Persecución

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    "Dónde cara... oh ya"  Me desperté con media resaca y un olor inhumano, tenía frío pero a la vez sudaba un poco, mi oído derecho tenía un mudo que sólo bostezando se alejó. Eran las doce del día, mi teléfono estaba muerto, mis ganas por levantarme, también... la luz entraba como si fuera el último sol del año, y mis ojos apenas alcanzaban a visualizar que estaba en mi habitación. 

  Salí del cuarto descalzo y con un simple pantalón de mezclilla dirigiéndome directamente hacia la cocina y puse un poco de agua en la cafetera

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  Salí del cuarto descalzo y con un simple pantalón de mezclilla dirigiéndome directamente hacia la cocina y puse un poco de agua en la cafetera. Recargué mis dos manos en la alacena y miré hacia abajo despabilando mi cuerpo; suspiré profundo y mientras me estiraba recordé vagamente algunas imágenes del día anterior, mi cara era una fusión entre desorientado y que olía un pedo; mis ojos apenas se adaptaban a la luz actual y después de volver a suspirar escuché un fuerte golpe que me hizo voltear bruscamente.
  — ¿Hay alguien ahí?— me enderecé y acerqué mi cabeza, pero eso no me hizo ver nada, luego giré y di un paso mientras escuchaba el roce de algo con mi alfombra—¿Martín?—
Un suspiro delicado y una falta de respuesta me comprobó que no era él... Llegué al sillón y por detrás asomé mi mirada "Lo que me faltaba, tengo que cuidar de mi resaca y de la de esta morra"
—He, Luna, despierta mujer— estaba literalmente tirada en el piso de mi departamento, con el pelo en la cara y en el quinto sueño, a juzgar por el ruido acababa de caerse del sillón "Tiene el sueño más pesado que conozco".
    Me di la vuelta y me puse en cuclillas para intentar despertarla, le susurré su nombre unas dos veces mientras la miraba de arriba a abajo, pero a juzgar por su caída, un susurro no la despertaría; su tranquilidad me provocó una sonrisa "Esta mujer está loca, que está haciendo aquí en primera" coloqué mi mano izquierda debajo de sus hombros jalando un poco su pelo y la mano derecha en sus piernas, por detrás de sus rodillas exactamente, la cargué intentando regresarla al sillón, un 'pujido' de esfuerzo y la frase "Si estás pesada mujer" me recordaron a Héctor cuando Joselina se desmayó en la primera semana de clases. Mi brazo aún me dolía del accidente, pero ya no tanto evidentemente.

    Después de terminar aquel duelo, volví a mi habitación a ponerme una playera azul claro y revisar que mi teléfono estuviera cargando. La verdad me daba flojera bañarme, tomé mi café y Luna seguía dormida, revisé mi agenda, el Lunes comenzaría Diciembre, luego las vacaciones, año nuevo, recuerdos culeros y en Enero regresaría a clases sin nada ingenioso que contar. Eran las doce cuarenta y yo estaba sentado en mi sillón, observando a Luna, preguntándome cómo cojones podía dormir tanto... Entonces sonó mi celular; corrí a responder pero llegué tarde, tenía una llamada perdida de un número desconocido. Desconecté el cargador, y me llevé mi teléfono al cuarto de arte, lo pegué otra vez a la conexión, y sincronicé algo de 'Brick + Mortar'... saqué un nuevo lienzo, destapé mis pinturas y después decidí que ocuparía acuarelas. Subí todo el volumen de las bocinas... "Es la hora de ser chingón"

Coffee WindWhere stories live. Discover now