Prólogo

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Elise vino al mundo en una fría y tormentosa noche de octubre. La partera dándole un cierto toque de gracia a lo que la probre señora Braun estaba sufriendo se refirió a que la pequeña criatura sería revoltosa y complicada, tal como esa noche, tal como ese parto.

Nació muy prematura y con el rostro morado por la vuelta y media de cordón que tenía alrededor del cuello, decían que era un milagro. Pensaron llamarla Lila, por sus mejillas. Pero el señor Braun decidió a último momento ponerle Elise, en honor a su tatarabuela.

Era bonita para ser hija de un simple herrero y una cocinera. Tenía el rostro suave como una muñeca de porcelana, y cabellos largos y sedosos como los pequeños y simples vestidos de muselina que su padre adquiría solamente para su pequeña.

Así fue creciendo, entre metales y costales de harina de maíz. Hasta convertirse en una joven humilde y simple. Por más que sus finos ojos amabarinos, y sus labios acorazanados fueran dignos de admirarse, Elise nunca destacó entre las demás jovencitas que vestían con elegantes vestidos y poseían una exquisita refinura. Siempre pasó desapercibida, y a ella le gustaba. Con suma sinceridad prefería ver que hacer, escuchar que hablar, leer que bailar..., prefería estar al margen de las situaciones.

Poco tiempo después de haber cumplido quince años su madre cayó enferma. Neumonía, había dictado el médico. Una semana después, ambos, padre e hija lloraban su muerte en el pequeño mausoleo de la familia.

Un par de años después el señor Braun contrajo matrimonio con la señora Miller, viuda ya hace cinco años atrás, con la imperante necesidad de darle a su pequeña niña una imagen femenina para poder seguir así con su adecuada y correcta educación. Y por más que la señora Miller nunca reemplazaría a su difunta esposa, el señor Braun le tomó cierto aprecio que rozaba a unos pequeños tintes de amor. Elise se adaptó rápidamente a la presencia de la ahora nueva señora Braun, y la trató siempre con el respetó que una madre se merece, aunque nunca pudo volver a pronunciar la palabra mamá.

Fue esa tarde dónde recibieron la carta de su tía, Lady Williams. Anunciándole a la humilde familia que tenía una grandísima noticia que darles con respecto a su preciosa sobrina. Ella esperó ansiosa a que el día de la fecha, estipulado en la carta, en dónde vendría su tía, llegase.

Pero como es mundialmente conocido, los días pasan más lentos con la espera.

Y los hechos incluso llegan antes de lo previsto.

Cánteme, EliseWhere stories live. Discover now