Capitulo 9: Vienen más problemas

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Había pasado menos de una hora desde que ellos habían llegado a la cabaña y Sam se había encerrado en el cuarto que iba a compartir con Gabriel. No tenía ganas de hablar con nadie ni verle la cara a Lucifer. Ahora iba a tener que aguantarlo hasta que volvieran al mundo real. ¿Lo peor de todo? No tenía como investigar lo que podía estar pasando. Los libros de la cabaña no servían y no tenía su laptop. De todas formas, no habría podido usarla, puesto que no había señal allí. No les quedaba más opción que hacer lo que ese sujeto puso en la nota.

Miró por la ventana y vio que Castiel les estaba explicando a Balthazar y Gabriel como usar una pistola en caso de algún peligro.

-Primero que nada, Sam dijo que no hay que poner el dedo en el gatillo a menos que vayas a disparar de una sola vez. Si van a amenazar a alguien, ahí sí pueden hacerlo.

-Ok... ¿Qué más?-preguntó Balthazar.

Castiel les explicó cómo manejarla, el tema de siempre ponerle el seguro al guardarla para evitar un accidente. Les dijo como debían sujetarla y, más importante, que no tuvieran miedo a la hora de disparar. Claro que ellos dos dijeron que no iban a sentir miedo, pero Castiel los conocía demasiado bien. Balthazar tomó la pistola y apuntó a la lata que el moreno había puesto para que practicaran disparar, mientras éste le tapaba los oídos para que no le afectara el ruido las primeras veces que disparara, según él. No le fue del todo bien: además de no haber estado ni cerca de darle, soltó la pistola después del disparo.

-Me dolieron las manos-dijo, agitándolas.

-Es normal. Es por la fuerza del disparo. Sujétala más fuerte la próxima-le aconsejó Castiel, tomando la pistola-. Gabriel, ¿quieres intentarlo?

-Seguro. Dámela.

Castiel se puso detrás de él y le tapó los oídos. Siguiendo el consejo, sujetó con firmeza la pistola y respiró despacio. Antes de disparar, contuvo la respiración. Al apretar el gatillo, le pasó lo mismo que a Balthazar, con el único detalle de que él estuvo más cerca de darle a la lata.

-Es más difícil de lo que pensé-dijo Gabriel, agitando un poco las manos.

-No se preocupen. Ya podrán hacerlo bien. Yo lo hice-los animó Castiel.

-Muy bien, Cassie, sigamos intentando entonces-exclamó Balthazar, tomando la pistola para tratar de darle a la lata de nuevo.

Sam suspiró y, después de pensarlo bien, decidió salir del cuarto para ir a ver a su hermano.

- ¿Dean?-preguntó, mientras bajaba las escaleras. No lo veía-. ¿Dónde estás?

-Salió para burlarse de los tontos que no pueden manejar un arma-contestó Lucifer, mientras leía-. No sé qué pasa, pero descubrí que leer es genial. Sin que pueda evitarlo, aparecen imágenes en mi cabeza.

-Tsss... Como sea-dijo el castaño con indiferencia.

- ¿Vas a ver a tu hermano?

-Sólo quería preguntarle algo y... ¿Por qué hablo contigo?

-No lo sé. Estás aburrido, tal vez.

El castaño bufó y decidió salir. No quería estar cerca de ese rubio. Pensó que, ahora que era humano, podía golpearlo todas las veces que quisiera. Aunque muy dentro suyo, sabía que Gabriel no le perdonaría eso, aun si sabía que Sam tenía derecho a desquitarse.

En el patio, vio que Dean estaba detrás de Castiel, abrazándolo por la cintura, mientras Gabriel y Balthazar practicaban tiros. No les iba ni muy bien ni muy mal. Con el tiempo, podrían aprender a disparar muy bien sin tener miedo o que las manos les dolieran menos que en ese momento.

Aventuras con los ÁngelesWhere stories live. Discover now