#6

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Vale... Estaba entendiendo más o menos cómo iba la cosa, les miró curioso y siguió degustando su jugo de fresa, Mukuro se veía feliz sentado junto a su novio y el susodicho no parecía querer matarle tanto como antes.

—Pues felicidades —soltó por fin con una sonrisa—. Me alegro de no tener que seguir escuchando los lamentos de un acosador.

—¡Eres tan cruel!

—Estás enfermo, en serio —Hibari suspiró cansado y miró a Tsuna—. Lamento las molestias.

—No hay problema —se encogió de hombros—. Espero que pueda soportarlo, Hibari-san, no quiero seguir sufriendo su mal de amor.

—¡Tsuna, eso no es...!

—Ya, lo cuidaré bien —sonrió malicioso—. Me deshice de toda la evidencia por la cual podría enviarlo a la cárcel si discutimos.

Ante eso Sawada expresó su perplejidad escupiendo su jugo en la cara del italiano, le dedicó su expresión más incrédula al prefecto. Ese azabache era su nuevo dios.

—¡¿Se deshizo de las doce cajas?! —exclamó sorprendiendo a Kyōya—. ¡¿Las doce malditas cajas y los seis pósters?! ¡No invente!

Ante el palm face que vio en su mejor amigo supuso que la había cagado, el rostro del azabache se ensombreció y se giró hacia el acosador... Mukuro tembló como Tsuna cada vez que le tocaba defender un proyecto.

¿Flan de piña? No sonaba apetitoso...

—¿Seis pósters y doce cajas? —murmuró serio—. ¿Dónde las escondiste?

—Ave-kun, yo...

—¿Dónde?

El castaño abrió su bolsa de papas y miró entretenido el show, había hecho bien al acercarse a la piña en su primer día de clases.

Una de sus mejores y más sabias decisiones.

—Bu... Bueno, yo...

—Mukuro.

—La habitación de Nagi.

El prefecto asintió levantándose, el acosador lo imitó completamente nervioso y Tsuna se mantuvo en su sitio.

—¿A dónde van?

—Yo iré a quemar la casa de los Rokudo —bufo el azabache—. ¿Quieres que te traiga algo?

—En el refri siempre hay comida deliciosa —sonrió—. Si ve pasteles, podría traerlos, Hibari-san.

—Por supuesto.

Mukuro no dijo nada, demasiado asustado sólo alcanzó a dedicarle una mirada de odio a su mejor amigo y Tsuna le lanzó un discreto beso.

«Te pasa por pendejo, nadie te manda a contarme tus oscuros secretos»

Cuando la pareja se fue, el castaño le dedicó su atención al despejado cielo.

Era un día hermoso...

O lo fue hasta que la puerta de la azotea se abrió de golpe, asustándole de gratis.

Un nuevo azabache de rostro hostil se presentó frente a él, suspiró.

—¿Sucede algo, Xanxus? —cuestionó calmado—. Hoy me he portado bien, no hay razón para...

—Cállate.

Asintió.

Volvió su vista al cielo y sintió a su primo sentarse junto a él, los nervios empezaron a invadirle e hizo lo que pudo por parecer desinteresado.

Sólo habían pasado dos días desde que hubo un malentendido entre ellos por culpa del maldito de Rokudo, acosador de alondras, Mukuro y eso le ponía de nervios.

Desde el incidente Xanxus había optado por estar junto a él cada dos segundos, supervisando que se concentrase en estudiar y no en estupideces como el amor... Si tan sólo supiera que era el único que podía distraerle en clases...

Suspiró cerrando los ojos.

Sabía que estaba mal, en primera eran familia. Aquello era malditamente ilegal e inmoral, sin embargo no se manda al corazón... O a las hormonas, mucho menos cuando se tiene a semejante familiar viviendo bajo el mismo techo y paseándose sin camisa sin pudor alguno.

Malditas fueran las hormonas y la homosexualidad no escogida.

—Nuevamente has perdido el tiempo con el inutil de tu mejor amigo —oh, había tardado más de lo pensado—. ¿Es que acaso no aprendes, escoria? Necesitas esforzarte para que tu madre esté orgullosa de ti.

—Lo sé.

—No lo sabes, si lo supieras me harías caso cuando te hablo —sintió un golpe en su nariz y abrió los ojos—. Sabes que odio que no me mires a los ojos.

Ya, que sí.

Se sabía el cuento entero, pero no era su culpa quedar prendado de aquellos ojos carmesí que no eran igualados ni por la exótica mirada de sus dos mejores amigos.

—Lo siento.

—No es lo que me parece a mí —frunció el ceño—. Escoria, no pienses en cosas inútiles.

«"Sólo piensa en mí "... Sería surrealista que dijera algo así»

Volvió a suspirar, bajando la mirada por unos segundos y asintió.

El azabache le seguía mirando con extrañeza y abrió la boca para decir algo cuando la campana anunció el final del descanso y Tsuna se levantó apresurado.

Su salón estaba muy lejos de la azotea y Nezu le mataría si llegaba tarde, esquivó a Xanxus y se dirigió hacia la puerta antes de sentir un tirón el uno de sus brazos.

Gimió cuando su espalda chocó contra la pared y sintió el mundo dar vueltas al golpearse la cabeza, cerró los ojos con una mueca de dolor momentos antes de abrirlos con sorpresa al sentir los labios de su primo sobre su cuello.

Se estremeció y se aferró a sus hombros instintivamente cuando le sintió alejarse.

—Xanxus, ¿qué...?

—Sabes que odio que me ignores cuando estoy por decir algo —bufó soltándolo y dirigiéndose a la puerta—. Toma eso como tu castigo por pasar de mí.

Tsuna se quedó allí, de pie contra la pared mirándole salir y sintió el poder de la adolescencia hormonal apoderarse de él.

Se portaría muy mal si obtendría esa clase de castigos de su sexy familiar, definitivamente valdría la pena.

Oh, este me dio mucha pena escribirlo, me acuerdo xD

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