Capítulo XI

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Antes de que empiece el capítulo quiero pedirles disculpas por mi ausencia. Buscaré hacerme mi tiempo para actualizar más seguido, pero estudiar dos carreras distintas me está matando jajajaja.

Amé el video y la canción *_*

Y quiero también quería preguntarles si además de esta historia les gustaría que subiera una comedia romántica.

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Capítulo XI

Se quedó unos segundos pensativo. Ya estaba muchísimo mejor, su herida ya había mejorado en aspecto y ahora el trabajo de la enfermera sólo se limitaba a cambiar el vendaje. Cambio de postura adolorido. Por más que cuando había estado inconsciente se había tomado el trabajo de moverlo y cambiarlo se le había sido imposible no lastimarse con el rose de las sábanas de seda. Movió sus pies sólo un poco, casi no tenía reacción, pero el médico había dicho que se debía por la falta de movilidad y con la serie de ejercicios que le había mandado a realizar estaría caminando en poco tiempo.

—Usted, Lord Ravencroft, es joven, no tardará demasiado en subirse a un caballo.

Le había dicho cuando vino a revisarlo el día de ayer, cuando despertó. Automáticamente la ausencia de la visita de Elise lo extrañó, y aunque le había preguntado discretamente a su amada hermana su respuesta había sido demasiado evasiva. Se estuvo preguntado la razón de su ausencia y ninguna idea le había agradado lo suficiente.

Volteó hacia la puerta cuando vio ingresar la figura sonriente de su Georgiana. Traía en sus delicadas manos una bandeja con su desayuno. Desde que había despertado ella no se había separado de él.

— ¿Cómo has amanecido hoy? —dejó en la mesa lo que traía en la manos y tomo el té para acercarlo a su boca. Él intentó tomar la taza con sus manos y ella chistó arrugando el entrecejo—, Confieso que pensé que lo de ayer fue sólo un sueño. Temía despertar y que tu siguieras en ese estado, hermano.

— Georgiana —su tono se suavizó. Elevando su mano derecha lo llevó hacia la mejilla de su pequeña hermana. Ella acunó el rostro y lo miró con ojos preocupados—..., no me iré de este mundo hasta verte feliz.

—¡Hermano, es que yo soy feliz si estas a mi lado!

Él rió ante sus palabras y Georgiana hizo una mueca enfurruñada.

— Tal vez si tomaras tu desayuno, la señorita Braun podría venir a verte.

Fitzgerald detuvo su risa y la observó serio, confundido.

—¿Cómo? —inquirió confundido— ¿Tal vez?

—Elise está caminando el jardín con Joseph.

—¿Joseph?

Fitzgerald sintió un gusto amargo en la boca. Georgiana asintió y con una sonrisa pícara observó con atención la reacción de su hermano. Se lo veía desorientado y con la mirada perdida.

— Ayer Elise no pudo venir a verte porque estaba malherida.

—¡¿Qué?! —gruñó. Luego tomó aire para obligar a calmarse a así mismo—, ¿qué fue lo que sucedió, explícate Georgiana?

—Elise estaba cortando flores y las pinzas con las que trabajaba se abrieron en dos partes y el filo de la cuchilla lastimó bastante su palma derecha —una punzada de preocupación afectó su semblante siempre irascible. Georgiana lo observó con entusiasmo—, a Dios gracias, Elise se encuentra mejor.

—Debo verla —se apresura a decir.

Intenta incorporarse y Georgiana lo toma del brazo y lo obliga a quedarse —Tú te quedas aquí, Elise está con Joseph, vendrá a verte, lo prometió.

—Pero...

—Desayuna Fitzgerald, tienes que juntar fuerzas -suplica sosteniendo su mano—, te lo ruego hermano mío.

Se obliga a sí mismo a aguardar la compostura. Sostiene la mirada de preocupación de su hermana, que enternecida le da un leve apretón de manos. Él asiente tomándose su desayuno.

—Gracias.

Su mirada se transforma en confusión. Gerogiana le sonríe.

—¿Por qué, Georgiana?

—Por estar conmigo —contesta a su pregunta acariciando con los dedos su muñeca— por quedarte conmigo, por decidir estar a mi lado —al ver que su rostro tenía la misma expresión se colocó de pie y acomodó los pliegues de su vestido—, yo me entiendo. Veré
si Elise ya está disponible.

Lord Ravencroft toma aire para decir algo, pero la intención queda en el aire sin saber cómo rebatir las palabras de su hermana. Cierra los ojos con frustración y se vuelve a recostar entre los almohades de pluma. Georgiana ya se había ido.

Mira pensativo la ventana cuando escucha unos leves golpecitos en la puerta. Decidido indica a la persona que estaba al otro lado que ingrese. Su semblante se suaviza al ver a la tímida figura de la señorita Braun ingresar con lentitud, se la veía apenada. A un par de metros de él se detiene y hace una pequeña reverencia.

—Señorita Braun —balbuceó animado. Su presencia lo cambiaba todo—, ¿Cómo se encuentra?

—Bien, Lord Ravencroft —respondió nerviosa, negándose a mirarlo a los ojos—, ¿y usted?

—Mejor, gracias a usted, Elise.

Ella rápidamente levantó la cabeza y buscó sus ojos, anonadada al escuchar de los labios del Duque de Richmond la sola mención de su nombre. Lord Ravencroft desvió la vista a la mano vendada y su semblante lentamente se oscurece.

—Acérquese —Elise entornó los ojos confusa debatiéndose de si que lo escuchó era real o no—, por favor.

Siendo separados por sólo medio metro Lord Ravencroft estiró su brazo para pedir de manera implícita que tomara su mano. Aceptando por fin su propuesta, Elise la tomó.

Con suma delicadeza el Duque de Richmond besó las vendas que la cubrían. Sonrió al ver el evidente sonrojo de la señorita que lo ayudó en su peor momento.

—Estas manos me han salvado —musitó para que sola ella lo escuchara— y les estaré eternamente agradecido.

Elise separó los labios para decir algo, aunque se detuvo no teniendo palabras para responder ante tal confesión.

—Soy consciente de que sin usted yo no estaría aquí.

Unos firmes golpes en la puerta se oyen. Elise retrocedió rápidamente unos cuantos pasos y Lord Ravencroft esperando que los colores del rostro de Elise disminuyeran un poco indicó a la persona al otro lado que ya podía ingresar.

La figura de Lady Loughty apareció más que animada.

—Fitzgerald, ya he mandado a preparar el carruaje, dentro de tres días partiremos por fin a Richmondshire

—Gracias, ya es hora para que vuelva a mis obligaciones de siempre.

Lady Loughty asintió a las palabras de su sobrino —Pero recuerda también cuidarte, Fitzgerald.

—Se de ante manos que ustedes se encargarán que así sea.

Lady Loughty sonrío. 

Cánteme, EliseWhere stories live. Discover now