Capítulo 39

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Lo primero que hice fue ir a hablar con Miguel. Había que ir de cara. No nos montamos en el autobús porque yo no quise. Y punto. Entendí que teníamos más cosas que perder que de ganar. Y ya está. Miré por los niños. Por su salud. Por su integridad física. Dejé a los niños en el aula, siendo vigilados por Marta, que tenía su clase al lado de la nuestra, y bajé al despacho del director.

-Hola, ¿se puede? –pregunté desde la puerta.

-¿Tú no tenías una excursión ahora? –me preguntó extrañado.

-Sí, pero ha habido un problema Miguel.

-¿Qué ha pasado?

-No había plazas para todos en el autobús. Cuatro, si no recuerdo mal, tenían que ir de pie. Estaban todos los asientos ocupados. Faltaban plazas.

-¿Cómo que faltaban plazas? –me preguntó extrañado.

-Sí, no había asientos para todos. El conductor propuso que varios niños se sentasen de tres, sin abrochar el cinturón, pero yo, por miedo, decidí no hacerlo.

-Bien hecho Carlos –me esperaba todo tipo de respuestas. Pero ninguna se asemejaba a esa-. Te pido perdón. Buscaremos la forma de que los niños puedan asistir al museo otro día. Ya nos encargamos nosotros de informar a los padres de que hemos cometido un error.

-Vale, muchas gracias Miguel.

-De nada. Cierra la puerta al salir.

Y me fui, pensando en la capacidad de influencia que puede llegar a tener el miedo en las decisiones que tomamos. Estuve a punto de poner en riesgo la vida de varios niños por miedo a las consecuencias que podría tener para mí el no asistir a la excursión. Vivir con miedo es como un accidente que está esperando el momento de producirse. Y cuando se produzca, que lo hará, no sólo habrás perdido en ese momento, habrás perdido también durante todo el tiempo que lo estuviste esperando. Vive como si fueses a morir mañana y algún día tendrás razón, pero habrás estado errando en todos esos días que no fue el último. No pienses en las consecuencias de una decisión, piensa si es la decisión correcta. Porque lo normal es que tomando las decisiones correctas las consecuencias sean buenas. Algún día no lo serán, pero la mayoría de las veces sí. Tomar decisiones en función de las consecuencias que esperamos y no en función de lo correctas que sean provocarán un problema difícil de superar cuando la decisión que tomes no sea la correcta y, además, las consecuencias sean malas. Y es que no me podría haber perdonado el ir a esa excursión y que pasase algo. Uno puede vivir con sus malas decisiones si estas no tienen consecuencias, pero si las tienen será difícil superarlo. El acierto dura hasta que alguien la caga. El error es eterno.

Historia de un maestroWhere stories live. Discover now