#13

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Giotto era...

Una reina del drama.

—¿Es en serio? —bufó golpeando su frente con molestia—. ¿Por eso has llegado así de alterado? Menuda idiotez.

El rubio le miró mal, abrazando con más fuerza la suave almohada de su mejor amigo y le sacó la lengua.

«Este, señores, es el ejemplo de madurez perfecto. Tsunayoshi es un niño tan independiente... Menos mal que no sigue sus pasos»

—Bueno, ha sido bastante sorprendente. Sabes cómo me pongo con esas cosas —torció el gesto incómodo, Alaude rodó los ojos—. En serio es un problema, ¿qué tienen de malo mis ataques de pánico?

—Me has dado el susto del siglo y creo que Fon ha perdido dos años de vida —le miró mal—. Ya está lo suficientemente viejo, no necesito que muera aún.

—¿Quieres que muera?

—Honestamente no, pero en algún momento le tocará —subió una pierna en la silla frente a su escritorio con una mueca y la empujó hacia la cama—. ¿Trajiste tu teléfono?

Giotto le miró completamente inexpresivo. Como si no se creyese la pregunta y soltó la almohada.

—¿Estás tratando de ser gracioso? —bufó rebuscando en sus bolsillos—. Jamás le suelto. Tsuna tiene la obligación de llamarme a mí en caso de emergencia.

—¿Sabes que prefiere ir donde Xanxus? No te tiene tanto aprecio.

—ESE NIÑO ME AMA.

No iba a discutir con él, sólo se encogió de hombros mirando cómo el rubio colocaba el celular en la silla y la empujaba en su dirección.

—Sólo decía, no hay necesidad de... —encendió la pantalla y sonrió, una mirada divertida fue a parar al pálido rostro de Sawada—. Vaya... ¿Estás haciendo cursos con Mukuro?

—¡Eso...! ¡No es lo que...! —se levantó y tropezó al intentar correr hacia él—. Yo... Me quiero morir. Tierra, trágame. Es ahora o nunca.

—Drámatico.

El rubio gimió abochornado desde el suelo y sólo tomó las enredadas mantas de sus piernas para cubrirse, Alaude siempre le vería como el mocoso de seis años que le arruinó la vida.

«Al menos ha mejorado algo de su gusto por películas... Más o menos»

Haciendo los recuerdos y pensamientos a un lado, volvió a encender la pantalla del celular del otro.

Ignoró el sonriente perfil de Cozart y deslizó el dedo por la pantalla, sabiendo que los patrones de bloqueo de su mejor amigo eran demasiado predecibles.

Accedió a la mensajería y revisó.

Hola, cariño.

Ha pasado un tiempo...

¿Sigues enojado?

...

Giotto, estoy de regreso, ¿sabes?

Y ahí estaba, la inteligente respuesta del idiota aquel que sollozaba en el suelo.

Khe?

Un monosílabo exquisito, la lengua castellana estaba orgullosa de él. Rodó los ojos.

—¿Y esto te ha hecho correr casi llorando a mares a mi casa? —bufó llamando la atención del otro—. En serio, Ieyasu. Tu inteligencia es...

Poco comúnWhere stories live. Discover now