Capítulo 5

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CUANDO llegaron a casa de Freddie, los dos se bajaron del coche como si no hubiese sucedido nada. Entraron a la casa y se dirigieron a la cocina como dos seres humanos racionales.

Ninguno de los dos había mencionado el beso aún, y aquello estaba volviendo loco a Freddie. Pero pensó que era mejor así porque no sabía si quería que ella le gustase. No sabía si quería hacerle el amor. Cuando sacó la conclusión lógica de aquella situación, todo resultaba irrelevante porque ella se marchaba. Así que no tenía mucho sentido discutirlo.

Solo que el beso había sido tan apasionado que su cuerpo aún la deseaba, y no entendía por qué ellax lo había empujado a besarla.

-No hay por qué hablar de ello -dijo Samanta rompiendo el silencio.

-Yo creo que sí -le dijo y le hizo señas para que lo siguiese al salón.

-¿Te apetece tomar una copa, vino o coñac, algo que te ayude a dormir? -le preguntó él. Necesitaba hacer algo mientras ordenaba sus pensamientos.

-Me apetece un coñac.

-De acuerdo -dijo , intentando hacer todo lo posible para facilitarle las cosas a ella, porque el miedo que ella sentía le oprimía el corazón.

Podría pensar que aquella desesperación estaba causada por la vergüenza, pero también lo desconcertaba que había sido ella la que había iniciado aquel beso. Quizá con la intención de ver si debían hacer algo respecto a aquella atracción que sentían. 

Tenía mucho más sentido pensar que el beso había sido un experimento, y no que estuviese colada por él.

Le dio la copa de coñac.

Pero en vez de sentarse en la silla de nuevo, se sentó junto a ella en el sofá. No quería que pensase que estaba enfadado con ella o que la odiaba.

El beso había sido un experimento y ninguno de los dos había sufrido. De hecho,había sido el mejor beso de su vida. Sin ningún problema, Josh recordó la suavidad de sus labios, la suavidad de su piel bajo su mano y el contacto de su cuerpo. También recordó cómo había reaccionado su cuerpo. De hecho, solamente pensar en el beso hizo que su cuerpo volviese a reaccionar.

Se levantó apresuradamente del sofá.

-Voy a poner un poco de música.

Mientras buscaba el mando a distancia del equipo de música inspiró profundamente para relajarse. Se recordó a sí mismo que estaba con Samanta, una mujer a la que no quería hacer daño por nada del mundo. No debía pensar en ella de aquella forma lujuriosa.

Se volvió a sentar cuando encontró el mando a distancia y encendió el equipo de música. Una suave canción romántica llenó la habitación y él frunció el ceño, así que seleccionó otra canción; pero cuando empezó a sonar, resultó ser aún más suave y romántica que la primera. Lo intentó de nuevo con una tercera pero resultó ser igual que las anteriores.

-Lo siento.

-¿El qué?

-La música. No me había dado cuenta de que me gustaban tanto las canciones románticas.

-A mí me parece encantador.

-Pues yo no soy una persona encantadora, Sam -dijo él sin saber qué otra cosa decir.

Aquel no era un buen comienzo.

-Estoy segura de que sí.

-¿Sabes qué? -dijo él levantándose repentinamente del sofá-. Estoy mucho más cansado de lo que pensaba, así que me voy a la cama. Tú puedes quedarte despierta si quieres. Sírvete más coñac y siéntete libre de cambiar la música -añadió mirando hacia el equipo de música.

Y con eso salió de la habitación

¿Qué podía decir?

Había estado preocupada pensando que quizá él quisiese que se acostasen juntos cuando aún era demasiado pronto, ,o que se estuviese arrepintiendo de haberla besado, pero no porque no le gustase.

La noche anterior, cuando Samanta se disponía a marcharse a la cama, Gina había llamado para preguntar por qué se habían marchado de la fiesta sin despedirse, y después de que  le contase lo sucedido, Gina le habló del padre de Freddie, su tío, y de cómo este se había marchado con otra mujer, abandonándolo todo.

Así que cuando bajó a la cocina y lo vio sentado a la mesa desayunando y ensimismado con el periódico, sintió que era un extraño.

-Buenos días.

El levantó la cabeza y sonrió.

-Buenos días.

Que fuese capaz de sonreír después de lo ocurrido la noche anterior hizo que  se le llenasen los ojos de lágrimas. Lo había obligado a besarla. Se había puesto en evidencia ante su familia y aun así, era capaz de sonreírle.

-¿Quieres parte del periódico?

-Seguro -dijo ella, sintiendo que por primera vez estaba hablando con el verdadero Freddie. Y no sabía qué decir. No porque la hubiese besado, sino porque nunca se había parado a pensar que él podía tener problemas.

Y en aquel momento, enfrentada con la realidad,  tuvo que plantearse sus propios motivos. ¿Acaso era ella tan superficial que se sentía atraída por él solo porque parecía llevar una vida fácil?

-Será mejor que suba a vestirme -dijo Freddie apartando la silla de la mesa.

-De acuerdo.

Ella lo observó y se sintió confusa.

¿Lo amaba?

¿Podía amarlo ahora que lo veía como a una persona normal, con problemas como

todo el mundo?

Viviendo con mi jefeWhere stories live. Discover now