Capítulo 39.

1.2K 104 12
                                    

Simón vio partir a Mery y sentía como el pecho se le oprimía. Él no podía creer que ella lo dejara, ella sabía cuan importante para él cumplir la promesa que le dio a su padre. Otra cosa que La familia real arruinaba. Ahora la mujer que amaba lo dejaba y todo por causa de ellos.  Apretó los dientes cuando camino hacía la puerta de la habitación y salió. Llegó a la sala en dónde habían varios de los hombres que contrató.

Ellos al verlo, se pusieron de pie rápidamente.

— Señor Simón que hace fuera de su cuarto.

— Christian, como debes saber Mery nos dejó.... Quiero que envíes a alguien atrás de ella y la mantengas vigilada no confío que ella quiera guardar silencio, puede que nos quiera traicionar, así que quiero que evites eso y la tengan bien vigilada.

— Así lo haré señor.

— Mery tomó su decisión en abandonarme, pero no voy a permitir que arruine todo lo que he planeado. Así que si ella se atreve de hacer algo, la matan.

Christian asistió y se acercó a uno de sus hombres y hizo que este fuera atrás de Mery y que la mantuvieran vigilada.

Simón se fue al sillón e hizo una mueca ya que sus quemaduras todavía no estaban curadas. Sentía ganas de beber, pero con el medicamento que estaba tomando no podía. Tenía ganas de golpear algo por el enojo que sentía.

Los días pasaban rápido, Simón y sus hombres tenían todo listo para el gran día. Se quitó la vendas y se vio al espejo, apretó las manos parecía un monstruo.

— Señor Simón aquí está la ropa que pidió. — Christian evitó verlo ya que le daba terror.

— Bien. ¿Mandaste a los hombres encubiertos al castillo?

— Así es señor, cuando sea la hora ellos nos ayudarán a entrar.

— Excelente, no quiero fallas. Sí algunos de ustedes llegan a capturarla, quiero que la lleven a dónde estamos de acuerdo porque yo la quiero matar. A los demás pueden acabarlos ustedes.

— Está bien señor, así lo haremos.

Cuando estuvo solo, Simón se empezó a cambiar. Vio su celular y se fijó en la foto de Mery, lo bueno que ella no había hecho nada para traicionarlo, pero cuando todo terminara, él ya no tendría porque seguir viviendo y más por como se veía.

Lali.

No puedo creer que ya sea el día para mi coronación. Tengo unos nervios horribles. Tuve unos días de tranquilidad con Peter. Él me ayudó a poder descansar, cuando tuve un momento sola, me fui hacer unos exámenes ya que no se me quitaba el malestar que tenía, pensé que podría estar embarazada, pero solo era producto de todo el estrés que había sufrido, así que no estaba embarazada, aunque una parte de mi se desilusionó, sabía que era lo mejor ya que todavía no estoy preparada para traer un bebé, tengo que tener todo en sincronía para cuando eso suceda y además quiero disfrutar el noviazgo con mi Peter.

Me acerco a mi cama y veo el vestido que me pondré y sonrió. Hoy me volveré la reina de Francia, lo que tanto luché para llegar hasta este momento. Lo tomo y lo pongo en el perchero.

La puerta se abre y entra mi madre con una sonrisa en su rostro.

— Todo es un caos en este momento. El personal anda de arriba hacia abajo. Lo bueno que ya va terminar pronto y va quedar perfecto. — Se acerca a mi y me toma de las manos y con lágrimas en sus ojos me mira con ternura y orgullo  — Hoy te vas convertir en reina, mi niña. Estoy tan orgullosa de ti......

— Tengo miedo. Sí.... ¿No lo hago bien?

— Será la mejor, cómo lo fue tu padre. Sea donde esté, debe estar orgulloso de ti, así como yo lo estoy en este momento.

Protegiendo a la Princesa Where stories live. Discover now