Capitulo 36: Explicaciones

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Fueron varios minutos en los que nadie habló. Simplemente estaban ahí sentados, tratando de digerir lo que acababan de descubrir. Saber que Chuck y Amara les habían hecho todo eso fue como recibir un baldazo de agua fría. De muchas personas que conocían, ellos habrían sido los últimos de los que habrían sospechado. Dean y Sam estaba de pie, tratando de hablar correctamente, pero todo lo que salía de sus bocas eran sonidos incoherentes. Los ángeles no habían quitado las miradas molestas de su padre y tía. La atmosfera se había vuelto pesada de golpe, mientras que Chuck y Amara intentaban usar las palabras correctas para explicar todo. Pero el primero en hablar terminó siendo Lucifer.

-Dime que no hiciste todo esto por una absurda lección-dijo entre dientes.

Chuck y su hermana intercambiaron una mirada.

-Hermano-dijo ella, esperando que comenzara.

-No fue... precisamente una lección, pero tampoco fue para darnos entretenimiento a nosotros-explicó.

- ¿Por qué fue entonces?-preguntó Gabriel.

-Digamos que nosotros fuimos los que quisieron que Lucifer encontrara a Balthazar, y que él lo trajera aquí-respondió Amara. Sus sobrinos le lanzaron miradas confusas-. Gabriel, ¿crees que no sabíamos cuanto los extrañabas?

El arcángel menor bajó un poco la cabeza.

-El problema fue que, al ver cómo estaban las cosas aquí, supimos que debíamos hacer algo para que pudieran estar en paz de una vez por todas-continuó el Señor-. Admito que tal vez nos excedimos con las cosas, como que Amara enviara demonios para que ustedes pudieran trabajar en equipo, o el hecho de que Balthazar casi se ahoga, o de... haber matado a Sam, y luego a Gabriel.

- ¿Cómo dices?-exclamó Balthazar, bastante molesto.

-La idea no era esa, pero las cosas se nos salieron de control-respondió Amara-. Nunca habríamos esperado que las cosas dieran tremendos giros, pero fueron ustedes quienes pudieron resolverlo. Y Dean y Sam también. Y Sam hasta le dio un abrazo a Lucifer-agregó, mientras ella y su hermano reían.

-Entiendo una parte, pero no han respondido el por qué-dijo Castiel, con su característica expresión seria.

-Queríamos que ustedes pudieran darse cuenta de que no siempre se puede vivir con odio ni rencor, y menos en situaciones donde se necesita de los demás. Queríamos que vieran que pueden perdonar si olvidan por un momento el pasado-respondió Chuck, con voz serena-. Sé que es la peor excusa, pero es la única que hay. Sabíamos que, en el fondo, ustedes nunca olvidaron todo lo que feliz que vivieron en el cielo.

-Eres increíble-dijo Lucifer, un poco alterado-. O sea que planean todo este show para una jodida lección... ¿y tienes el descaro de venir y decir que la idea de todo es perdonar y trabajar en equipo?-escupió.

-Lucifer.

-Espera, ahora que estamos todos aquí, y que Chuck y Amara están presentes, hay algo que nos tienes que responder, Lucifer-habló Dean por fin-. ¿Por qué volviste a enojarte con todos y todo? Tu padre se disculpó contigo y trabajaron juntos. Creímos que todo estaba olvidado.

-Así era-confirmó Lucifer-. Pero cómo no, cuando por fin puede arreglar las cosas con Amara, no se le ocurre mejor idea que volver a irse sin considerarme. Creí que al menos podría buscarme y decirme que se iría, pero en lugar de eso se borró nuevamente... Me volviste a abandonar.

Dios entrelazó sus manos y las llevó a su frente, mientras bajaba la cabeza. Su hermana le puso una mano en el hombro, animándolo a hablar.

-Lo admito, no fue nada bueno de mi parte volver a irme sin hablar una vez más contigo ni con tus hermanos, pero creí que podrías estar en paz luego de que yo me disculpara contigo-contestó, mirando fijamente los ojos de su hijo.

-Me sentí traicionado de nuevo. Pensé que me habías dado una segunda oportunidad-dijo, sin darse cuenta de sus palabras.

Balthazar y Amara arquearon las cejas ante esas últimas palabras, mientras que los otros quedaron sorprendidos.

- ¿Una segunda oportunidad, Lucifer?-preguntó Sam, sin entender mucho.

-Pensé que me daría una oportunidad para demostrarle que podía volver a ser el hijo que tanto amaba, pero me terminé convenciendo que sólo me quería para detenerla a ella-respondió, señalando a su tía, quien bajó la cabeza. Sabía que Lucifer también había sufrido mucho, así que lo dejó hablar-. Era todo lo que quería: una oportunidad, pero parece que no confiabas lo suficiente en mí como para dármela, ¿no?

Sus ojos estaban cristalizados, mientras temblaba un poco. Evidentemente, seguía herido con las cosas que habían pasado con su padre, pero quería esconder ese dolor bajo la máscara de furia. No iba a dejar que sus hermanos menores lo vieran en tal estado.

-No, hijo, no es que no confiaba en ti. Yo nunca creí que era eso lo que querías. Creí que querías que me disculpara por haberte encerrado y por haberte dejado allí-reveló. Su tono sonaba increíblemente sincero.

-Lucifer, ambos nos equivocamos-reconoció Amara-. Si yo no hubiese reaccionado así cuando tu padre creó a los humanos, él no habría tenido que encerrarme, y tú no habrías tenido que portar la marca de Caín.

-No lo defiendas-exclamó Lucifer, cerrando los ojos un momento.

-No lo hago-aseguró ella-. Veo las cosas como son y reconozco ese error. Ése que te alejó por completo de tu padre y tus hermanos, que sin lugar a dudas te amaban... Te aman, y tú los amas a ellos, ¿no es cierto?

Los tres ángeles menores miraron a su hermano, quien no se sentía capaz de verlos a ellos. Claro que los amaba, pero no sabía cómo decirles eso después de tanto mal que les había hecho. Ni siquiera sabía si lo habían perdonado por esas mismas cosas. Levantó la cabeza para mirar a su padre y negó con la cabeza. Un segundo después, se levantó y salió del apartamento. Necesitaba estar solo un rato.

Dios se llevó una mano a la frente, mientras se cuestionaba gravemente lo que él y su hermana habían hecho. ¿Todo había sido en vano? Por el momento, decidieron dejar que Lucifer saliera y que se enfriara un poco, que tratara de digerir todo lo que ellos les habían dicho. Amara miró a sus sobrinos y se levantó de su asiento para hablar con ellos. Quería saber que habían hecho antes de ser metidos en ese juego y que sintieron durante todo el trayecto.

Dean y Sam miraron a Dios y no pudieron evitar suspirar con tristeza. Él no quería otra cosa más que recuperar a su hijo; el único ángel que no había podido perdonar muchas cosas. Entre ellas, no se podía perdonar él mismo, y eso... lo sabían todos.

Aventuras con los ÁngelesWhere stories live. Discover now