–Hola, Jacqueline –me contestó–. Sólo llamaba para avisarles que adelanté el vuelo. Me voy esta noche.

Eso sí, Ethan lo enviaba a viajes de negocios cada vez que podía. Sólo para hacerle saber que no era bienvenido en el edificio.

–¿Qué? –exclamé–. No puedes hacerle esto, Norman.

Éste era, efectivamente, uno de esos momentos en los que él empezaba a darse por vencido en la relación con su hijo.

–Sabes que no me quiere allí –suspiró–. Le estoy haciendo un favor al irme.

Rodé los ojos.

–¡No puedes dejarlo sólo en la inauguración del Centro Comercial! –supliqué–. Es su mayor proyecto.

–David estará allí. Nos vemos a mi regreso.

Cortó la llamada, sin esperar mi respuesta.

¡Arggg! A veces me hacían querer arrancarme los cabellos.

Me apliqué perfume en el cuello y las muñecas, y salí apresurada. Ethan estaba cerrando con llave la puerta de su departamento cuando pasé al pasillo.

Afortunadamente, ni siquiera me preguntó de qué había hablado con su padre.

–Vamos a buscar a Britt por el camino –me dijo, antes de que se abriera en la planta baja la puerta del ascensor y nos dejara pasar al lobby del edificio.

Le entregué su celular y le di un apresurado beso en la boca.

–Mejor nos vemos allá, tengo algo que hacer primero –contesté y salí a prisa por la puerta principal. Cogí el primer taxi que pasó y le di la dirección de la casa en la que ahora vivía Norman.

Volví a pensar, durante el camino, en lo mucho que había cambiado su vida desde el casamiento de su hermano. Tuvo que dejar su casa, cuando su mujer le pidió el divorcio al enterarse de la verdad. Lo cual me resultaba bastante injusto. Me dio la impresión de que la antigua infidelidad de Norman le resultó más bien una excusa para dejarlo al fin.

Brittany sí apreciaba a su padre tanto como siempre, pero se había alejado casi completamente de él desde ese momento. Porque enterarse de que Ethan era su hermano se convirtió casi en un sueño hecho realidad para ella. Ahora trabajaba en la Corporación y eran incluso más cercanos, razón por la cual ella sólo veía a Norman cuando se trataba del trabajo.

A Ethan le había tomado más de un mes dirigirle la palabra. Y se vio obligado a hacerlo solamente porque su puesto de Director lo requería. Casi nunca me hablaba de Norman y, ni una sola vez, se había referido a él como padre.

Todo eso me hacía pensar que eso que llaman karma en realidad existe. Las únicas personas que estábamos siempre allí para él, éramos justamente las dos a las que se había propuesto hace tiempo, hacer la vida imposible: David y yo.

Nunca voy a defender los errores que cometió, pero sí creo que aprendió la lección. Y eso tiene un valor innegable.

Así que llegué a su casa con la intención de apoyarlo, una vez más.

Lo encontré en la entrada. El mayordomo acababa de subir la valija al compartimiento del auto y él se ubicaba en el asiento trasero, cuando me colé por la puerta, a su lado.

No podía evitar, cada vez que lo veía, fijarme en lo desmejorado que lucía desde que se había quedado sólo.

–Jacqueline, ¿qué haces aquí? –lanzó una carcajada al verme.

–No voy a permitir que se vaya –sentencié–. ¡No voy a darle a Ethan la noticia de que no estará a su lado en esto que es tan importante!

Él se puso serio y me contempló pensativo.

Casa NO en venta (completa✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora