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Luke Hemmings le dio una calada a su cigarrillo, sintiendo como los músculos de su cara se tensaban. Nunca fue un chico extremadamente inusual, pero allí, en el silencio más puro de todos los silencios, se sentía único. 

     Nadie visitaba las galerías de arte los viernes. Nadie visitaba las galerías de arte, ¿para qué negarlo? él era, probablemente, la excepción a la regla; viente años, apuesto, seductor y solitario. Muy, muy solitario. 

     El clima se sentía completamente caluroso, y él, bajo sus skinny jeans negros y su remera del mismo color parecía derretirse. Sin embargo no planeaba irse de allí; la galería Ethereal de Londres era su lugar en el mundo. No importaba cuan ansioso, triste o abrumado se sintiera, los bancos de aquel histórico lugar lo estarían esperando, invitándolo a olvidarse de todo en ellos. 

Otra calada.

Otro cigarrillo.

Las horas pasaban.

Otro cigarrillo.

Otro cigarrillo.

Otra vez.

  —¿Por qué esta mierda no se puede encender con agua fresca? —exclamó, pisando el quinto de éstos que fumaba. Pensó que estaba solo, pero sus mejillas enrojecieron a niveles extremos cuando una esbelta pelirrosa soltó una risilla. 

     Llevaba una cámara consigo y a pesar de que Luke no quería estudiarla demasiado (porque eso sería muy evidente y él ya no estaba para tonterías de adolescentes) le pareció atractiva. 

     Demasiado atractiva como para desperdiciar su viernes por la noche en una galería de arte.  

  —Disculpa, no te había visto.

—Lo supuse. —dijo la extraña, aún con una sonrisa en la cara.

     Ni una palabra más, ni una palabra menos. Así es como pasaron, ambos, el tiempo. Cada uno en sumido en su mundo, pero, de alguna forma u otra, raramente conectados. 

Galería de Arte ✩ l.hWhere stories live. Discover now