CAPÍTULO 13

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Maratón 1/3

Erick

Detestaba que mis miedos me ganaran, que pudieran más que yo. Gran parte de mi vida, me creí un hombre sin miedo a nada, fuerte, que podía con todo... Y hoy, eso lo tengo en duda. ¿Como puede ganarle el miedo a mi cuerpo? ¿Como puedo dejar que los nervios y el miedo se junten para hacerme sentir tan solo, vulnerable, débil.

¿Como podía una mujer ser mi debilidad? ¿Como podía disparar mis miedos el simple hecho de pensar que algo podía pasarle? Nunca una mujer me había hecho sentir así, y ella llego. Cambiando todo en mi vida, hasta mi forma de caminar. Y ahora, no quiero ni irme a dormir sin ella. Se que sin ella, fuera un hombre inútil, que solo trabajará y cambiara de mujer cada dos días. Ahora soy diferente, ahora quiero casarme, formar una familia, con ella. ¿En que momento me enamore tanto? Al punto de que a ojos cerrados, podía darle todo sabiendo que ella jamás me traicionaría. Nunca le confiaría a una mujer un puesto tan importante en mi empresa como el de socia. Y ella ahora, lo es. ¿Como pudo cambiarme tanto?

— Cariño... Tienes más de una hora allí, vamos a dormir – Su voz adormilada me saco de mis pensamientos.

— Ve a dormir, nena. Ahorita subiré.

— Quiero que te acuestes conmigo – Un puchero se formó en su precioso rostro – ¿Podemos irnos a dormir?

No podía decirle que no. Había llegado a un punto en que si está mujer me pedía un viaje a la luna, se lo daba costará lo que costara. Nunca había buscado a una mujer así en mi vida... Y ella llego sin pensarlo. Fue mi mejor decisión. Nunca me arrepentiré de arriesgar todo por ella.

— ¿Que es eso, Erick? – Pregunto al ver una caja en mi mano.

— Nada, mi amor. Vamos ya a dormir.

— No me digas que es nada... ¿Es eso lo que te tiene sin sueño y tan preocupado? Dime que es.

Si le decía, la alertaba y no quería eso. Su salud para mí estaba primero, y se que decirle eso era que se asustara, tuviera una crisis y termináramos en el hospital.

— Erick Thorne... O me dices que es o me voy a dormir en mi antigua tu casa. Tú eliges.

Ni loco. ¿Sola en su anterior casa? ¡Primero muerto! Nada más de imaginarlo era como si me estuvieran pegando constantemente en el pecho. No quería ni pensarlo, por mi salud. Le estire la caja, la abrió con cierto miedo y su reacción era peor de lo que esperaba.

— ¿Que es esto, Erick? – Su cara era de total trauma.

— Elliot me ha declarado la guerra.

La caja tenía un pequeño revólver y una carta que más amenazante no podía ser... "Aquí te dejo tu manera de defenderte de mí y de todo lo que planeo. Vigila tus espaldas."

Gabrielle en cuestión de segundos, ya estaba llorando. No toleraba verla así, pero era una guerra que yo solo había buscado y desatado. Ya era hora de que sucediera, pero para Elliot lo mejor siempre había sido resolverlo por las malas. Y aunque en mi no estaba ser así, si tenía que cuidarme, a mi familia y a Gabrielle de esta manera, lo haría.

— ¿Y por qué lo hizo? ¿Por que su venganza? ¿Que carajos sucede Erick? – Su crisis no la dejaba respirar bien.

Como pude, logre llevarla a la habitación. Su corazón en cualquier momento se saldría de su pecho y me daba miedo ser el causante de otro desmayo u otra crisis. No aguantaría, una vez más, verla en una cama con agujas en sus brazos. Verla así, era la total destrucción para mí.

— Como retire a Elliot de socio en la empresa, el deja de recibir dinero. Básicamente, es pobre ahora. Y es lo justo, Gabrielle... Utilizaba su dinero para drogas, alcohol y prostitutas. Aunque, recientemente nos enteramos de que había usado parte del dinero de la empresa para comprar dos armas... Y se que la razón es para vengarse de mi, matarme.

— ¿Y ahora estará detrás de ti siempre? ¿Y si llega si quiera a hacerte daño? No estamos casados aún pero no pienso quedar viuda.

Su comentario me hizo reír, a lo que hizo que ella lo viera inapropiado. Ella estaba en plena crisis y yo riendo, a veces me excedo un poco. La abrace lo más fuerte que pude, la deje pegada a mi. A donde quería que estuviera siempre... En mi pecho.

— No me pasara nada... No pienses en eso, nena. Es malo para tu salud que andes con esos nervios.

— Sí, supongo – Su voz se escucho tan desanimada.

A los minutos, se quedo dormida. Se veía tan delicada, frágil, tan ella... Que no parecía la mujer que había conocido. No parecía la Gabrielle que una vez se defendió ella sola de los hombres que querían hacernos daño.

Verla y saber que elegí bien. Que a pesar de mis constantes errores, ella seguía eligiéndome y dándome una oportunidad para enmendar ese daño que le provocaba. Ella conoció y aguanto de mi, eso que para todos hacia que yo fuera la peor persona del mundo. Ella supo quererme. Cuidarme. Valorarme. Por ella, le apuesto una vez más al amor. Por ella, dejo el miedo al matrimonio. Por ella, he vuelto a ser feliz. Se que si ella no estuviera en mi vida, seguiría siendo infeliz, un idiota que jugaba con las mujeres... Antes, le había dicho que sí a la mujer incorrecta. Ahora, no tengo dudas... Le diré sí a la mujer correcta.

Atados al amor • ¡FINALIZADA!Where stories live. Discover now