{11}.Familia

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Había tres niños. Uno de ellos era el que había visto el día anterior. Las criaturas llevaban palos a modo de armas. Tenían cierta forma afilada seguramente hecha por ellos mismos. Cuando vieron salir al guerrero los ojos de los tres niños se llenaron de admiración absoluta, mas éste los miró irritado. No sólo odiaba a los criajos si no que le habían jodido su momento estrella. Lux se puso a su lado para curiosear sobre la visita.

— ¿Qué cojones queréis?— Les espetó de manera brusca el dueño de la casa.

Los niños se sobresaltaron un poco y se miraron algo desconcertados. La chica le dio un codazo a su anfitrión para que fuese más amable y se puso de cuclillas para hablar con ellos.

— Hola— Les sonrió de manera cálida— ¿Necesitáis algo?

Las criaturas se volvieron a relajar y sonrieron a la muchacha de vuelta. El chico que ya había visto Darius antes era moreno, tenía unos ojos verdes y grandes, y su sonrisa dejaba a su paso dos hoyuelos en sus mofletes. Los otros dos parecían hermanos. Ambos eran rubios, sus ojos eran marrón claro, ambos tenían cierto brillo en su mirada. El que parecía mayor tenía los ojos algo más rasgados con los que analizaba todo de manera pilla. El pequeño sin embargo era muy tímido, a menudo bajaba su vista al suelo. Los dos mayores tendrían unos diez u once años. El pequeñín parecía un par de años menor.

— Queremos convertirnos en unos grandes guerreros, como él— Respondió el moreno señalando a Darius. — ¿Nos puedes entrenar?

La mujer miró hacia su anfitrión, que tenía una expresión de estar extremadamente enfadado. El hombre se tocó el puente de la nariz y se dispuso a hablar pero la muchacha se adelantó.

— ¡Pues claro que puede!— Les sonrió con entusiasmo

Él la miró con rabia le cogió el brazo y la levantó de manera brusca. La llevó al fondo de la sala y dejó a los niños esperando en la puerta. Éstos miraban curiosos la escena.

— ¡No hables por mí!— Le espetó— Lárgalos de aquí o lo hago yo.

— Vamos...— Le suplicó la chica— Te miran con admiración absoluta, eres un héroe para ellos, además será divertido.

— He dicho que no y se acabó.

El guerrero se disponía a regresar a la puerta para echarlos cuando Lux lo detuvo agarrándolo del brazo. Le miró suplicante. Darius trató de no caer en la trampa de siempre.

— Por favor... Nunca más en mi vida te pediré nada, pero déjales aunque solo sea un rato. Mírales, están llenos de ilusión sólo por ti, hagamos la buena acción del día.— Se detuvo para posar su otra mano en el brazo que tenía ya agarrado— Yo me hago cargo de ellos todo el tiempo, tú solo tienes que hacer como con tus soldados.

El hombre chascó la lengua y se pasó su mano libre por la cara. Odiaba los críos. Mucho. Miró hacía el moreno que lo miraba con absoluta fascinación. El niño le había ayudado antes, y si bien le había pagado un poco por lo que había hecho, era verdad que quizás se sintiese mejor consigo mismo si accedía. Pero odiaba a los malditos niños. Se debatió entre tales tesituras. Miró a Lux y todo pareció decantarse a favor de la petición de la chica.

— Pero los cuidas tú— Le espetó el guerrero— Y como alguno me dé problemas lo largo fuera de la casa.

— ¡Sí, sí, sí!, yo me hago cargo de todo.

La muchacha lo soltó y se fue corriendo hacia ellos. Se volvió a poner de cuclillas y les sonrió.

— ¿Cómo os llamáis?— Preguntó.

Lux Aeterna{#1} Darius x Lux |Ángeles y maldiciones|Where stories live. Discover now