El brindis de la cena

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Cuando tuve el plato cargado de lo que iba a comer, me percaté de que Ethan se me había perdido entre el trajín de gente. La mayoría de sus familiares tenían el cabello rubio como él, así que buscarlo sería una pérdida de tiempo. De un lado vi la mesa de Brittany y las demás, así que instintivamente me fui para el lado contrario. Pasé por un par de mesas todas ocupadas. Ahora que todos estaban reunidos en el mismo lugar, me di cuenta de la cantidad de gente que en realidad había en la quinta, fácilmente unas sesenta personas, entre niños y adultos. Me topé en seco con la mesa en la que estaban el papá de Ethan y su novia y, como era de suponerse, todos los asientos de esa mesa se encontraban vacíos. Hice ademán de sentarme, pero al segundo recordé a Ethan, si lo hacía era seguro que él no se sentaría conmigo. Traté de salir lo antes posible, pero los ojos de su padre se posaron en mí.

—Jacqueline —me dijo. Me sorprendió que recordara mi nombre—. Ven, siéntate con nosotros.

No me quedó de otra que obedecer, sería muy descortés que lo rechazara, así que dejé mi plato y me acomodé al lado de Evelyn, quien me dedicó una sonrisa. Cuando todos se sentaron busqué con la mirada a Ethan. Lo encontré en una mesa con sus primos, a varios metros de donde estábamos nosotros.

Me llamó la atención la exuberante cantidad de ensalada de papa que se había servido el padre de Ethan, y sólo un pequeño pedazo de carne para acompañarla. Evelyn siguió mi mirada y pareció percatarse de lo mismo.

—Cariño, no tienes que servirte toda la ensalada sólo porque nadie más la ha tocado —le dijo.

—¿Por qué lo dices? Sabes que me encanta cómo cocinas —se excusó éste.

Ella rio y me lanzó una mirada.

—Trata de hacerme sentir mejor, ya que nadie come lo que traigo —trató de explicarme, aunque en realidad ya lo había comprendido.

—A mí también me gusta la ensalada de papa —le dije—. La mesa estaba muy abarrotada cuando fui a servirme, ahora puedo ir —me levanté y me acerqué de nuevo a la mesa, colocando la ensalada al costado de la carne. Casi no se había tocado el bol, estaba prácticamente lleno. Cuando volví a mi lugar, noté que Ethan había estado mirándome. Volvió la vista a su plato cuando nuestros ojos se encontraron.

—No tenías que hacerlo —me dijo Evelyn cuando estuve sentada otra vez.

Le sonreí. Ahora también entendía lo que significaba sentir el rechazo de su familia, tal vez fue por eso que lo hice, pero me mantuve en silencio.

—¿Hace cuánto tiempo se conocen Ethan y tú? —me preguntó repentinamente su padre.

—Sólo unos días... —le dije.

—Vaya, debes gustarle mucho para traerte aquí —me sonrojé de inmediato.

—Sólo somos amigos —repetí. Estaba empezando a pensar que tendría que anotarlo en mi frente.

—Ah, eso tiene sentido —dijo él.

¿Acaso todos piensan que no soy demasiado buena para él?

—¿A qué te refieres, cariño? —Evelyn le lanzó una mirada reprobatoria.

—No me malinterpretes, —él se dirigió a mí— Ethan es una persona excepcional y un muy buen partido. Pero ninguna chica que se precie se quedaría a su lado.

Evelyn le dio un golpecito con el codo.

—¿Por qué dirías algo así? —le reclamó molesta.

—Bueno, —se explicó él— tú sabes que Amelia y yo trabajamos demasiado desde su nacimiento para darle todo lo que necesitara. Pero aun así Ethan siempre ha querido abrirse su propio camino. Está demasiado abocado al trabajo. Y desde que ella no está se ha vuelto peor. Lo único que hay en su cabeza son negocios.

—Yo creo que él solo quiere ser como tú —lo defendió ella.

—Él quiere ser mejor que yo, y eso lo aprecio. Me parece bien que Ethan quiera sobrepasarme en todo —se oía sincero—. Pero está tan obsesionado con ser el mejor que sólo se enfoca en ello. Ninguna relación le ha durado más de dos meses. Al menos ninguna mujer que no haya estado con él solamente por su dinero.

—Eso que dices es muy cruel, David. Estoy segura de que cuando el momento llegue, él se centrará en la mujer indicada.

Yo seguía comiendo sin emitir sonido.

—¿Y qué hay de esa chica, Wendy? Es la única que me presentó que parecía buena, sincera y estaba loca por él. No le duró ni dos meses y tuvo que dejarlo porque no lo veía nunca. ¿Y qué dijo Ethan al respecto cuando se lo pregunté? "Es mejor, papá" —dijo imitando a Ethan— "ahora tengo en marcha un nuevo proyecto y ella me quitaba demasiado tiempo". Imagínate.

Pensé en todas las veces en que había visto a Ethan desde que lo conozco, siempre tenía tiempo para mí. ¿O acaso se debía solamente a su proyecto del centro comercial?

A medida que entraba la noche, el viento soplaba cada vez más frío. Estábamos a mitad de la cena cuando el tío Jack se puso de pie e hizo sonar su copa golpeándola con el tenedor.

—¡Escuchen! —gritó captando la atención de todos—. Quiero hacer un brindis por mi adorado sobrino Ethan, y por el maravilloso proyecto que está llevando a cabo.

Todos los presentes aplaudieron e Ethan se puso de pie.

—Cuéntanos más sobre el centro comercial —dijo Jack.

—Bueno, —empezó él emocionado, se infló como si estuviera recibiendo un trofeo olímpico— el proyecto ya está en marcha. Hemos adquirido las casas de la zona y en dos semanas empezarán las demoliciones —le siguieron otra serie de aplausos.

—Ethan, Ethan —llamó uno de sus primos—. ¿Qué hay de esa propietaria de la que me hablaste el otro día? ¿Conseguiste que te venda su casa?

Él lanzó una fugaz mirada a donde yo estaba y a continuación la dirigió de nuevo a su primo.

—Eso también está en proceso —fue lo único que dijo.

—No sabía nada de eso —acotó su padre por lo bajo, mientras el resto llevaba a cabo el brindis—. ¿Alguien está atrasando su proyecto? ¡Ja! Debe estar volviendo loco a Ethan.

Agaché mi cabeza con la intención de que me tragase la tierra.

—Todavía recuerdo la iniciación de Ethan —dijo en voz alta el tío Jack captando de nuevo nuestra atención, y la multitud estalló en carcajadas— ¡Cindy Preston! —exclamó en un suspiro eterno—. Yo volviéndome loco y mi sobrino, que apenas alcanzaba la mayoría de edad, ya estaba enrollándose con una chica mil veces más hermosa que cualquiera con la que yo hubiera estado en toda mi vida —volvieron a reír todos, algunos ojos se clavaron en mí y sentí un deseo incontrolable de hacerme invisible —Nadie, en todos estos años, trajo jamás una chica que le llegue a la altura.

Entre abucheos y aplausos Ethan volvió a tomar asiento, riendo.

Entre abucheos y aplausos Ethan volvió a tomar asiento, riendo

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