Parte sin título 95

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La mañana del día siguiente Danae se despertó confusa. No creyó que fuese precisamente una hora temprana, pero el sol no había salído, ni si quiera se podía atisbar el sol asomando por el horizonte. Miró a su alrededor, supuso que se debió quedar dormida y Bren debió llevarla a una de esas cabañas tan lindas que había visto por todas partes.

Se bajó de la cama y con los pies descalzos fue a explorar esa cabaña. No se sorprendió cuando sentado en un taburete de la cocina se encontró a Bren tocando la guitarra vagamente.

—Buenos días Dae—canturreó el moreno dirigiendole una mirada de reojo

—H-hola Bren...—le sonrió levemente—¿Que hora es?

—Te diste cuenta ¿Verdad? Este lugar se está volviendo loco...son las once de la mañana y...ni rastro del sol—sus dedos de arrastraron a un acorde mas grave—primero los animales, luego las plantas...y ahora el sol no sale...

—¿Deberíamos peguntarle a Alphys?

—¿Para qué si tenemos a la propia adivinación en persona?—le sonrió levemente—¿por qué no nos dices tú que es lo que ocurre?

Danae se  encogió de hombros y se sentó en otro taburete delante de una taza de lo que parecía leche.

—¿Leche?—rodeó la taza con ambas manos, estaba caliente al tacto

—Pintura—dijo con seriedad Bren sin ni si quiera mirarla.—o tal vez  no—sonrió con picardía

Se hizo el silencio durante un largo rato.

—Bueno, entonces no importa—La menor se levantó y buscó sus zapatos.

—Era leche—rió Bren— y esos zapatitos tan destrozados están bajo la cama, cenicienta.

En cuanto se los colocó salió de la cabaña para ver si Frisk había regresado, y en efecto la encontró caminando con Sans detrás, siguéndola muy alarmado y preguntándole a gritos que había pasado.

Danae sonrió emocionada y corrió hacia ellos.

—¡¡Bienvenida!!—pero en cuanto ella llegó fue recibida con una mirada gélida de Frisk, llena de asco e indiferencia

—Aléjate

Danae abrió los ojos aun más y retrocedió.

—¿Hice...algo malo?—y observó como la humana continuaba su ajetreado camino

—¡NO TE PREOCUPES HUMANA!¡LLEVA ASÍ TODO EL DÍA!—Sans sonrió y Danae le devolvió la sonrisa

—¿Esta vez le pediste permiso a  Sans, Papyrus?—murmuró Danae

—¡POR SUPUESTO!¡LO SUSTITUÍ PORQUE ÉL MISMO NO QUERÍA SEGUIR VIENDO A FRISK DE ESA FORMA!—Papyrus en el cuerpo de Sans rió con felicidad.

Danae en cambió miró a Frisk quedando cada vez mas seria, no le extrañó que Papyrus/Sans la siguiesen de nuevo para no perderla. Tardó bastante en apartar la mirada, como si hubiese quedado enganchada a esa frío cortante.

—¡Hey!¿Dónde están sus modales señorita?—Bren salió muy calmado de la casa cerrando la puerta con la espalda—¿Me abandonas sin despedirte?

Ante la voz de Bren y movida como por un resorte se giró hacia él. Avergonzada por haber, realmente, olvidado sus modales, bajó la mirada hacia el suelo aparentando buscar algo.

—Parecías ocupado tocando...—movió bastante tierra con el zapato derecho levantando polvo y provocándole algo de tos.

—Me suelo aburrir por las mañanas, nunca ocurre nada interesante o divertido. Solo ocurren dos cosas. O te despiertas temprano solo deseando dormir o despiertas tarde arrepintiéndote de ello también.—Se encogió de hombros y sacudió la mano librándose así de la fina y poco densa nube de polvo que se había levantado

Danae lo miró perpleja negando. Había muchas otras formas de enfrentarse a las mañanas, y no tan negativas. Supuso entonces que Bren debía ser una de esas personas completamente negativas.

—Eres muy joven como para entenderlo. Con cierta edad lo has probado todo y sea lo que sea que hagas te parecerá que es muy rutinario

—Hablas como si fueses muy viejo...—El conejo nombrado por la niña Balúh salió del gran bolsillo del vestido de esta esperando que ella lo subiese a una zona más alta. Esta lo cargó en sus brazos y lo colocó en su cabeza—No es momento Balúh—le susurró—luego hablamos chiquitín.

—No sabes la edad que tengo. Soy bastante más mayor que tú.—Bren rió jugando con su sombrero

—No pareces alguien...viejo.

—¡Ché! Dije mayor que tú, no viejo—le dió un toque en la frente

Un grito de júbilo que provenía de una calle paralela les hizo asomarse por la esquina. La muchacha de cabello negro tomó al conejo en brazos otra vez por su acaso había algún tipo de seguro.

—Wow, defensa impenetrable—Bren volvió a reir mirando con cierta burla a la calle desde la que salía el grito.

—¡Se casan!¡Se casan!—una monstruo saltaba de un lado a otro, parecía eufórica

Bren chasqueó la lengua:

—¿Que tiene esta gente con las boda?¿Un fetiche?¿Es como celebran fiestas aquí?¿Se piensan casar todos?¡Ala!¡Una pareja por día!

Danae lo miró negando, con desaprobación y casi con enfado. Tras eso se dirigió hacia la monstruo alzando la voz.

—¡Star!¿¡Quienes se cansan!?

—¡¿Qué quienes?!—Star se acercó a ellos sonriente—¿No os enterasteis todavía?¡Se casan!¡Los reyes!

—Oh...eso. Claro.—Asintió rapidamente sonriendo de forma forzada—Gracias.—Y tras eso se dio la vuelta volviendo a la cabaña con Bren por detrás.

—Y yo que pensaba que te gustaban las bodas...

Era una buena táctica para tranquilizar a la población. Las fiestas alegran a la gente y alejan la desesperación. Aunque también es posible que la atraigan. Todo el mundo saca su verdadera naturaleza con ciertos estímulos o una copa o dos de más.

Sea como fuere el asunto era delicado. Cortando el cable correcto toda la tensión podía caer.  Liberando así a la población o haciéndola caer bajo su propio peso.





















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