𝐌𝐢 𝐕𝐞𝐜𝐢𝐧𝐨 | s.m

3.-¿Campamento, qué?

Efectivamente. Shawn iría al campamento.

-Yo me regreso. -me di la vuelta para volver a mi hogar.

-Oh no, ya pagué tu lugar en ese autobús y te irás. -mi madre me retuvo y me llevó a la puerta del autobús.

-Te lo devolveré.

-Sube ya, Aria.

-¡Sube ya, mujer! -un niño me gritó desde el autobús.

-Mamá... -lloriqueé.

Sentí una mano en mi hombro.

-Tranquila señora Dawson, cuidaré de Aria.

¡Ja!

Esa ni Shawn se la creía. Aparté su mano de mi hombro y fruncí más el ceño.

-No pienso viajar contigo.

-Oww, Shawn. -mi mamá le sonrió. -Yo sé que sí. Sube ya, hija.

Shawn me jaló al autobús y casi a rastras me subió al autobús, antes de poder escapar a la puerta, el chofer la cerró.

-Nos divertiremos. -sonrió.

-Deja de sonreír, pareces idiota. -su sonrisa se borró y se volvió en un semblante serio.

-Para que lo sepas, matarían por mi sonrisa.

- Te matarían para que dejaras de sonreír.

-Como si tu sonrisa fuera la más bonita.

-Mmh, no dije que lo fuera. -solté un bufido. -Ahí te ves.

Busqué un asiento y encontré uno alado de un niño.

-¿Puedo sentarme cerca de la ventana?

-Prácticamente si te sientas a mi lado, estas cerca de la ventana. -el mocoso ajustó sus gafas.

-Bueno, bueno, que tenemos aquí. Un cerebrito. Dame tu lugar y ya.

-Intenta convencerme y lo haré.

-Dos barras de chocolates. -saqué dichas barras de mi mochila. -Tómalo o déjalo.

-Lo tomo.

Cambiamos de lugar y lo que siguió fue que conecté mis audífonos a mi celular y el autobús comenzó a andar.

Estaba casi dormida cuando el autobús frenó de golpe y como no usaba mi cinturón de seguridad casi me caigo.

-¿Ya despertó la bruja durmiente? -escuché la voz de Shawn y seguido las risas de unos niños que iban de su lado.

-Halloween ya pasó, señora bruja. -un niño habló.

Que ganas de patearlo por la ventana.

Fingí tristeza. -Entonces deberías quitarte ese disfraz de aborto.

El Niño que estaba a mi lado se rió y chocamos los cinco.

-Buena esa.

-Pero si es el cuatro ojos. -otro mocoso habló. -¿Qué haces aquí rarito?

-Que te importa. -mi compañero de alado estaba ruborizado.

-No le hables así. -regañé. -No tienes porque ofender a los demás.

Escuché la risa de Shawn. -¿No te mordiste la lengua Aria?

- Ja ja, que gracioso. Tu eres igual o peor que yo. -suspiré. -Como sea, no molesten a mi compañero.

-¡Las niñas tienen que defenderte! -otra voz se escuchó.

-Es que son amigas.

Las risas se hicieron presentes y mi compañero se encogió en su asiento.
Yo no soporto cuando alguien es malo con otra persona y más cuando son muchos contra uno.

A excepción de Shawn, ya saben.

-¡A ver, mocosos olorosos! Dejen en paz a mi compañero. Si escucho o veo que están con sus bromitas, los acusaré con sus madres ¿escucharon? ¿No les da vergüenza? Son muchos contra uno. Pidan disculpas.

-Ay no. -se quejaron.

-Ahora. -sentencié.

-Vaya Aria, hasta con los niños eres gruñona.

-Y tu, deberías servir de ejemplo pero eres un inmaduro.

Puso los ojos en blanco, se colocó sus audífonos  y se recostó para después cerrar los ojos y fingir que estaba durmiendo.

Sonreí con malicia.

Ay Aria, eres tan genial.

-A ver, ustedes niños bullying. ¿Quieren ganarse chocolates?

Ellos asintieron.

Me acerqué a ellos.

-Molesten a Shawn y llegando les daré los chocolates. -susurré.

-Disculpa, pero hace un momento dijiste que muchos contra uno no es bueno. Debería darte vergüenza. -un pelirrojo habló.

Sonreí. -Mi pequeño fósforo mal encendido, a veces hay que castigar a los niños  que se portan mal...Shawn no es un niño pero ha sido muy malo y ¿que hacen los padres cuando alguien se porta mal?

-¿Quitarnos el celular? -mi compañero habló.

-Castigo. -dije.

Parecieron entender y a los segundos los niños se abalanzaron sobre Shawn tirándolo del asiento.

-Creo que no fue buena idea. -mi compañero frunció los labios.

-¿Por qué?

Los niños estaban jalando del cabello de Shawn, mientras otros mordían sus extremidades.

-¡Maldita sea, Aria!

ups.

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¡HOLA, PEDAZOS DE PIZZA!✨

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