Capítulo 22| Bike Ride

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Por Lisey.

–No puedo creer que me hayan convencido –me crucé de brazos sintiendo cómo el auto aceleraba –, mis padres van a matarme.

–Yo también –escuché a Sean a mi izquierda.

–Y yo –Brendon me habló desde la derecha –. Feliz cumpleaños retrasado, por cierto.

Vaya, por fin se ponían de acuerdo en algo.

Y era cierto, había olvidado que mi cumpleaños pasó y es que justo aquel día mis padres habían salido para una cena de negocios. Mira, yo sabía que ellos me amaban pero la casa nueva (se habían mudado mientras yo estaba en Las Vegas) no se pagaba sola. Eran buenos padres, medio-ausentes pero buenos padres al fin y al cabo.

Había metido toda mi ropa veraniega en un bolso, algunos útiles personales y ya me encontraba en el auto en menos de cinco minutos. Teníamos que irnos antes de que mis padres o mi hermana llegaran.

–Te atreviste a dejarme solo –habló Sean cruzándose de brazos también –, ¿Cómo te atreviste?

–Sean tiene razón –intervino Dallon, virando a la derecha.

–Ahora todos colóquense en mi contra –rodé mis ojos –. «Imírici is in piís libri, vieji».

Y el momento en que llegamos al aeropuerto, nos encontrábamos en la sala de espera y aquello me recordó al primer día, cuando comencé a contar esta historia. El día estaba tan horrible que parecía principio de invierno, ¿Era correcto llevar sólo ropa veraniega? El clima era diferente allá en Las Vegas.

Comencé a divagar por mi mente mientras mis ojos se perdían en la vista al otro lado del cristal, la pista de despegue estaba vacía y todo indicaba que el viaje se retrasaría. Era un riesgo volar con aquel mal clima.

–Sabía que la mala suerte no era coincidencia –escuché la voz de Brendon a mis espaldas –. Pareciera que llevaras una nube con una tormenta eléctrica sobre ti.

–Muy gracioso.

–Lo sé, me lo han dicho muchas veces.

Y nos quedamos en silencio hasta que él se quedó de pie a un lado, con las manos en los bolsillos y perdiéndose en el paisaje gris. Le observé de reojo sin saber qué decir.

–¿Y Spencer?

–Dijo que venía en camino –me contestó –. Ese hombre está cada día más deteriorado.

–Debo confesar que estoy un poco preocupada por él –murmuré.

–En la gira se veía bien. Bueno, «se veía».

Recuerdo que el resto del viaje se me hizo bastante cómico. Al parecer los chicos estaban bastante seguros de que volvería con ellos así que Dallon se había encargado personalmente de organizar los asientos en el avión. Yo me encontraba entre Sean, quien iba en la ventana, y Brendon, quien daba al pasillo. El sarcasmo se sentía en el aire.

El resto del día siguió normal, el vuelo había ido sin problemas y el viaje a casa también. Recuerdo las palabras de Sean una vez que éste bajaba del vehículo, cuando ya estábamos fuera del edificio donde vivía.

–Supongo que mañana nos juntaremos, porque tenemos que hablar –luego de eso dio un portazo y agitó su mano en despedida.

–Cómo te odio –respondí entrecerrando los ojos. Sabía que no me oía pero me daba igual (a esas alturas todo me daba igual).

Y el «plan de vida» se me fue explicado una vez que habíamos llegado al apartamento; pasaría la primavera y el verano en Las Vegas. Yo por supuesto pretendía ir a rogar a la oficina de correos para que me permitieran trabajar de nuevo en su empresa y así aportar con algo de dinero. Jessie, umh, Jessie sería Jessie, supongo. Los chicos volverían a su gira y la terminarían dando los últimos conciertos en Japón (sufrían de un terremoto y ahí va a Panic! a consumir todo su dinero, viva el lucro). En esos momentos pensé en volver a la galería y así seguir con un plan de vida algo normal (¿Se puede denominar «vida normal» cuando convives con una celebridad?).

Can't Fight Against The Youth| Brendon UrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora