Capitulo 17: Cosas que no se olvidan

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Justo sobre la mesa del comedor, estaban sus armas. Habían puesto balas nuevas en las pistolas y Sam había estado limpiando el cuchillo, puesto que tenía algunos rastros de sangre de los demonios. Dean había limpiado también las armas, mientras los hermanos celestiales trataban de familiarizarse con ellas con la ayuda de Castiel. Si bien antes las habían usado, aún no tenían mucha experiencia.

-Lucifer, ¿podrás con ésta?-preguntó Castiel, pasándole la ranger. Ésas también las usarían Dean y Sam. Las habían encontrado en unas cajas.

-Seguro-respondió, mientras la tomaba y la examinaba con la mirada.

-Gabriel, tienes más experiencia con el revólver-exclamó, pasándole esa arma a su hermano mayor.

-Yo puedo llevar la pistola, si quieres-dijo Balthazar, sujetando la misma-. Después de todo, no tengo mucha experiencia con armas de fuego.

-Yo tampoco-dijo Castiel. Incluso después de un tiempo con los cazadores, no se acostumbraba a las armas.

-Bueno, no sé ustedes, pero yo comenzaré a hacer la carne-avisó Sam, poniéndose al lado del horno que tenían ahí. Éste estaba conectado a una garrafa, por lo que iban a tener que cuidarlo mucho para evitar que se gastara tan rápido.

-Si quieres nos vamos a la sala-exclamó Castiel, sin que se sintiera incomodo por estar en la misma sala que Lucifer.

-No, no, está bien. Quédense si quieren-dijo el castaño.

Desde que habían estado con la limpieza de armas y toda la cosa, se había levantado un viento bastante fuerte, pero no era uno de tormenta. Al menos no al principio. Las hojas de los arboles se agitaban rápidamente, mientras algunos árboles pequeños parecían dispuestos a romperse en cualquier momento.

-No nos tocó un buen día-dijo Balthazar-. Si tenemos suerte, encontraremos un portal aquí y nos iremos. Si tenemos mala suerte, tendremos que buscarlo fuera.

-No creo que podamos salir por ahora-comentó Sam, mirando por la ventana. Una nueva tormenta de nieve estaba comenzando. No iba a ser seguro que salieran.

Escuchó el suspiro de Gabriel y una breve queja de Lucifer. Los entendía: él tampoco quería estar mucho tiempo encerrado.

Desde el sillón de la sala, Dean podía ver como su hermano menor preparaba todo para comer, mientras los hermanos celestiales dejaban las armas en un rincón. Comenzó a sentirse levemente mareado. Atravesando por un momento que ni él podía describir, vio como Lucifer se comenzaba a acercar a su hermano con algo en la mano. Quiso abrir la boca para gritarle a Sam que se volteara, que viera al Diablo detrás de él con quién sabe qué intenciones. Sin embargo, sacudió la cabeza y lo vio sentado, leyendo uno de los libros que estaba en una pequeña estantería, justo al lado de la cocina. Dean apenas podía mirar la figura de su hermano, que estaba muy concentrado en lo que hacía. Incluso con la distancia que había, Dean podía casi oler los pocos nervios de Sam. Le estaba comenzando a preocupar gravemente el hecho de que tal vez estaba reviviendo las alucinaciones pasadas, pero sin que fuera el mismo Lucifer quien las creaba. Aunque debido a lo que le había pasado minutos atrás, pensó que tal vez era él era el paranoico. Gabriel, Balthazar y Castiel, que estaban sentados en la mesa y hablando despacio para no molestarlo, no parecían haberlo notado. Por una vez, Dean prefirió ahorrarse sus comentarios y guardar silencio, pero sin dejar de ver con suma atención las acciones de Satán.

- ¿Dices que deberíamos quedarnos más tiempo aquí?-le preguntó Castiel a Balthazar.

-No dije eso. Sólo digo que aquí no es tan malo si quitamos el hecho de que es probable que nos congelemos, pero mientras tanto, me parece un lugar agradable-respondió.

Aventuras con los ÁngelesWhere stories live. Discover now