco comúnWhere stories live. Discover now