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*Desde ahora, hasta el final narra Gus*

Luego de tantas vueltas, me recosté en la cama que yo usaba desde pequeño. Apoyé los brazos detrás de mi cabeza. Miraba como estaba desgastado el techo de la habitación. Años de mi infancia se reflejaban en los pequeños juguetes que tenía acomodados mi mamá en la repisa. Logré reconciliar el sueño cuando detuve mi mirada en un póster de The Police que, junto a Zeta, logramos hacer firmar por Sting.

-Que buenos momentos- Pensé en mi mente y quedé completamente dormido.

Horas después, sentí un olorcito a tuco que venía de la cocina. Miré hacia mi izquierda y me encontré con una pequeña pila de ropa. La agarré y vi que era mía.
Me coloqué una camisa a cuadros, un pantalon gris y zapatillas deportivas negras. Salí de la habitación. Me topé con un espejo a fuera de la puerta. Observé que mi rostro seguía igual. No era yo, parecía otra persona, más un muerto que algún ser con vida.
Fui hasta el comedor. En la mesa había dos pares de cubiertos y un par de vasos. Seguí hasta la cocina. Ahí estaba ella, con su delantal color rojo con líneas azules y siempre con tanta elegancia cocinando. Vi como movía en círculos la cuchara dentro de la olla. Inhalé profundo, cerrando los ojos, y sentí otra vez ese riquísimo olor a salsa que solo ella sabe hacer.

-Ya te vi Gustavito- Todavía estaba dandome la espalda.

-Que rico olor, ma- Me Apoyé en el marco de la puerta de la cocina.

-Gracias- Sonrió -Se que te gustan mucho los fideos con salsa-

-Eres la mejor- La abrazé por detrás.

Nos sentamos los dos a cenar. Ella trajo una olla llena de tallarines con tuco. Me relamí exageradamente y frotaba mis manos mirando el recipiente. Tratando de que no se diera, cuenta saqué un pedazo de pan y lo unté en la salsa.

-¡No!- Me pegó en la mano -Ahora solo por eso no comes segundo plato- Se cruzó de brazos.

-¡Oh Ma!- La miré como perrito mojado.

-Ni creas, eso te pasa por apurado-

Tomó asiento. Agarró dos cucharas y me sirvió un poco en mi plato, luego se sirvió en el suyo. Charlamos a más no poder. Recordamos todos los momentos que pasamos juntos en esa casa, recordamos a papá cuando volvía de Estados Unidos y me traía discos de The Cure y yo los escuchaba. Terminamos poniéndonos sentimentales.
Luego de largar unas cuantas lágrimas por el recuerdo de mi papá, volvimos a hablar sobre mi coma.

-Ma, yo estoy bien. Mañana mismo me voy para mi casa- Levanté los platos.

-Pero, ¿Si te sientes mal? ¿Si te pasa algo?- Guardó el resto de la comida en un recipiente.

-No me va a suceder nada, tranquila- Me estiré un poco y dije -Tengo sueño, me voy a acostar. Te amo, ma- Le di un beso en la mejilla.

Ella me sonrió y yo me dirigí a la habitación.
Estaba sacandome las zapatillas cuando mi teléfono recibió una llamada. Era el dermatólogo que me atendió antes de salir del hospital. Ya me había reservado la sala de operación para poder acomodar las arrugas en mi rostro. Me aclaró que las canas no eran por alguna razón de enfermedad, si no que era común en personas de mi edad que ya se comenzaran a notar canas.
Mi edad comenzó a caer sobre mi, y lo primero que padeció eso fue mi cara. Luego iría bajando por todo mi cuerpo hasta cumplir los sesenta años y quedar totalmente como un viejo.

-Gustavo, no te sientas viejo. La edad es solo un número- Había llamado a Zeta para contárselo.

-Pero, ¿No me has notado? Estoy viejo. No quiero terminar como un anciano quejumbroso-

-Tranquilo que quejumbroso ya lo eres- Rió.

-Ja... Ja... Ja... Muy chistoso-

Colgamos la llamada porque ya nos estábamos cayendo del sueño. Apoyé mi cabeza en la almohada y me quedé dormido como hacía unas horas.

Al otro día agarré mi ropa, la acomodé para irme a mi casa. Saludé a mi mamá y salí de la casa. Ella no me permitió manejar el auto, entonces le pedí a Charly que me llevase. Él estaba esperándome afuera, junto al auto. Los dos se saludaron y yo subí.

Luego de llegar a casa, llamé a mi novia Chloé. Tenía que pasar a buscarla cuando bajara del avión, no me interesó si mi mamá no me dejaba manejar el auto, tenía que ir a recogerla.

-Si mi amor, enseguida paso por ti-

-Pero Gus, ¿Estas en estado para manejar? Acabas de salir del hospital-

-Si, estoy bien. Voy a pasar a buscarte ¿Si?-

-Okey- Escuché nque dijo en un suspiro.

Salí lo más rápido que pude. El transito me atrasó un poco, pero no me impidió llegar. La autopista estaba llena y en movimiento, fue lo mejor. Un sol encandilante alumbraba a todos los autos. Hacía un calor impresionante. El tiempo no favorecía con el momento.
Cuando al fin llegué al aeropuerto, vi a Chloé besándose con otro tipo. Lentamente me fui aproximando con el auto. Cuando estuve al lado suyo noté que no me conoció, entonces seguí de largo con el auto. Di una vuelta más y volví a pasar por la entrada. Ahora ella estaba parada mirando a ver si yo llegaba. Vio mi auto y sonrió. (La sonrisa más falsa del mundo). Bajé a ayudarle con la valija, subimos y ella me dio un beso. No supe con que cara mirarla. Si con desprecio o con lástima. Mis sentimientos eran muy confusos.




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Publico demasiado poco!! Perdonenme por favor!! Es que esto de que me quedo sin datos no me deja escribir nada.

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