Capítulo XII

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Lord Orwell se encontraba con uno de sus mejores trajes frente a la habitación de una de sus invitadas. Dio un par de vueltas sobre sí mismo como un león enjaulado diciéndose si era lo correcto tocar la habitación de aquella jovencita e invitarla a caminar por el jardín.

Luego se preguntó que pensaría su madre sobre aquella visita que nada tenía que ver con aquellas damas que le presentaba en los bailes.

Levantó su mano con un leve titubeo y por fin logró tocar la madera oscura de la puerta el de aquella habitación.

-Un momento por favor.

Escucho su melodiosa voz amortiguada por las paredes de su propia casa.

No pasaron unos segundos que envuelta en un traje color celeste le abrió la puerta con entusiasmo.

-Lord Orwell -hizo una venia un poco confundida-..., por la hora pensé que sería otra persona.

-Lamento entonces decepcionar su corazón con mi presencia, Elise.

-Jamás su presencia me decepcionaría milord- Sonrió haciéndose a un lado-, por otro lado, ¿qué es lo que desea?

-En estos momentos me gustaría pasear con usted por el jardín, necesito su visión femenina y su habilidad en la jardinería para que me ayude a restaurar esté lugar tan abandonado.

-Encatada, ahora mismo me coloco mi abrigo y lo acompaño.

-La espero abajo.

A un par de escalones del suelo, Lord Orwell le ofreció de manera caballerosa su mano para ayudarla a bajar, Elise sonriente le correspondió el gesto. Y caminando juntos tomaron dirección hacia el jardín.

El frío aire inglés acariciaba su rostro,  Elise levantó sutilmente su falda y caminó por los pasillos de piedra que adoraban el patio algo lúgubre por el evidente abandono.

-Una vez que mi padre enfermó dejó descuidada varias de sus residencias, no fue hecho a drede, pero sin embargo el algo triste ver una casa tan hermosa con estos claros signos de dejadez.

Elise le concedió la razón con una leve inclinación de cabeza. Miró hacia su alrededor buscando un indicio de vida para comenzar a trabajar desde allí. Pero la tierra se veía seca y carente de vida.

-Lord Orwell, ¿usted tiene el conocimiento de sí había algún sistema riego anteriormente?

-No estaba el tanto del asunto, pero creo haber escuchado que mi padre tenía uno, por lo visto ahora mismo no está condicionado para funcionar.

-Lo mejor sería empezar a darle vida a la tierra, aunque ahora mismo el frío y las heladas mañaneras matarían cualquier signo vital. Lo mejor sería esperar hasta principios de abril, pero para esos momentos tener el sistema de riego en condiciones aptas para su funcionamiento.

Lord Orwell asintió atento a sus palabras. Elise siguió hablando de las formas en que podría reanimarlo, para que aquella extensa propiedad de muchísimas hectáreas dejara de ser solo un trozo de tierra seca y sin ánimo. Ella no pudo evitar pensar que el difunto Lord Orwell se había llevado consigo la esencia de aquel lugar.

-Georgiana me comentó que piensas irte.

Ambos dejaron de sincronizar sus pasos y se observaron a los ojos. Un silencio cálido los envolvió. Elise sintió que la mirada de Lord Orwell trasmitía un secreto.

-Mi tía me ha mandado una carta. Mi amada prima, la nueva señora Popts, ha quedado en cinta. Ella solicitó mi presencia ya que no pueden darse el lujo de contratar una señorita que la acompañe en los meses difíciles.

Cánteme, EliseWhere stories live. Discover now