Espejo retrovisor

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Sábado, 18 de noviembre 2017.

Mi querida Catia sabes que estas cartas son para ti. Para mí en el futuro. Lo que no sabes es la razón, ¿no es así? Pues hoy me encargaré de explicártela.
La razón es simple: porque quiero que mi Catia del futuro sepa (a través de cartas) quien fue, lo que hizo, lo que consiguió -y lo que no- y por los duros momentos que pasó. No le dedico cartas al pasado. Porque es eso, pasado. No hay más. No hay forma de volver atrás y decirle:
—Oye, yo del pasado, mejor hubieras hecho esto así y así porque te equivocaste, la decisión que tomaste no fue la correcta. Cámbialo, tienes otra oportunidad y resuélvelo.
¡No! No hay manera de hacerlo y en el caso de que la hubiera sería absurda.
Si esa manera de cambiar las cosas, 'corregir los errores', o tomar otra decisión existiera entonces el mundo iría aún peor. La gente no aprendería a resolver las cosas y reconocer que se han equivocado. Estaríamos llenos de infinitas oportunidades y nada valdría la pena.
Sin embargo, aún si poder solucionarlo, no olvidamos el pasado. No hay manera de la cual nuestra mente sea capaz de olvidar y no torturarnos día tras día de lo que hicimos mal y las malas decisiones que tomamos.
Vivimos la vida como si estuviéramos en un auto. Sí, un auto o un coche, un automóvil, un camión, una moto, una bicicleta, un triciclo, un tren, un taxi, un autobús. Un lo que sea.
Y en dicho auto nosotros mismos somos los conductores. Nos la pasamos sin mirar hacia delante. Solo mirando el espejo retrovisor.
Hay veces que paramos. Personas entran al auto. Otras salen.
Hay veces que retomamos el camino.
Otras veces las personas duran un tiempo. Y otras, tal vez, solo segundos. Instantes.
Hay veces que no queremos que se vayan. Que permanezcan ahí. Pero lo hacen. Se van.
Cuando salen del auto se van colocando tras el coche. Y podemos verlas. Siempre nos mantenemos mirando el espejo retrovisor.
Las vemos. Las lloramos. Nuestra vista se nubla. Las echamos de menos. Y cada segundo están más lejos. La vista jamás se nos apartará del espejo retrovisor. Incluso, llegamos a olvidar que ante nuestras narices tenemos el presente, y más adelante, nuestro futuro.
Estamos tan ocupados mirando el pasado. Recordando personas.
Pasado. Solo es eso. Recuerdos.
Que si bajásemos un poco la vista, chocaríamos con la realidad. El presente. Lo que deberíamos vivir. Disfrutar con los que estamos ahora metidos en el auto.
Y no esperar que estén lejos. Intocables. Y borrosos. Para poder llorarlos y echarlos de menos. Sin siquiera disfrutar hoy de tenerlos.
Un poco más alejado del presente está nuestro futuro. Yo siempre he relacionado el futuro con los sueños. Como algo que deseas.
Quien deseas ser.
Que sueñas tener.
Con quien deseas estar.
Como quienes sueñas ser.
Y así una gran lista de deseos, anhelos y sueños.
Pero si seguimos tan tercos mirando hacia atrás, ¿como pues, tendremos sueños? ¿Como realizaremos todo lo que una vez deseamos? ¿Como seremos capaces de reconocer los errores? ¿Como nos superaremos? ¿Como lograremos admitirlo? ¿Como vamos a tomar nuevas decisiones?
Si nos centramos en el pasado no lograremos tomar nuevas decisiones correctas. Y siempre acabaría repitiéndose la misma historia. Enamorarnos del pasado. De sus emociones. De sus personas. De todo lo vivido. Pero nos olvidamos de nosotros. Nos olvidamos que la vida continúa. Nos olvidamos de nosotros mismos. De nuestro presente. De los que están hoy. De quien tenemos. Nos olvidamos de nuestro futuro. De nuestros sueños. De lo que nos rodea. De los que hoy están montados en el coche.
Te escribo estas cartas a ti. Al Futuro. Porque el pasado ya lo he vivido y no puedo recuperarlo. En caso de que pudiera, estas cartas no irían a ti, sino a quien fui. Te las escribo a ti, Futuro, porque tú puedes reconocer errores, tomar nuevas decisiones, saber (según tu pasado) lo que te hace bien, lo que te hace mal y lo que te hace más fuerte. Vivir en el pasado y con un espejo retrovisor nos ancla en un mundo de inseguridad, dolor y culpabilidad. Pero vivir en el presente te permite tener una visión más amplia. Un cristal más grande en el que ves quien eres hoy y no quien fuiste o quien deseas ser. Nadie se preocupa en quien se hoy; sino en quien quiere ser mañana. Catia, tú preocúpate por quien eres hoy. Para mañana hay tiempo. No olvides tus metas... pero si hoy no pones de tu parte, mañana no tendrás nada. Recuerda siempre que quien eres hoy es gracias a quien fuiste ayer. Tu futuro se va a ver decidido por tu pasado y tú presente. Pero tu pasado no va a resolver nada. Solo quien fuiste y en quien te has convertido. Por eso te escribo cartas a ti, futuro, porque el pasado no me resolverá los problemas de hoy ni los de mañana.

Catia C.🖤

Cartas al Futuro.Where stories live. Discover now