Capitulo 11 *MARATON 1/2*

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Cuando Samanta se sentó a su mesa el lunes por la mañana, fue como si nunca se hubiese marchado. -¡Samanta! -exclamó Doreen James cuando la vio.

-Hola, Doreen.

-¿Qué estás haciendo aquí? -le preguntó.

-Las cosas no me fueron bien en Florida -dijo ella con cautela. La preocupaba cómo se tomarían sus compañeros su vuelta a la oficina ya que había mostrado tanto interés por marcharse. Pero sobre todo la preocupaba que, desde que habían discutido, no había vuelto a hablar con Freddie, y sabía que cuando lo hiciesen, sería la conversación más dura de su vida. .

Después de darse cuenta de que él aún amaba a la mujer del vídeo, volvió a la cama en silencio y lloró hasta quedarse dormida. No porque le resultaseobvio que nunca la amaría, sino porque lo había obligado a revivir el dolor.

Creyendo que lo mejor sería dejarlo solo.

Sabía que se acordaría de que estaría con Gina y pensó que la llamaría para ver si todo marchaba bien. Cuando lo hiciese, le pediría disculpas. Pero no llamó, y con cada hora que pasaba,  se sintió más triste y culpable, hasta que, el domingo por la noche, se dio cuenta de que lo que tenía que haber hecho era marcharse a Florida.

Cuando habló con Gina y con Hilton para decirles que volvía a su plan original,Hilton le ofreció pagarle los estudios superiores si se quedaba. También sabía que era un mal momento para la empresa y que la necesitaban, de manera que se había ofrecido a quedarse y no podía cambiar de opinión.

Sonó el timbre del ascensor y Freddie salió de él leyendo el periódico.

-Buenos días, Hilton -dijo y se detuvo al ver a Samanta-. Sam.

La forma en que dijo su nombre aquel día fue completamente distinta. Su voz estaba cargada de emoción y sentimiento tato que sintió un escalofrío. Pero las cosas entre ellos habían cambiado; se habían besado, habían estado a punto de hacer el amor en dos ocasiones y ella conocía su secreto mejor guardado. El secreto que no había compartido con nadie. Ni con Gina, ni tan siquiera con su tío Hilton.

-Buenos días.

-Freddie -dijo Hilton-, quiero que bajes a comprobar unas cosas conmigo.

-Bajaré en quince minutos -le dijo este.

-Que sean diez -dijo Hilton según se alejaba.

-Creo que lo mejor será que revisemos la correspondencia de la semana pasada.


-¿Estás segura de que estás bien así? -le preguntó  después de cerrar la puerta.

No parecía estar afectado por haber revivido las heridas del pasado.

-Por supuesto. Recuerda que me ofrecí voluntaria para volver.

-No me refiero al trabajo. Estoy hablando de nosotros. Sé que te dije que lo entendería si cambiabas de opinión después de contarte lo de Cassi, pero necesito que me digas que estás bien.

-Estoy bien -dijo ella-. Me doy cuenta de que sufriste un trauma que probablemente te impida tener una relación durante mucho tiempo. No soy tonta. No voy a obligarte a hacer algo que no quieres.

-Como te marchaste sin despedirte, pensé que estabas enfadada conmigo.

-No lo estoy -dijo . Si estaba enfadada con alguien era con ella misma por haber sido tan testaruda-. Todo está bien.

La puerta del despacho de Freddie se abrió y Doreen se asomó.

- Hilton quiere que bajes ya.

-De acuerdo contestó sonriéndole.

Después de pasar una semana entera juntos, conociéndose, compartiendo confidencias, divirtiéndose e incluso siendo románticos, no parecía correcto comportarse como un jefe y su secretaria como lo habían hecho durante los últimos cuatro años, pero él parecía no saber qué otra cosa hacer.

-Me alegro de que estés de vuelta -le dijo él finalmente.

-Yo también me alegro de haber vuelto -asintió ella.

Era un hombre al que merecía la pena amar.

Y por mucho que lo intentase, no podía dejar de amarlo.

Cuando llegó a la oficina al día siguiente, ÉL a estaba esperando, pero al igual que el día anterior, no tuvieron oportunidad de hablar, así que decidió esperar al final del día cuando todos se hubiesen marchado.

A las cuatro y veinticinco la llamó a su despacho y le pidió que se sentase. Inmediatamente, le señaló un documento pero él sujetó su mano.

- tenemos que hablar -le dijo. Se había dado cuenta de que ella lo esquivaba.

-Yo creo que no. Creo que me dijiste todo lo que tenías que decir la última noche que estuve en tu casa, y ayer por la mañana yo te confirmé que lo había entendido.

 Ni siquiera era capaz de imaginarse lo maravilloso que sería estar casado con ella y disfrutar de su belleza, su sentido del humor y su risa durante las veinticuatro horas del día. Pero él no era una persona capaz de mantener una relación normal y no quería que ella se comprometiese con él. Era joven y podría encontrar otro amor, así que lo mejor sería que la dejase marchar.

-Tenemos que hablar de la razón por la que te has quedado en Georgia.

-Me he quedado porque quería.

-¿Y por qué querías?

Ella lo miró confusa.

-¿Te has quedado porque querías tu antiguo puesto de trabajo?

-Sí. Sabes que me gusta mi trabajo.

-¿Y esa ha sido razón suficiente para cambiar tus planes?

-Además del aumento de sueldo y la oferta de Hilton de pagarme los estudios superiores -contestó ella enfadada-. ¿Por qué no me dices adónde quieres llegar?

-Espero que no te hayas quedado por mí.

-No te preocupes, no voy a acosarte.

-No quiero que estés a la espera de algo que no va a suceder.

-No te preocupes, no me voy a quedar sentada haciendo ganchillo.

-Hablo en serio.

-Yo también -dijo ella tranquilamente-. No te preocupes por mí. Estaré bien y no voy a quedarme sentada esperándote.

-No quiero que me esperes en absoluto.

-¿Cómo? -preguntó.

-Sam, no quiero que me esperes. No quiero estar enamorado, no quiero casarme. No quiero ninguna de las cosas de las que estoy seguro que tú sí quieres.

-¿No las quieres o tienes miedo de volver a sufrir?

-Espero que hables en serio -dijo él tranquilamente, pero sus palabras tuvieron un efecto inesperado. Porque  reaccionó como si la hubiese abofeteado.

-No eres exactamente la panacea de oro -dijo levantándose de la silla-. Gracias por comportarte como un idiota porque acabas de facilitarme la vida.

Trató de ignorar el dolor que sentía en el corazón. Llevaba sintiéndolo cinco años: primero con la muerte de Cassie, después con la marcha de su padre. Conocía su dolor y podía manejarlo.

Viviendo con mi jefeWhere stories live. Discover now