Capitulo 8

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Freddie corrió hacia el ascensor, pensando que era la única oportunidad que tenía de alcanzarla. Le pareció que pasó una eternidad desde que apretó el botón hasta que llegó el ascensor, y cuando lo hizo, no estaba enfadado, estaba al borde de un ataque de pánico.

Cuando llegó a la planta baja, Josh corrió hacia la entrada del edificio justo a tiempo de ver cómo su pequeño coche azul  salía del aparcamiento de la empresa.

-Hola, Freddie.

Cerró los ojos con fuerza y se dio la vuelta para mirar a sus familiares con una sonrisa desganada.

-Hola, Gina. Hola, tío Hilton -saludó y pidió a Dios que su prima y su tío no hubiesen estado en el recibidor del edificio cuando Samanta. bajó corriendo por las escaleras y se marchó apresuradamente en su coche. Ni que lo hubiesen visto a él corriendo tras ella.

-¿Por qué no te vienes a cenar con Gina y conmigo en vez de seguir trabajando? -le dijo Hilton.

-No puedo, yo... -empezó a decir.

-¿Qué ocurre? -le preguntó Gina deteniéndose delante de él.

Por la expresión de su cara, se dio cuenta de que a Gina la intrigaba su actitud.

-Nada -contestó , sintiéndose de repente como un completo idiota.

Solo en una ocasión había perdido el control por una mujer de aquella manera, y perderla casi lo destrozó. Nunca volvería a permitirse ser tan vulnerable.

Freddie-dijo Hilton-, no me gusta que trabajes tanto. La gente empieza a rumorear que debo ser un esclavista si mi propia familia trabaja tantas horas, así que vente a cenar con nosotros.

-A no ser que tengas cosas que hacer -dijo Gina mirándolo con aire inquisitivo.

Él la miró directamente a los ojos; sabía que le estaba preguntando si tenía planes con Samanta, lo cual era cierto, solo que ellalos había cancelado. Ella lo había dejado plantado, y no al revés.

Tampoco lo preocupaba el dejar a Samata sola en su casa. Cuando se marchó de su oficina, estaba furiosa, así que si volvía alli  sería para recoger sus maletas, si es que no estaban ya en el coche, y pronto estaría camino de Florida.

-Me encantaría cenar con vosotros -dijo  finalmente.

-Pues entonces, vamos. Yo invito -dijo Hilton con tranquilidad. Aparentemente no tenía ni idea de que Freddie estuviese envuelto en una crisis personal-. Hay un restaurante nuevo al otro lado de la ciudad. Tienen muy buena comida. ¿Vienes con nosotros o prefieres ir en tu coche?

-Iré en mi coche -dijo él y aquellas palabras lo fortalecieron. Se sentía como un hombre que volvía a tomar las riendas de su vida; un hombre que no se derrumbaba por culpa de una mujer-. Iré detrás de vosotros.

Freddie  siguió a Gina y a Hilton hasta el restaurante y se encontró con ellos en la recepción del restaurante. Por supuesto, Hilton Martin no necesitaba hacer reserva, yenseguida los sentaron ante una mesa.

Después de pedir,  miró a Gina unas cuantas veces para hacerle ver que en lo que a él se refería, estaba bien allí.

Después de cenar y cuando  llegó a casa, no tenía la más mínima sensación de culpa o arrepentimiento. Samanta lo había dejado plantado y no había nada por lo que él debía sentirse culpable.

Hasta que encontró una nota de ella sobre la mesa de la cocina.

Debido a que no habían terminado de ver todo lo que ella le había prometido, había decidido quedarse un día más y había cambiado su entrevista de trabajo para la siguiente semana.

Viviendo con mi jefeOù les histoires vivent. Découvrez maintenant