Capítulo 23.

1.2K 78 4
                                    

Lali.

Peter a veces me enoja mucho. ¿Es tan difícil ayudarme? tengo una pista de lo que mi madre puede estar padeciendo, pero no, Peter todo lo que yo haga no cree. No soy una estúpida, sé muy bien que puedo equivocarme, solo que es una pista que puede estar pasando eso. No es tan difícil estar conmigo, quiero que me apoye sea que me esté equivocando o no. No es tan difícil.

Entro al cuarto de mi madre y la veo dormida. Una lágrima cae si poder evitarlo, no puedo soportar verla tan  delgada y pálida, casi sin vida. Me duele verla así y saber que no puedo hacer nada, por ayudarla.

La puerta se abre y Antonio entra. Me limpio las lágrimas pero ya me ha visto y me mira con tristeza.

— Sé que es difícil para usted mi princesa. Pero su madre es fuerte y va salir de esto.

— Eso espero, Antonio. Quiero que me ayudes en algo. — Me mira sin entender. — Estuve averiguando sobre los síntomas de mi madre y hubo una planta que produce esos síntomas y quiero que unas a tus mejores guardias de confianza que revise a cada uno de los empleados y sobre todo cada rincón de este castillo. No sé, pero tengo como una sospecha que alguien le puede estar suministrando eso para que ella enfermara.

— Ahora lo haré princesa. Pero no creo que alguien le haga daño a la reina, pero tiene razón no perdemos nada por intentarlo.

—Gracias Antonio. Y de ahora en adelante yo prepararé la comida a mi madre y todo lo que sea relacionada a ella, no confío en nadie. — Él me mira sorprendido y sonrió. — Sé que es extraño, pero aprendí a cocinar. Lo malo que me enseñó alguien que me hizo una tracción horrible. Pero ya no  importa, lo importante es que mi madre se recupere......

Asiente y salimos del cuarto para evitar despertarla. Yo camino hacia la cocina. Escucho platicas y al entrar todas se quedan calladas. Miro a cada una de ellas seria.

— Cómo ya todas saben, mi madre está enferma y decidí volver para hacerme cargo. Ya  saben que yo seré la futura reina, pero no soy más esa chica soberbia que alguna vez fui. Estoy aquí para apoyar a todos ustedes en cualquier cosa que lleguen a necesitar, pero sobre todo quiero su lealtad.

— Tiene nuestra lealtad su majestad. — Dice una chica tímida.    

— ¿Cual es tu nombre?

— Isabel mi alteza.

— Gracias Isabel. — Miro a los demás. — Y un cosa más. De ahora en adelante todo lo que beba y coma mi madre yo lo haré de ahora en adelante.

— Pero su alteza... Yo soy la cocinera encargada.

La miro con una ceja levantada a la mujer que habló y no me gusta nada como Mo dijo. Me acerco a ella.

— Dime tu nombre.

— Esmeralda.....

— Bueno Esmeralda, nadie te está corriendo de tu trabajo, pero ahora en adelante todo lo que tenga que ver con mi madre, yo seré la encargada. — Ella se pone rígida. — ¿Pasa algo Esmerada? Noto que te molesta lo que acabo de decir, si quieres puedes decirme cuál es la causa ante tu enojo.

— No...., No estoy enojada su alteza, solo que siento que usted le está molestando mi trabajo.

— Les repito a todos; todo va cambiar, pero para bien, pero quiero su lealtad hacia mí. En este momento todos saben lo que está pasando y quiero confiar en ustedes, pero en este momento lo único que me importa es la salud de mi madre y por eso yo me voy hacer cargo de todo lo que tenga que ver con ella. Ustedes puede seguir con lo que estaban haciendo ya que su trabajo no será perjudicado por nada. ¿Estamos claro?

Protegiendo a la Princesa Där berättelser lever. Upptäck nu