{5}.Colores

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Lux se metió en su habitación y cerró la puerta. Se quedó un rato apoyada en ella pensativa. No sabía si era por la repentina reacción de Darius, quizás por estar lejos de su casa o quizás por el sentimiento negativo que él sentía hacía ella, pero la muchacha no se encontraba en condiciones de lidiar con nadie en ese momento. Trató de tranquilizarse. Se fijó en su maleta entreabierta y se dispuso a sacar y colocar la poca ropa que tenía en el armario que había en su cuarto. Luego se fijó en su armadura, la colocó encima de una silla que había en una esquina de su dormitorio con cuidado y acarició el símbolo demaciano de sus hombreras. «Te echo de menos» pensó. Acto seguido miró por el ventanal que tenía su habitación, se fijó que la casa tenía una pequeña parte trasera accediéndose a ella por el exterior. La zona estaba asfaltada y pegada a la pared de la casa había una canasta de baloncesto. «¿Le gustará jugar?, o ¿será solo porque también vino incluida con la casa?» Se preguntó para sí.

Lo cierto es que no conocía bien a ese hombre en absoluto por mucho que hubiera leído sobre él en los archivos de Demacia. No le gustó lo que había pasado en la cocina mas pensándoselo mejor Lux también recordó que había preguntado por su hermano. Se preocupaba por él. La pequeña chica sonrió.

— Hay luz en su corazón— susurró pensativa.

De alguna manera ese hombre le intrigaba. Y aunque sus maneras eran rudas y toscas, también notó cierta preocupación cuando la arrancó del lado de Vladimir. Quería conocerle mejor, quería saber más sobre él, no entendía el porqué de su parecer mas la mujer no lo frenaba. Desear conocer mejor a una persona siempre es bueno, pues puede llegar a convertirse en una parte indispensable de ti. A Lux ya le había pasado con varias personas, y aunque en principio las cosas pueden ser un poco difíciles por la situación en la que uno se encuentra, al final llegar a trabar amistad siempre hace a uno feliz. Y a la pequeña muchacha le encantaba hacer amigos.

Por otra parte, ella también había sido ruda con él. Yéndose así de la mesa, rechazando la comida que él había preparado para los dos. Además, después de todo le había dicho que iba a enviar las cartas. Puso las manos en su pecho. Le debía una disculpa. ¡Sí eso haría!.

De pronto la pesadumbre, la añoranza y la tristeza que Lux arrastraba desapareció. Volvió a sentirse enérgica y alegre de nuevo. No obstante esperaría otro poco más para estar segura y tranquila, pues el corazón aún le latía rápido del encontronazo que tuvo con el guerrero. Cuando se viese preparada iría a hablar con él.

Darius quería trabajar pero ya estaba cansado de planificar horarios y tareas, además su cabeza no dejaba de darle vueltas a todo lo que le estaba pasando. Sincerándose consigo mismo, ya no era capaz de distinguir según qué cosas, pues se sentía confuso acerca de esa muchacha.

Quería ir a ver a sus tropas mas ya había decido ir al siguiente día por la mañana. Algo que le calmaba mucho era hacer deporte, cuando algo le frustraba mucho o estaba irritado por algo, salía a jugar al baloncesto o se ejercitaba en su habitación. Así que eso haría. Se dispuso a ir a su dormitorio, se fijó en la puerta del cuarto de Lux y se quedó un rato mirándola. Otra vez sentimientos de culpabilidad surgieron ininterrumpidamente sin poder frenarlos de ninguna forma. Pero los ignoró pues él no había actuado mal. Era una demaciana y no le gustaba que curiosease en su vida, menos aun sabiendo quien era su hermano. Sabía de sobra que la chica ocultaba más de lo que parecía mostrar, si para protegerse o para proteger a su hermano tenía que ser mediante la fuerza la usaría como muchas veces antes había hecho. Tras imaginársela a ella y a él en combate sintió una opresión en el pecho. Ya estaba bien de pensar. Ya era suficiente.

Lux Aeterna{#1} Darius x Lux |Ángeles y maldiciones|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora