Capítulo 9: El beso que no ocurrió.

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Mi corazón estaba latiendo rápidamente, mientras intentaba volver a la realidad. No es que pensara que estaba alucinando o algo por el estilo, pero estaba adormilado y mi cuerpo respondía muy lentamente y no podía ni siquiera pensar con claridad. Solo tenía algo bien claro: esto había sido real. Cuando comprendí que no había manera de mantenerme despierto, dejé el sueño apoderarse de mí, lográndolo casi de inmediato.

-Harry... -la suave voz de mi hermana me llamó, mientras sentía su mano acariciar mi cabello, que al parecer estaba húmedo o algo por el estilo. Luché por abrir los ojos y al final pude hacerlo. Miré a mi alrededor, eran las cuatro y media de la madrugada.- Estás ardiendo en fiebre, necesito que te metas a la bañera, ya la preparé. –dijo evidentemente preocupada.

-Louis... -murmuré sin saber bien qué era lo que quería decir.

-Louis no está, es de madrugada... Ni siquiera vino ayer, y eso que me prometió venir a visitarme. –sus labios se fruncieron en una mueca.

¿Entonces no había visto a Louis? Pero él... él me dijo que iba a esperarla, ¿se había ido? ¿Habría sido todo por la fiebre? ¿Es que había estado alucinando? Por eso me sentía tan pesado, entonces...  Quizá ni siquiera había ido a abrirle la puerta, quizá ni siquiera me había prestado atención, ni me... ni me había besado. Tragué saliva y me descubrí deseando que eso que pasó anoche fuera verdad, deseaba que él hubiera estado aquí, en mi habitación...

Me costó tres días reconocer qué era ese extraño deseo. Y cinco horas aceptar que era verdad: Louis me gustaba. Por eso quería que fuese de verdad, por eso quería  que me prestara atención y por eso no había tirado nada de las cosas rotas que me había dado. Por eso este día, cuando aún no me recuperaba de un aparente resfriado, deseaba que fuera él quien me cuidara, y no Sara. ¿Por qué Gemma dejó que viniera a mi habitación, en primer lugar? ¿Por qué permitía que ella también perdiera clases por mi culpa? Supongo que algo tuvo que ver Niall.

-Sara, voy a dejarte a la escuela. –la voz de mi hermana resonó por el pasillo, y la chica que estaba junto a mí, revisando que no me cubriera con la sábana mientras veíamos una película bastante extraña.- Dijiste que entrabas a las 2, y ya es la 1, no te preocupes por mi hermano, él estará bien hasta que un amigo venga a cuidarle.

-¿No se supone que estarías en la escuela hasta tarde? –pregunté a Gemma, Sara había tomado sus cosas y había dejado un beso en mi mejilla a modo de despedida. No me había vuelto a besar en los labios y supongo que esperaría a que yo lo iniciara o algo así.

-Oh, tengo una clase libre, suficiente para venir por tu amiga y llevarla a sus clases. –sonrió ella, mientras entraba a ver si la fiebre había bajado, comprobando más bien en mi frente.- No estarás mucho solo, Louis sale de clase a las 2:30, se ha ofrecido a cuidar de ti mientras yo regreso. Y como se llevan bien, acepté... -se encogió de hombros y después de unas cuantas palabras más, ella y Sara se fueron, dejándome completamente solo.

Pensar en Louis hacía que mi estómago se revolviera, que mis manos sudaran y mis rodillas temblaran. Y es que ahora sabiendo lo que sentía por él, era difícil tener que verle sabiendo que quizá él estuviera interesado en mi hermana y que era correspondido. Mi estómago temblaba justo ahora, y el tiempo pasó como si no fuera más que un par de segundos.

-¿Cómo estás? –la voz de Louis me despertó. Ni siquiera recordaba haberme quedado dormido, pero sin duda lo había hecho y ahora estaba envuelto en una sábana que se supone que ni siquiera debía tocar.- ¿Me escuchas, Harry? Tienes que destaparte, tienes fiebre nuevamente.

