CAPÍTULO 27

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Capítulo final

« El anuncio que los llevaría a la felicidad eterna»

— Me alegra anunciarles que están felizmente embarazados de una niña. ¡Será gigante! Y muy sana también.

Voltee a ver a mi esposo y no podía creerlo, estaba llorando, más que yo. La doctora nos colocó los latidos de su corazón y Erick lloro aún más. Acariciaba mi cabeza mientras seguía embobado viendo en la pantalla a su hija que parecía que estuviera haciendo gimnasia de todo lo que se movía.

— Debemos cuidar muy bien este embarazo, y máximo reposo. Nada de alterarte, ni esfuerzos muy grandes ni mucho menos ir a trabajar. La bebé al igual que la madre deben de descansar para poder llegar máximo a los 8 meses. ¿Entendido?

Erick y yo asentimos como unos bobos, pero debía de cumplir para poder tener a mi hija... Se escuchaba extraño... Mi hija.

— Te amo – Susurró Erick a mi oído – Me acabas de dar una razón más para amarte más de lo que ya lo hago.

Quería comérmelo a besos pero estábamos en el consultorio y mis hormonas últimamente se alteraban un poco. No se que pensaría la doctora de nosotros si le hacíamos una demostración de amor tipo Erick. Un poco subida de tono.

Después de que me recetara miles de pastillas, me dijera lo que debía y no debía, salimos del consultorio más que contentos. Lo intentamos y lo intentamos, y finalmente en mi vientre ya estaba lo que tanto anhelábamos.

Mi vientre estaba abultado ya, y la bebé se movía como una gimnasta olímpica. Y al escuchar la voz de Erick, era como si ya fuera más que conocida para ella, se movía y se movía, la única manera de que dejara de hacerlo es que Erick se callara. Y a veces se lo pedía, porque llegaba a un punto en que me dolía.

En todo el camino al restaurante donde almorzaríamos, hablamos de cómo haríamos su habitación, que nombre le pondríamos, si sería bailarina de ballet o gimnasta, y hasta a que colegio iría... Ya estábamos decidiendo todo eso y la bebé aún le faltaban 4 meses para nacer. Pero no quería quitarle la emoción a Erick ni yo quería dejar de hablar ni de pensar en ella.

— No solo hablará inglés, también aprenderá ruso – Mencione fuertemente.

— ¿La enviaras a Rusia a que aprenda allá? – Pregunto Erick un poco alarmado.

— Tal vez – Al decirlo, los ojos de Erick se abrieron de tal manera que pensé que se le salían – Quiero que aprenda ese idioma, también tiene raíces rusas y yo no quiero olvidarlas... No solo quiero que celebre todo americano, también lo ruso. De igual manera, en ese país tiene a sus abuelos, tíos y primos. Si quiere aprender allá, pues yo lo permitiré. Y tú también.

Ante la rudeza de mis palabras, Erick acepto. Debía de entender que no solo era su familia, el inglés y lo americano. Ella tenía su familia en Rusia y debía de aprender todo lo relacionado al país de su madre, eran sus raíces al final del día. En ella corría la sangre rusa y americana, justo como era yo. Mi madre me enseñó todo lo americano mientras que mi padre me enseñó a ser fría como los rusos y amar a mi país antes que algo más. Mi hija sería así. Solo de imaginarlo el corazón me saltaba de emoción.

Erick me llevo a un restaurante de pescados y mariscos, este hombre si que me sabía hacer feliz. Sin contar que llevaba más de dos semanas casi que rogándole que tenía mucho antojo. Pero el no sabía si eso me haría bien, así que espero a la consulta para poder traerme a comer.

Atados al amor • ¡FINALIZADA!Where stories live. Discover now