CAPÍTULO 16

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Erick

— Darás el gran paso, hijo. Siéndote sincero, jamás espere que lo hicieras... Después de lo sucedido, no esperábamos esto.

— Lo sé, papá. Yo tampoco lo esperaba, Gabrielle es eso que me hacía falta para volver a la felicidad.

— Estoy feliz por ti, hijo. Y feliz de tener a alguien como ella en nuestra familia. Ya ansío tener nietos.

Papá noto lo rígido que me puse al escuchar esa palabra, pero sé que no diría nada. Seguro pensaba que yo no quería... Y si le decía la verdad, quedaría devastados. El y mamá. Era mejor decírselos en otro tiempo, más adelante... Cuando Gabrielle y yo tengamos meses casados.

Estábamos en la prueba de los trajes de la boda civil y eclesiástica. Como había dicho papá, no me esperaba en esta situación otra vez. Hace un año, no me veía casándome. Luego de lo sucedido, mi vida era un constante ir al bar, emborracharme y seducir alguna mujer. No entiendo cómo Gabrielle pudo enamorarme de tal manera... Pero sé que fue lo mejor que me pudo pasar.

— Hermano... Mm... – Cuando Brian era así, algo quería.

— ¿Quieres algo, verdad?

— Sí... ¿La hermana menor de Gabrielle está soltera? Es tan hermosa.

Solo se escucharon las risas de mi padre y mi otro hermano. Se reían como si no hubiera un mañana y algo sucedió en Brian que jamás había visto, se había sonrojado. Espera... En serio le gusta mi cuñada.

— ¿Es en serio? – Pregunte una vez más queriendo reafirmar – ¿Te gusta Catalina?

— Es hermosa, hermano. Y su personalidad... No lo sé, es simplemente hermosa.

El resto del día con mi padre y mis hermanos, fue algo diferente a todo lo que antes vivíamos. Había disfrutado el estar con mis hermanos, no lo hacía tan seguido... No todos los días podía vivir momentos como este. Después de almorzar con ellos, me dirigí a casa para poder ver a mi futura esposa. Desde la mañana no la veía y ya me hacía falta. Creo que esa mujer me embrujó, que ahora no puedo vivir sin ella.

— Estoy en el comedor, amor – La escuché gritar.

Estaba en su mejor esplendor. Recién bañada, con un vestido pegado a su cuerpo que resaltaba sus atributos, había recuperado lo que perdió cuando cayó en depresión. Sin maquillaje y con el cabello mojado, para mí seguía siendo la mujer más hermosa. Me siento tan afortunado.

— Erick, ella es Margaret. Quien organizará toda la boda.

— Un placer para mí poder conocer al novio. ¿Tiene alguna idea en mente o algo que quiera específicamente?

— No, todo se lo dejo a Gabrielle, se que ella lo hará bien. – Le di un suave beso y camine hacia la oficina que tenía en casa – Ella pide y yo firmo los cheques.

Tenía trabajo que adelantar, y más si quería irme de Luna de Miel un mes. Sentía que estaba rehaciendo mi vida, esto era un dejavú vpero sería para mejor. A los minutos, Gabrielle se posó justo enfrente de mi.

— ¿Finalizó ya la reunión?

— Si, nene. Hablamos bastante, ya luego vendrá a enseñarme algunos detalles. ¿Es en serio eso de que yo pido y tú solo firmas cheques? – Se sentó encima de mi.

— Siempre ha sido así, amor. Te mereces todo, y no hablo sólo de lo material.

El resto de la tarde, hablamos sobre detalles de la boda. Se le veía tan feliz, tan ilusionada... Me hacía sentir tranquilo poder darle esa distracción que necesita, esa felicidad. Estaba dispuesto a hacerla sentir la mujer más feliz, algo que no sabe que es desde hace años. Es difícil creer que alguien pueda desearle y hacerle tanto mal a otra persona... Al punto de querer matarla. ¿Es eso si quiera posible? ¿Eso cabe en una persona normal?

Verla, era la tranquilidad que necesitaba. Su locura, me hacía feliz. Una mujer como ella no se consigue dos veces en la vida... Una mujer que podía defenderse sola, que podía velarse por si misma. , y que podía ser una exitosa mujer de negocios al mismo tiempo. En el tiempo que fui un sucio mujeriego, conocí todo tipo de mujeres. Nunca así.

— ¿Por que te divorciaste de Barbara? Además de lo obvio. Lo que ya sé.

— Mi mamá me enseñó a no hablar mal de las mujeres, a pesar de la época en la que jugaba con ellas, jamás pude hablar mal de una. Con Barbara es diferente... Luego de casarnos, no solo me fue infiel... Fue cínica, mentirosa, inventaba casi todo, hasta las enfermedades. Su interés siempre fue en que al casarse conmigo, yo la convirtiera en socia de la empresa. Como eso jamás sucedió, esa fue una de las primeras razones por las que se acostó con mi hermano, creía que el la convertiría en socia.

— Lo que hace una mujer por dinero... – Su cara me causó risa. Ella es tan única.

— Sí. Eso fue lo que más me gusto de ti, antes de saber que eras multimillonaria, claro. Que jamás me viste con interés, ni buscaste en mi que yo te mantuviera o te diera millones de dólares. A pesar de que eres de una familia con mucho dinero, eres tan sencilla, tan independiente. Tan tú.

— ¿Tan yo? ¿Que significa eso? – Alzó su ceja. Amo cuando hace eso.

— Tan bella, perfecta, luchadora por lo que quieres y crees, y sobretodo... Mía. Mi futura esposa.

Ver su cara al escuchar mis palabras, era más de lo que necesitaba. Ella era la calma en mis momentos de desesperación. Es como mamá, me cantaba cuando el miedo me ganaba... Ella con su amor profundo y sincero, calmaba ese león que vivía en mi. Ella es mi debilidad, es eso que no quiero que toquen nunca, que jamás le suceda algo. Imaginarme la vida sin ella es imaginarme a mi refugiado en el alcohol, sin vida, sin ganas de seguir. Y es que, aunque no lo crea, al final del día... Es el amor lo que mueve al mundo.

— ¡Amoooor! – Chasco sus dedos en mi cara – ¿En que piensas que no me escuchas?

— En ti, guapa. Y en que quiero una niña que se parezca a ti, para estar doblemente enamorado.

— Y yo quiero un niño que sea igualito a su papá... Pero no lo sabemos Erick, no sabemos si podremos tener bebés.

— La fé mueve montañas – Le susurre.

Se quedo pensando pero no hablo más. El tema de los hijos ha sido algo que la ha afectado, su punto débil. Y por más y hay otras maneras de tener hijos, ella no quiere pensar en ellas... Quiere tener un hijo que salga de su vientre, no del de alguien más. Pero si no podíamos... No dejaba de existir la posibilidad de darle un hogar a un niño que no lo tenga. Aunque no quiere sentirse egoísta, esa es su última opción si no logramos tener un hijo. Efectivamente, si quería un bebé.

Se durmió abrazada a mí y me hacía sentir cosas que no sabía que podía sentir. Ella, para mí, era todo lo que representaba el amor, lo verdadero. Si alguien me hubiera dicho hace un año que yo me enamoraría, una vez más, no lo creería y solo me reiría. Siempre agradeceré que ella llegara a mi vida, y jamás me arrepentiré.

Atados al amor • ¡FINALIZADA!Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt