Lux Aeterna{#1} Darius x Lux |Ángeles y maldiciones|

{13}.Juramento

Notas: Hola!. Antes de nada advertir que este capítulo no trata sobre un DariusxLux tan evidente. La trama se complica y aunque podéis saltároslo es importante para la historia. Yo diría que casi crucial. Me ha tomado mucho tiempo redactarlo y sinceramente recomiendo leerlo. He disfrutado mucho escribiéndolo, aunque para mi haya sido más difícil hacerlo. Tened en cuenta que, cambio de personajes y por tanto de personalidades.

Un abrazo enorme y espero que os guste :3.

Vislumbraba las murallas imponentes desde la lejanía. Blancas, brillantes, perfectamente construidas para repeler a sus enemigos. En unos minutos llegaría a su destino. Estaba cansada del viaje pero no lo hacía notar, tenía demasiados problemas con los que lidiar, un simple viaje no acabaría con ella. El día estaba despejado y la suave brisa le revolvía su larga y espesa melena pelirroja.

Se detuvo unos instantes, resopló se apartó el pelo de la cara y recolocó la mochila en su espalda. Sabía que estaba siendo espiada, pero no mostró ademán alguno de descubrirle. En ello consistía este tipo de ventajas, en saber más que tu enemigo. Lo curioso era, que su perseguidor no era un humano, ni un yordle, era nada más y nada menos que el cuervo de Swain. Nada nuevo para Katarina, la cual sabía que ese viejo tenía intenciones para todos los componentes noxianos.

Las grandes puertas de la muralla se abrieron para ella y un joven soldado la esperaba impaciente. Como la mujer suponía, los demacianos no dejaban cabos sueltos, lo tenían todo perfectamente planeado. Primero sería el joven que con suma delicadeza le ofrecería ser acompañante de ella para guiarla hasta el edificio del consejo, allí otro soldado la guiaría, con suma cortesía por supuesto, a la sala donde le estaría esperando el embajador. Ah... con toda sinceridad odiaba Demacia, odiaba a aquel tipo de gente, pretenciosos, perfeccionistas, arrogantes y sobre todo, ¿Cómo lo diría?, sí... sobre todo con esa especie de brillantez que les caracterizaba.

— Es usted la señorita Du Couteau ¿verdad?

El chico le hizo un reverencia ella respondió con un sonrisa confiada, pues eso era algo que a ella le sobraba, la confianza. Las personas temían ante una persona confiada, ¿Por qué? Bueno... cuando no tienes el control de la situación y parece que tu adversario sí que lo tiene ¿Qué sentirías?, esa era exactamente la filosofía de la astuta mujer.

— Katarina— Le dijo ésta de manera calmada dedicándole una sonrisa pícara

El pobre chaval se estaba empezando a sentir incómodo. Hacía poco que había salido de sus entrenamientos en la infantería, listo para ser un buen soldado, estaba orgulloso de ello, pero en el cuartel militar nunca le habían enseñado a lidiar con una mujer que por armas llevaba dagas afiladas y un carácter que te enredaba como si de una telaraña se tratase. La mujer era atractiva, no había hombre allí presente que no notase eso, pero además su actitud altanera y sus ojos pícaros parecían desnudar cada fragmento de tus pensamientos.

— Ah... Disculpe entonces, señorita Katarina, ¿Quiere que le lleve el equipaje?

Ella soltó una carcajada. Se recogió el pelo con ambas manos dejando su cuello al descubierto, se estiró un poco y dejó caer de nuevo su pelo de manera suave. El muchacho la miraba atónito y ella lo sabía.

— ¿Cómo te llamas niño?— Le preguntó sin cortesía alguna, algo que ofendería a la mayoría de los civiles de Demacia, pero proveniente de ella no causaba tal efecto.

— Gohan, señorita.

— Y... Dime Gohan ¿Qué edad tienes?

— Veinte años señorita.