《 No hay manera de arreglarlo
no te acerques tanto
yo quiero que lo sepas de una vez 》
《 Nunca quise darte problemas
y aquí estoy siempre diciendo la misma
historia 》
《 Puede que no veas mis defectos
ahí están, si lo están...
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La mañana siguiente fue como caminar sobre cristales rotos. Cada paso que daba hacia la puerta de casa resonaba con la certeza de que enfrentaría la furia de mis padres. El sol brillaba con una ironía cruel en el cielo, haciendo eco a la tormenta que se avecinaba en mi hogar. Al final, Naruto se enfrentó a Mizuki con el Kage Bunshin no jutsu y después, Iruka-sensei le dio su bandana declarando así que había logrado graduarse. Tristemente no fue todo felicidad para mi puesto que el sensei me informó que tuvieron que avisarle a mi padre de la situación debido a su alto rango. Lo que significa que estoy en problemas.
Abrí la puerta con cautela, temiendo el peso del regaño que me esperaba al otro lado. La tensión en el aire era palpable, envolviéndome como una pesada manta de culpa.
Mi madre estaba recargada en la mesa de la cocina, con los brazos cruzados y una mirada que podía derribar muros. A su lado, mi padre observaba con severidad desde la ventana, su silencio resonando más fuerte que cualquier palabra.
- ¡Akari Todoroki! ¡¿tienes idea de la preocupación que nos causaste anoche?! -comenzó mi madre, su voz se sintió como un latigazo de desaprobación.
Tragué saliva, sintiendo cómo el peso de mi culpa se hacía más pesado con cada palabra que pronunciaba. Intenté encontrar las palabras adecuadas, pero mis disculpas parecían tan débiles en comparación con su furia.
- Mamá, yo... -intenté explicarme, pero fui interrumpida de inmediato.
- Sin pero. ¿Acaso sabes lo peligroso que fue lo que hiciste? ¿Te das cuenta de que podría haberte pasado algo? -su tono era firme, pero también resonaba con una profunda preocupación.
Mi padre se unió a la conversación, por supuesto que lo sí, no iba a estar parado sin hacer nada. Me sentí atrapada entre sus miradas, como si estuviera parada en el centro de un huracán de reprimendas.
- No solo pusiste en riesgo tu vida, sino que también interferiste en asuntos de la aldea que no te competen. ¿Entiendes la gravedad de tus acciones? -sus palabras eran un recordatorio cruel de mi imprudencia.
Baje la mirada ante las acusaciones. Al final se ganó ¿no? No podía abandonar a un amigo así. Siempre me han dicho que debo hacer lo correcto. Entonces si hice lo que creía correcto ¿Por qué me están regañando?
- ¡Pero, mamá! Naruto necesitaba mi ayuda. No podía abandonarlo en ese momento, y todo salió bien al final. No veo por qué están tan enojados -intenté defenderme, sintiendo que cada palabra que decía era como arrojar leña al fuego de su enfado.
Mamá soltó un suspiro exasperado, mientras papá me miraba con una frialdad que helaba mis intentos de justificación.
- No estamos discutiendo si tu amigo necesitaba ayuda o no. Estamos hablando de las reglas, de la seguridad de la aldea. Si las cosas hubieran salido mal, si Mizuki se hubiera apoderado del pergamino, la situación sería completamente diferente. La seguridad de la aldea estaría en peligro por tu imprudencia -sentenció mi padre. Su voz resonó en el silencio de la cocina.