-Había un elefante conmigo hace rato. –le conté.

-¿Ah, sí? –sonrió, negó suavemente y suspiró viéndome a los ojos.- No lo creo.

­-Louis –pude sentir mi sonrisa, pero no era capaz de controlarla. Mis ojos se abrieron un poco y le vi.- ¿Por qué?

-Porque estás enfermo. –explicó quitándome la sábana de encima.- Eso hace que...

-No. –me reí. Me sentía tan confundido y pesado. Tenía dudas, y aunque luchaba por mantenerlas dentro, algo más poderoso de mi, algo que había tomado control de mi cuerpo (la fiebre) me hacía ser menos consciente.- Dime por qué me besaste.

Listo. Las palabras habían salido y él se había quedado paralizado, pero pronto retomó su intento por quitar las sábanas de encima. Reí sin gracia al sentir su rigidez tan evidente. La sonrisa que antes tenía se había tensado también.

-Yo no te besé. –negó sin verme de nuevo.- Ven, tu hermana me dijo que debías darte un baño, también he preparado el agua, así que no la hagas esperar.

-Si lo hiciste.

-Está a la temperatura que ella me indicó. –interrumpió sin prestarme atención, o fingiendo que lo hacía. Me quitó los calcetines.- ¿Por qué traías calcetines? Tu amiguita no es tan buena cuidadora si dejó que...

-¿A quién le importa eso? –rodé los ojos, alejando mis pies de él.- Quiero saber por qué me besaste.

-¡Que yo no te besé! –explotó. Sus puños estaban cerrados y sus ojos pasaron a estar igual mientras suspiraba. Los abrió lentamente.- Maldita sea, deja de preguntar eso, ya te dije que no lo hice. Ve a darte un baño ahora y cállate... cállate de una vez.

Molesto me levanté de la cama y me encerré en el baño, cerrando la puerta de un golpe que resonó en mi cabeza por mucho tiempo. Mientras mi temperatura en el agua bajaba, mi memoria y mente se aclaraba. Había sido un tonto, y había hecho que Louis se enojara conmigo. Un desagradable sabor de boca me llegó, ahora tenía que estar con alguien molesto, alguien que quizá ahora me odiara.

Si, cabía esa posibilidad, porque esa noche inició mi fiebre, ¿quién dice que no imaginé el beso? Quizá estaba molesto por suponer que él había besado a un chico, a alguien de su mismo sexo. A mí no me molestaba si me preguntaban o insinuaban que yo era gay, aunque no lo fuera, pero él podría ser como los demás: eso si les molestaba. Salí sintiéndome mil veces mejor y me encontré a Louis en la silla de mi escritorio, con el rostro escondido entre sus manos... por suerte había ya varios cambios en el baño, y no tuve que salir desnudo y encontrarlo ahí.

-Terminé. –anuncié en voz baja, él levantó la mirada y me regaló una sonrisa. Pequeña, pero al fin, ahí estaba.- Lamento lo de hace rato, cuando me siento mal suelo... hablar mucho.

-No importa. –dijo y fue a sentarse junto a mí en la cama.- Tampoco estás enojado porque te grité, ¿verdad? –preguntó, yo negué de inmediato.- Lamento si dije algo sobre Sara que no te agradó... ella se quedó contigo en la mañana y supongo que lo hizo bien, es solo... -se detuvo y negó.- Lo siento.

-No pasa nada. Olvidado. –dije. Me recosté y pronto sentí a Louis acostarse a mi lado, alejado solo unos cuantos centímetros. Estaba aún más cerca que mi hermana, y más que Sara esta mañana. Mi corazón se aceleró y me levanté.- Tengo hambre, iré por algo... -avisé antes de bajar a la cocina.

Definitivamente, Louis iba a matarme. Y mi mente también, junto con mi falso recuerdo de un beso que jamás sucedió.


No le digas a mi hermana - Larry StylinsonWhere stories live. Discover now