Capitulo 7

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Freddie apretó su boca contra la de Samanta y ella sintió un cúmulo de sensaciones al mismo tiempo. La suavidad de sus labios, la dureza de su cuerpo, su aroma.

Pero más allá de las sensaciones físicas, sintió que- hacían lo correcto y finalmente comprendió que una relación con él era cien veces mejor que lo que había imaginado. Y aquella era una buena razón para quedarse.

El beso pareció prolongarse como si los dos estuviesen rememorando sentimientos que no habían experimentado durante aquellos largos cuatro años.

Cuando él abrió la boca de Samanta con su lengua, ella se acomodó a él plácidamente. Con el acto más sencillo, sintió que todo su cuerpo se inundaba de sensaciones y deslizó los brazos alrededor de su cuello. Estrechó su cuerpo junto al de él y notó que un suave gemido salía de su garganta.

Aquel sonido pareció liberar algo en Freddie, ya que no solo profundizó el beso, sino que los tumbó a los dos en el sofá.

Un cálido placer inundó a Samanta al sentir el cuerpo de Josh apretado contra el suyo, y no le importó cuando él comenzó a acariciarla con las manos, en busca de piel desnuda. En primer lugar porque la única parte de su cuerpo que estaba expuesta eran sus brazos, y aquello era terreno seguro. Pero también deseaba sentir su tacto, y estaba ansiosa por pasar al siguiente nivel.

Freddie lo hizo. Lentamente, como si sintiese la necesidad de ser muy cuidadoso, y sin dejar de besarla, é deslizó su mano por debajo del sujetador de Samanta.

Ella se sintió inundada por el deseo, la respiración se entrecortó en su garganta y no podía moverse. Ni siquiera fue consciente de estar besándolo hasta que oyó el suave sonido de sus bocas juntándose y volviéndose a apartar con renovada desesperación.

Pero de repente, él dejó de besarla y abrió los ojos. La miró durante unos instantes.

-¿Qué estamos haciendo?

Ella lo miró con los ojos entrecerrados. El deseo fluía por todo su cuerpo, y no sabía si sería capaz de hablar. Pero habiendo malinterpretado el primer beso, no quería correr riesgos con aquel segundo. 

-Dímelo tú.

Freddie suspiró, se incorporó en el sofá y le ofreció la mano para ayudarla a hacer lo mismo.

-No lo sé. Y no creo que debamos continuar hasta que lo sepamos.

-De acuerdo -contestó Samanta, luchando contra la decepción porque sabía que tenía razón.

Los sentimientos de ambos habían cambiado, y no estaba dispuesta a arriesgar un comienzo tan delicado mostrándose afligida u obligándolo a hacer algo para lo que no estaba preparado.

-No quiero hacerte daño, Sam-dijo él, y se apartó de ella como si no supiese lo que hacer-. Y si nos metemos de cabeza en esto, sabemos que uno de los dos saldrá perjudicado. Así que no creo que esto sea lo correcto.

-Me parece bien.

-¿De verdad?

Ella  sonrió.

-Sí. Tranquilízate. No soy tan frágil.

Intentando aparentar despreocupación, Samanta miró a su alrededor. Era demasiado temprano para acostarse. Pero aunque fuese medianoche, sabía que ninguno de los dos podría dormir.

Además, quería que él se sintiese feliz por haberla besado, no nervioso y confuso. Tenían que hacer algo normal, algo sencillo que les permitiese volver a ser amigos.

-¿Te apetece jugar a las cartas? -le preguntó ella con dulzura.

-De acuerdo -dijo él suspirando.

Viviendo con mi jefeTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon