¿Oliver? ¿Qué?

Entonces entendí.

Él lo había malinterpretado por completo.

Norman no le había dicho nada sobre mis sentimientos.

Tal vez... a pesar de todo... aún me quería.

—No es así —aseguré, pero ya no me prestó atención.

—Respeta mi decisión, Jackie —pidió sin detener su andar.

Respetar su decisión.

Fue lo que me había pedido cuando comenzó a salir con Cindy.

Por haber respetado su decisión esa vez, lo perdí.

Verlo alejarse por el pasillo fue más doloroso que cualquier otra sensación que me hubiera hecho experimentar antes. Todo mi cuerpo se sintió débil y tuve que forzar a mis piernas a moverse tras él. Pero no fue posible acercarme lo suficiente como para llegar hasta donde se encontraba ya.

No podía dejar que se fuera sin saber la verdad.

—Vete si es lo que quieres. Pero hay algo que debo decirte antes —aseguré con firmeza. Él siguió sin atenderme, ya llegaba al estar. Se me estaba trabando la garganta y temí quedarme sin poder hablar, así que hice un nuevo intento con las fuerzas que me quedaban, alzando la voz desde donde estaba. —¡Te amo!

Mi grito, cargado de desesperanza, logró que se detuviera.

Pasado un instante, que se me hizo eterno, volteó a verme con expresión de desconcierto y dejó caer al suelo el bolso que había llevado en la mano.

Nos quedamos en silencio durante unos segundos en los que comenzó a empañarse mi visión. Pero percibí que se acercó de nuevo, con cuidado.

—No es verdad...

No sé si fue una pregunta o no, pero asentí de todos modos.

—Lo hago, desde hace tiempo —confesé, ignorando el nudo en mi garganta y el miedo a ser rechazada por él—. Me equivoqué cuando te dije lo contrario.

Las lágrimas brotaron de sólo pensar en que podía perderlo otra vez.

Ya no podía estar segura de lo que sentía por mí. Y si ya no me amaba, se iría.

Llegó hasta donde estaba, me observaba intensamente y con la boca un poco abierta.

—¿Te enamoraste... de mí? —insistió.

Asentí con mayor seguridad, sin sacarle de encima la mirada y soportando el sabor salado de las lágrimas en la comisura de mis labios.

—Sí —afirmé en un hilo de voz, y tragué saliva para liberar más mi garganta—. Y si todavía sientes al menos una parte de lo que sentías por mí... —mis manos temblaban entrelazadas—. Quédate aquí y sé mi novio... para siempre.

Intenté memorizar cada detalle de su rostro, por última vez, en caso de que se fuera.

—Jackie... —susurró con delicadeza—. No puedo ser tu novio para siempre... —rozó mi mejilla con la yema de sus dedos, mirándome profundamente.

Apreté los ojos, incapaz ya de sostener su mirada, soltando un sollozo y cubriendo mi boca.

—Ya no me quieres.

Sentí su frente apoyarse contra la mía.

—Lo que quiero decir, es que... —susurró, hundiendo sus dedos detrás de mi nuca—. Si nunca somos algo más que eso, nos estaríamos estancando.

Casa NO en venta (completa✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora