CAPÍTULO 17

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Gabrielle

Había pasado unos días únicos con Erick, que la boda se acercara provocó que no quisiéramos separarnos del otro. Trabajaba más en casa que en la empresa, y casi siempre almorzaba junto a mí. Llegue a pensar de que no quería alejarse mío por miedo a que Elliot me lastimara, pero en casa habían más guardaespaldas que otra cosa.

— ¿Por que entrenas tanto? – La voz de Erick me asusto. Entro al pequeño gimnasio que tenía en casa.

— Ya viene la boda, tengo que verme bien. Además, no sé cuál es el destino que elegiste para la luna de miel, y si incluye playa pues tengo que tener buen cuerpo.

— Como si fueras a enamorar a alguien para que tengas que verte bien – Gruñó.

— Te enamoro a ti, nene – Le di un beso y salí hacia la habitación para cambiarme y darme un baño.

Mientras caminaba, me quite la ligera camisa que tenía y me quedé solo con un sostén deportivo. Su cara fue de asombro total y casi se cae por estar apoyándose en el marco de la puerta. En cuestión de segundos lo tenía atrás mío.

Después de bañarnos juntos «y porque Erick insistió muchísimo» nos vestimos para ir a cenar. A pesar de que yo parecía un chicle, y no quería separarme de él, últimamente le gustaba que saliéramos a diferentes lugares para cenar o simplemente caminar y hablar. Algo que no habíamos hecho antes. No nos valorábamos como lo hacemos ahora...

Mientras íbamos de camino al restaurant, en el auto sonó una llamada entrando, Erick tenía su teléfono sincronizado. La miro en su teléfono con el ceño fruncido e intentaba contestar sin que yo viera quién es. ¿Como pretende ocultarlo si está conectado al auto?

— ¡Erick! ¿Estás ahí? – Esa voz la conozco. ¿Y por qué papá se escucha tan desesperado?

— ¿Papá, pasa algo? — Pregunte preocupada al escuchar su voz.

— ¡Joder, Erick! – Gruñó. No quería que yo escuchara – ¿Donde están?

— Iremos a comer. ¿Que sucede papá? No me asustes.

— Esos malditos se llevaron a mis niños... – Su voz se fue apagando – Cuando los recupere, se los llevaron.

El mundo, una vez más, me cayo encima. Mis niños... Habla de mis hermanos... Se han llevado a mis hermanos. Erick me veía a mi y luego devolvía la mirada al teléfono como si pudiera ver a papá. Yo solo podía sentir como el aire se me iba. ¿Que carajos les hicieron mis hermanos como para que ellos hagan eso?

— ¿Como sabes papá? ¿Como sucedió?

— Hija... Vente. No puedo tenerte en peligro allá.

Está vez, mi tío se creía un corredor de la Ferrari. Se devolvió a casa y corría más del límite, posiblemente nos multarían. Pero no era eso lo que me preocupaba. Erick tranco el teléfono con papá e intentaba calmarme a mí. Pero en mi, no había expresión alguna. Estaba neutra. No sabía quién ganaba en mi... El miedo, los nervios o la rabia.

Yo parecía estar en un trance mientras veía a Erick correr y arreglar las maletas para irnos lo más pronto que se pudiera, gritaba las órdenes como si nadie lo escuchara cuando sabía que si. Me cambie con la ropa que Erick había elegido para mí aunque realmente no sabía ni cómo lo hacía. Parecía más un robot que persona.

— Nena, mírame. Por favor... – Erick tomo mi cara entre sus manos – Necesito que seas tú, justo en estos momentos tus hermanos te necesitan.

— Solo llévame a Rusia – Es lo único que pudo salir de mí.

Después de Erick y mi tío arreglaran todo, nos dejaron en el aeropuerto donde el jet privado de Erick nos esperaba. Todo lo que quería era que esto fuera una pesadilla, que toda esta venganza fuera una mentira... Quería llegar a Rusia y encontrar a mis hermanos en casa junto a mis padres.

Atados al amor • ¡FINALIZADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora